«Me tuve que ir a Nájera, pero vengo cada día»
Jesús Armiñanzas | Alcalde de Arenzana de Arriba ·
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Jesús Armiñanzas | Alcalde de Arenzana de Arriba ·
Hay que apoyar la agricultura, porque es el principal foco económico del mundo rural, así se podrían mantener los pueblos y el campo», afirma con convicción el alcalde de Arenzana de Arriba, Jesús Armiñanzas, cuando se le cuestiona qué se puede hacer para evitar ... la inquietante despoblación de las pequeñas poblaciones. Además llama la atención ante la desaparición de determinada ganadería, «antes había rebaños y de ello vivían bastantes familias, y es una pena, porque luego hay que traer los corderos de fuera», reflexiona.
Claro que en cierta medida él tira un poco hacia su terreno, ya que se dedica a la agricultura, «fundamentalmente al viñedo», lo que no evita que, a pesar de estar empadronado en su pueblo, viva en Nájera. «Yo vengo cada día a trabajar aquí, en Arenzana, pero me tuve que ir a vivir a Nájera para que mi hijo pudiera ir a la escuela». Ya de chaval, con 10 años, él mismo tuvo que irse a Ortigosa a estudiar «porque fue entonces cuando nos quitaron la escuela, después estuve en Tricio estudiando».
Un paseo por Arenzana de Arriba, un sábado por la mañana en pleno invierno, ofrece un panorama un tanto desolador. Un hombre realiza labores de acondicionamiento del exterior de su casa, al tiempo que se prepara para salir hacia el campo con su pequeño tractor. Por lo demás, caminar por su calles supone no cruzarse con nadie. Por no oírse, ni se escuchan ladridos.
Una docena de coches están aparcados por sus calles, y entre algunos carteles de inmobiliarias con 'Se vende', se pueden observar algunas viviendas nuevas o rehabilitadas que, según aclara Armiñanzas, «son de vascos que se vinieron hace un tiempo a vivir, compraron casas viejas o pajares e hicieron sus segundas viviendas».
«Hay por lo menos seis familias vascas que vienen los fines de semana y casi todo el año, porque están jubilados o casi, y eso trae consigo que hay más gente viviendo que la empadronada», que no llegan a la treintena. Sin embargo, hasta esos mismos que cuando llegan los fines de semana o el verano 'repueblan' la localidad, «ahora ya se han hecho muy mayores y se nota que cada vez vienen menos por aquí».
Para el alcalde la clave estuvo hace años, «cuando llegó la revolución agrícola, con la llegada de la maquinaria un mismo agricultor se pudo hacer cargo de muchas más tierras de cultivo y con menos necesidad de mano de obra», porque la experiencia industrial en Arenzana está de capa caída. «Hay una fábrica que se dedicaba a realizar largueros para camas, pero se ha tenido que pasar a fabricar durmientes de barricas, y de tener veinte empleados, algunos vecinos del pueblo, ha pasado a tener seis, y ninguno vive aquí», lamenta.
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