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CLAVIJO. En La Unión, núcleo de población de Clavijo, la despoblación rural no es un problema de primer orden. Un nutrido grupo de niños juega ... al fútbol y patina en la nueva pista polideportiva mientras otros orretean por los alrededores ejerciendo de 'polis y cacos'. Y no son veraneantes sino residentes. Allí ha ocurrido poco menos que un milagro: no sólo La Unión cuenta con más población, el doble (167 censados), que el propio pueblo del que depende, Clavijo (87), sino que, además, el 18% de los habitantes son niños de no más de 11 años.
«El autobús que viene a buscar a los niños para llevarlos al colegio de Alberite no pasa de La Unión porque en Clavijo apenas hay niños, aunque en verano hay más, la población allí está más envejecida», expone Joaquín Martínez, alcalde de Clavijo-La Unión y padre, junto a su esposa María Huarte, de dos niños, Mario y Álvaro, de 9 y 7 años. «La cercanía con Logroño» y numerosos «padres jóvenes» son las razones que arguye para este particular 'baby boom' que continúa: el 25 de julio vino al mundo su vecina más joven, Jara, y antes de acabar el año se esperan otros dos nacimientos.
30 niños de entre 0 y 11 años residen en La Unión (Clavijo), que tiene 167 habitantes censados.
«Gran parte de los matrimonios son descendientes de La Unión y Clavijo», explica el alcalde, quien destaca que «en el Ayuntamiento intentamos invertir todo en los niños». «Creemos que no es necesario tener unas piscinas municipales», considera Joaquín Martínez, en buena parte porque el grueso de la población reside en tres urbanizaciones que tienen la suya propia, pero, no obstante, «a quien quiere bajar a las de Alberite le abonamos la diferencia en el precio del abono entre empadronados y no».
Joaquín Martínez | Alcalde de Clavijo-La Unión
Ana Ruiz e Ismael Olmos | Padres de Julia, Román y Sira
Ana Ruiz e Ismael Olmos son padres de tres hijos: Julia (5), Román (4) y Sira (3). Ella vivió en Logroño hasta los 20 años, aunque sus padres descienden de La Unión, pero él siempre ha residido en el pueblo, a 687 metros de altitud. «Nos encanta por la calidad de vida y la tranquilidad, la ciudad no nos motiva mucho», confiesa Ana. Solo barajaron vivir allí: «Siempre ha sido nuestra idea», afirma Ismael. «Que haya más niños es maravilloso porque, si hubieran estado solos, lo hubiéramos sopesado más», admite Ana.
Raquel Díez y José Gabriel Gutiérrez son padres de otros tres hijos: Juan (5), Clara (3) y Ana (1). Él sí es de La Unión, pero ella es de Logroño, descendiente de Tricio y Medrano. «Lo que más nos gustaba era el pueblo porque yo también me he criado en uno y, como mi marido trabaja aquí (es agricultor), queríamos que tuvieran más libertad. En verano pasamos el día en la calle y ellos están encantados», asegura Raquel.
Un caso especialmente llamativo es el del matrimonio palentino formado por Laura Moreno y Víctor Hernández, residentes en Madrid hasta su traslado por motivos laborales a Logroño en el 2004. Padres igualmente de tres hijos (Miguel, Víctor y Carla, de 14, 11 y 6 años), argumentan que «buscábamos un lugar tranquilo y esto es una maravilla, Logroño estaba bien, pero las casas eran caras y nos venimos a una de las urbanizaciones que acababan de construir». Entonces no conocían a nadie, pero quince años después «los niños están muy contentos, no podríamos moverlos ya de aquí porque están felices, van de una casa a otra sin ningún problema», señala Laura. Y si piensa en cómo hubiera sido la vida de sus hijos en el centro de Madrid cree que «no tendría nada que ver». «No somos de aquí pero como si lo fuéramos, la gente es muy amable y simpática», declara.
Visto así, La Unión parece un paraíso terrenal, pero no deja de tener sus inconvenientes, los mismos que cualquier otra localidad. «El invierno es más difícil y triste porque hace frío y enseguida te vas a casa», reconoce Raquel. «Y tienes que coger el coche para todo», apunta Ismael. El alcalde reacciona y espeta: «A cuánta gente de Logroño le costará más que a nosotros llegar al trabajo...». En cambio, eso sí, «los días que nieva son maravillosos», subraya Ana.
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