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Hay lugares en La Rioja que solo habitan ya en la memoria. Pueblos en los que toda vivencia se conjuga únicamente en pasado. Son núcleos ... pasto del silencio, el olvido y las zarzas.
Hubo un tiempo en que por sus calles corrieron niños, las mujeres lavaban en el río o en un lavadero y los hombres trillaban los campos.
Pero su sino cambió el día en que la falta de oportunidades, el declive de sus formas tradicionales de vida (principalmente, de la ganadería), la carencia de servicios básicos (agua, luz, una carretera de acceso...) y también el olvido institucional echaron a sus gentes del lugar que los vio nacer.
Altuzarra, Cilbarrena, Bonicaparra, Anguta, Amunartia, Ulizarna, Ollora, El Hoyo, Santa María en Cameros, Montalbo en Cameros, Avellaneda, Valdeosera, Treguajantes, Ribalmaguillo, La Monjía, Reinares, Villanueva de San Prudencio, Dehesillas, Oliván, Valtrujal, Antoñanzas, San Vicente de Munilla, Valdevigas, La Escurquilla, Garranzo, Turruncún, Gutur, Junquera, Davalillo, Orzales, El Hoyo, Buzarra, Lasanta, Santa Ana u Oteruelo son algunas de esas localidades que componen el mapa de la geografía 'fantasma' de nuestra región, según recoge el periodista de Diario LA RIOJA Benjamín Blanco en su trabajo de recopilación de núcleos habitados de La Rioja que hoy están deshabitados, abandonados o desaparecidos. De algunos aún emergen las piedras que atestiguan que disfrutaron de un tiempo mejor; en otros, sus descendientes no tienen ningún resto al que volver.
El mal de la despoblación se cebó de forma virulenta con muchos pequeños pueblos de la región a mediados del siglo pasado. Fueron décadas de cerrar puertas, bajar persianas y hacer maletas para poner rumbo a la ciudad en buena parte de la zona más meridional, fría y abrupta de la comunidad.
Agonizantes, en los 70 algunos de estos núcleos pasaron a integrarse en municipios algo más grandes (Larriba en Ajamil, año 1972; Luezas en Soto en Cameros, 1971; o Turruncún en Arnedo, 1975).
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Pero esa integración y ese retroceso del medio rural ya había echado a andar un siglo antes, cuando Mahave pasó a depender de Cárdenas (1842-57), Ribavellosa de Almarza de Cameros (1842-57) o Negueruela de Cidamón (1842-57).
Ahora que el vocablo de 'reto demográfico' está en boca de muchos; estos pueblos riojanos que sufrieron en primer término el zarpazo de la despoblación nos recuerdan que, lejos de contenerse, el mal avanza imparable y que, de no actuar con prontitud, la hemorragia demográfica puede acabar con muchas de las localidades de La Rioja.
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