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Zigor Aldama
Enviado especial. Kiev
Domingo, 24 de abril 2022, 00:22
David contra Goliat. Así se puede resumir la narrativa imperante a nivel mundial para describir lo que le ha sucedido a Rusia en su intento de invadir Ucrania. Más aún si se dan por buenas las cifras que ofrece el Gobierno de Kiev, que reconoce ... unos 3.000 militares fallecidos entre sus filas frente a más de 20.000 en el bando de Moscú. Yuriy Sak, teniente, consejero del ministro de Defensa y portavoz de ese departamento, asegura en una entrevista con este periódico que son «estimaciones bastante fiables» y recuerda que en la guerra «siempre son los atacantes quienes sufren el mayor número de bajas».
Pone como ejemplo el sitio de Mariúpol: «La superioridad militar rusa es abrumadora y, sin embargo, un pequeño grupo de soldados logra mantener su posición. Continúan matando a los rusos y destrozando sus tanques». Sak añade que, para que una invasión resulte exitosa, «los atacantes necesitan al menos una superioridad numérica de cinco a uno, una proporción que se traslada también a las cifras de muertos».
Sobre el terreno, es evidente que Rusia ha sufrido grandes pérdidas. Los alrededores de Kiev están plagados de tanques, blindados y cadáveres de sus soldados. «Claro que Putin no quiere reconocerlo y prefiere dejar a las madres sin los cuerpos de sus hijos que reconocer las bajas», señala Sak. Pero la retirada de los rusos también ha revelado el horror que la población civil ha sufrido bajo su ocupación. Las fosas comunes de Bucha, Mariúpol y la devastación de localidades como Borodianka han helado la sangre del mundo. Y la batalla no ha acabado, solo se ha trasladado al este, a la región rusoparlante del Donbás. Y, allí, Vladímir Putin tiene más ventaja porque se puede aprovisionar con más facilidad.
-Hasta ahora han conseguido repeler su invasión. ¿Cuáles han sido las claves de este éxito militar inicial de Ucrania?
-Para responder a esta pregunta tenemos que remontarnos a 2014, cuando Rusia inició la invasión de nuestro país y se anexionó Crimea. Desde entonces, nuestras tropas se han ido preparando para una agresión a mayor escala, tanto desde el punto de vista psicológico como militar. El Ejército ha llevado a cabo una transformación considerable. Se ha modernizado, está muy motivado y ahora tiene experiencia de combate.
-Moscú no esperaba ese cambio.
-Nuestros aliados de la OTAN han entrenado a los soldados y les han proporcionado armamento avanzado. Por eso, el 24 de febrero -cuando Rusia inició su 'operación militar especial'- el Ejército ucraniano no era el mismo que hace ocho años, cuando estalló la guerra en el Donbás. Rusia ha infravalorado esta modernización. Y también muchos otros países que no creyeron posible que resistiésemos tanto.
-Tampoco se esperaba gran cosa de su presidente, Volodimir Zelenski, cuya imagen estaba muy ligada a su pasado como actor cómico.
-Tenemos informes que revelan cómo muchos en Occidente creyeron que huiría, que se marcharía del país. Y creo que Putin también lo esperaba. Rusia acumuló tropas en la frontera y en Bielorrusia, y pensó que eso amedrentaría a nuestros líderes políticos y militares. Pero se ha demostrado que estaba equivocado.
-En parte gracias al envío internacional de armamento más avanzado que el ruso.
-Sí. Como los misiles Harpoon y Starstreak del Reino Unido, las jabalinas antitanque de Estados Unidos o los 'Stinger' que recibimos de diferentes países incluso antes del inicio de la guerra. Han sido muy efectivos para provocar grandes pérdidas entre los rusos, pero sirven de poco si no hay un Ejército motivado que las utilice. Cuando Putin vio que se le atragantaba la invasión terrestre cambió de táctica y comenzó a lanzar todos los misiles a su alcance.
-¿Dio usted credibilidad a las advertencias de Estados Unidos que anunciaban la invasión y que gran parte del mundo desoyó?
-Lógicamente, nosotros recibíamos detallados informes de Inteligencia sobre los planes de Rusia para lanzar una invasión. Reconozco que todos teníamos la esperanza de que no se materializasen, de que la presión internacional y las repercusiones económicas lo evitasen, pero la experiencia anterior nos hizo tomar la amenaza en serio. En 2014, el mundo tampoco creyó que Rusia fuese a invadir Crimea y lo hizo. Ahora amenaza a Finlandia y a los Estados bálticos, y su maquinaria de propaganda, que transmite las opiniones que el Kremlin no se atreve a verbalizar en público, demuestra que esta guerra no acabará en Ucrania, salvo que estemos bien armados y protejamos así el futuro de Europa.
-Ahora la mayoría tampoco cree que Putin vaya a poner la diana más allá de Ucrania. ¿Cree que es otro error?
-Es un gran error pensar que Putin no ambiciona ir más allá. Hay que rebobinar un poco y analizar discursos como el que pronunció en diciembre de 2021, en el que lanzó un ultimátum a Occidente para que la OTAN se replegase al territorio que ocupaba antes de 1991. Eso quiere decir que muchos países, como Polonia o Hungría, no deberían pertenecer a la Alianza. Es un error pensar que Putin no está muy loco. Y lo que está haciendo en Ucrania prueba que es una persona completamente desconectada de la realidad. Y con gente como él no funciona el diálogo. Me recuerda a lo que sucedió cuando los líderes europeos trataron de apaciguar a Hitler antes de que invadiese Polonia.
-Menciona a Hitler, y muchos les acusan a ustedes de acoger militares nazis. ¿Qué tratamiento están dando a los soldados rusos capturados y muertos?
-No es exactamente mi campo, pero le puedo asegurar que las fuerzas armadas de Ucrania están dispensando al enemigo un tratamiento acorde al que recogen la Convención de Ginebra y la legislación internacional. De hecho, hemos estado demandando a la parte rusa que haga lo mismo y que intercambie prisioneros y fallecidos para darles tratamiento médico y un funeral digno. Pero como Rusia rehúsa dar a conocer las cifras oficiales de bajas, prefiere listar a los caídos como desaparecidos en vez de dedicarles funerales masivos que dejarían en evidencia su fracaso.
-Hemos visto vídeos de soldados ucranianos disparando en la pierna a rusos.
-Estamos en una guerra en la que se producen combates cruentos y no todo se puede controlar, pero los soldados ucranianos están respetando las normas de la guerra, y las autoridades están incluso invitando a investigadores extranjeros para documentar los crímenes de guerra -España enviará un grupo de casi 40 expertos- y recabar pruebas para la Corte Penal Internacional. No tenemos un doble rasero ni nada que esconder.
-¿Cuánto tiempo cree que pueden resistir en el este?
-Estamos convencidos de que vamos a ganar esta guerra, la única incógnita es a qué precio. Precio humano, pero también de destrucción. En manos de nuestros aliados está la duración del conflicto y, por lo tanto, el grado de devastación. Deben dejar de procrastinar y actuar ya.
-El armamento es un notable punto de fricción con sus aliados.
-Es el mayor desafío, tanto a nivel militar como político. Desde el primer día tratamos de hacer llegar un mensaje sencillo: necesitamos armamento pesado. Tanques, blindados, cazas. Cada día de retraso provoca la muerte de civiles y la destrucción de ciudades. En su día reclamamos una zona de exclusión aérea y rápido se hizo evidente que no iba a suceder. Así que dijimos, vale, lo haremos nosotros, pero enviadnos las herramientas para lograrlo. Estamos agradecidos por la ayuda, pero es insuficiente.
– Países como España han incrementado el envío de armamento y cada vez más sofisticado.
– Afortunadamente, esta semana las cosas han comenzado a cambiar y empezamos a recibir este armamento, que marca un punto de inflexión. Porque no es lo mismo tener que estar a 700 metros para destruir un carro de combate con una jabalina que hacerlo con artillería a 30 kilómetros. Esto cambia por completo la dinámica del combate y reduce nuestras bajas. Necesitamos más tanques y, sobre todo, cazas. La superioridad aérea todavía es rusa. Cuanto antes tome Occidente la decisión de enviarlos, más vidas se salvarán y antes recuperaremos la paz en Europa.
– Pero ¿entiende usted las implicaciones de lo que demanda y por qué la OTAN no quiere involucrarse de una forma más directa?
– Entiendo que, al enfrentarse con un enemigo tan impredecible como Putin, la OTAN actúa con dificultad porque no es un país sino una organización formada por países de ideologías e intereses geopolíticos muy diferentes. Así es difícil alcanzar la unanimidad requerida para actuar. También entiendo que haya quienes quieren evitar la Tercera Guerra Mundial a toda costa, y el presidente Biden ya ha dejado claro que sus tropas no van a entrar en Ucrania.
– Hay muchos rumores sobre la posibilidad de que Putin dé por concluida la operación el próximo día 9, el Día de la Victoria.
– Creemos que, en efecto, el Kremlin desea celebrar esa jornada con algún tipo de victoria. Pero lo cierto es que, en dos meses de guerra, no ha sido capaz de anotarse ninguna. De ahí que esté destinando todos sus recursos al este, en una segunda fase de la invasión en la que utiliza bombarderos estratégicos que llevan el combate a otro nivel. Estamos repeliendo estos ataques. Así que Rusia sigue muy lejos del éxito. Y, si recibimos ese armamento pesado, les fastidiaremos el Día de la Victoria.
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