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salvador arroyo
Corresponsal en Bruselas
Lunes, 19 de noviembre 2018, 20:46
La propuesta franco-alemana de que la eurozona llegue a contar con un presupuesto propio la digirieron este lunes los diecinueve responsables de Finanzas y Economía del club sin mucha euforia durante la reunión que mantuvieron en Bruselas. La «importante contribución» a la cohesión de ... los Estados que comparten la misma moneda, como juzgó la idea Mario Centeno, presidente del Eurogrupo, se analizó sí, y en términos generales agrada. Aunque hay 'peros'. Y es que no termina de seducir a un núcleo de socios, encabezados por Holanda, que se muestran reacios a continuar arriesgando recursos propios en pro de la consistencia del euro mientras otros (léase Italia) se saltan las reglas y lo llevan al límite con planes presupuestarios que descarrilan.
Los ministros francés, Bruno Le Maire, y alemán, Olaf Scholz, fueron los encargados de exponer a sus colegas los detalles de una fórmula de estabilización desvelada la pasada semana por sus jefes, Emmanuel Macron y Angela Merkel. Se trata de un instrumento compatible con el presupuesto de la Unión Europea con el que se pretende engrasar aún más la convergencia entre las economías de los 19, financiar inversiones públicas y, al mismo tiempo, dar oxígeno a los miembros que se enfrenten a eventuales crisis disminuyendo la «presión sobre las finanzas públicas». La música suena bien. Y, de hecho, la acogida general «fue muy buena».
España, sin ir más lejos, rema a su favor. Ha participado en los debates previos de ambas delegaciones de «manera activa». Y ayer Nadia Calviño tomó la palabra nada más concluir la exposición franco-alemana. La ministra incidió en que el nuevo mecanismo debe incorporar un sistema europeo de protección del desempleo como complemento a los existen en las economías nacionales. «Y posiblemente se haga». Nada seguro, en cualquier caso, pese a que «ha habido buenos progresos. Pero hoy no era el día para llegar a acuerdos o conclusiones», subrayó la responsable del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
El mismo hilo argumental que siguieron Pierre Moscovici, comisario responsable de Asuntos Económicos, y el propio Centeno. Lo dejaron en «una buena discusión» en favor del refuerzo de la arquitectura del euro que, además, coincide con los planteamientos realizados a principios de este año por la propia Comisión Europea y que «posibilitaría una recuperación económica más rápida». Pero ahí se quedó todo, en «ambiente constructivo» y «acogida favorable». Lo dicho, la música gusta, pero no hay unanimidad en la letra, como reconoció la propia Calviño.
Holanda ya había dado un toque claro antes de la reunión. Su responsable de finanzas, Wopje Hoekstra, aseguraba que en el proyecto que enarbolan París y Berlín como parte de su idilio proeuropeista «quedan muchas cuestiones» pendientes. Y miró hacia adentro a la hora de dar la «clave» de un hipotético respaldo: «tenemos que ver si va en interés de nuestro país». Hoekstra expresó también su preocupación por el pulso que Roma está manteniendo con Bruselas. Y se mostró duró en la receta: «es imperativo que la Comisión haga lo que vaya en el interés de todos los países europeos», zanjó.
Su voz tronó entre el silencio y la cautela de los demás. Porque ayer Italia tampoco tocaba. No, al menos ante los micrófonos. Al gobierno de Mateo Salvini y Luigi Di Magio, y a su desbocado plan presupuestario que eleva el gasto sin respetar los límites que impone la UE ni los niveles de reducción de deuda pactados, el paso se lo marcará este miércoles la Comisión Europea. Un dictamen que previsiblemente abrirá el camino a la apertura de un procedimiento por déficit excesivo, y a una batería de sanciones.
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