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juan carlos barrena
Berlín
Jueves, 22 de agosto 2019, 22:39
Nueve años y medio de cárcel por homicidio y lesiones físicas graves. Ésa fue la condena dictada este jueves por la Audiencia de Chemnitz contra el ciudadano sirio Alaa S., de 24 años, por la muerte a puñaladas del alemán de 35 años y origen ... cubano Daniel Hillig. El crimen, cuyo aniversario se cumple el lunes próximo, provocó los más graves disturbios xenófobos que se recuerdan en los últimos años protagonizados por ultraderechistas y neonazis en el este de Alemania.
Imágenes de manifestantes ultras, marchas de neonazis y hooligans radicales, las amenazas racistas a quienes se cruzaban en su camino y los saludos nazis de muchos de ellos, un gesto penado con la cárcel en este país, dieron la vuelta al mundo. Un restaurante judío y otros tres locales gastronómicos extranjeros fueron pasto de las llamas en Chemnitz. Durante semanas la pequeña localidad sajona acaparó los titulares de la prensa internacional. Los desmanes de la ultraderecha hundieron su imagen.
Graves repercusiones. El caso le costó la cabeza al director de los servicios secretos y casi acabó con la coalición de gobierno
La discusión sobre si hubo o no 'caza de extranjeros' en las calles de la localidad sajona estuvo a punto de reventar la gran coalición de conservadores y socialdemócratas a las órdenes de Angela Merkel y provocó semanas después el cese y jubilación anticipada del entonces director de los servicios secretos interiores alemanes (BfV), Hans Georg Maassen, de quien llegó a afirmarse que estaba «ciego del ojo derecho», una manera muy alemana de decir que hacía la vista gorda ante los excesos de la ultraderecha.
Los hechos tuvieron lugar en la noche de las fiestas locales y durante un encuentro fortuito entre un grupo de alemanes y varios refugiados, al parecer todos con algunas copas de más. Una discusión anodina acabó en reyerta a puñaladas. Daniel Hillig fue alcanzado mortalmente y uno de sus amigos resultó gravemente herido. El tribunal encontró culpable del apuñalamiento a Alaa S. y otro hombre iraquí que se encuentra huido. Otros refugiados inicialmente sospechosos fueron dejados en libertad sin cargos.
La sentencia no es firme
Ante la dimensión política del caso, la defensa del joven sirio exigió poco antes de la lectura de la sentencia la libertad inmediata de su cliente. «Éste no ha sido para nosotros de ninguna manera un proceso normal», dijo el abogado Frank Wilhelm Drücke, quien apeló al jurado popular para que no se dejara influir por las demandas de la política o la sociedad y mucho menos por la «turba merodeante». Ricarda Lang, otra letrada del joven sirio, acusó a la Fiscalía de buscar a toda costa una sentencia inculpatoria «para que Chemnitz recupere la tranquilidad».
Alaa S. se negó a hablar durante las diecinueve sesiones del juicio. En la última, su traductor oficial expresó el deseo del acusado de tener una sentencia justa. En todo caso el veredicto no es firme y puede ser recurrido hasta el Tribunal Supremo como última instancia. Lo cierto es que en el proceso no hubo pruebas objetivas que demostraran su culpabilidad. Ni en el cuchillo usado en el crimen ni en la ropa del muerto se encontraron huellas de ADN del ya condenado.
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