Rafael M. Mañueco
Moscú
Martes, 22 de octubre 2019, 14:35
Cinco menores, entre 18 meses y 6 años, y dos adultos perecieron abrasados por las llamas provocadas por Alexánder Komarov, de 37 años, en la madrugada del pasado día 19. Otras tres personas sufrieron quemaduras de distinta consideración. Hoy en Rostov el Grande, localidad ... cercana a la capital rusa en donde tuvo lugar la tragedia, se celebran los funerales. El gobernador local han declarado tres días de luto.
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La noche del 18 al 19 de octubre en Rostov el Grande, en la región vecina de Moscú de Yaroslavl, Komarov prendió fuego a la casa de madera con el fatídico número 13 de la calle Léninski. Allí se encontraban Anastasia Kurkiná, de 23 años, con sus tres hijas, Milana de seis, Alina de tres, y Evguenia, de 18 meses. Todos ellas perecieron a causa del incendio igual que Polina, de cuatro años, y Serguéi, de dos, en el piso de arriba. La madre de Polina y Serguéi, Anastasía Lendiniova, salvó la vida, pero se encuentra ingresada en estado grave. También fue recuperado con vida el marido de Kurkiná, Ígor Vaniushev, de 35 años, que también se encuentra hospitalizado. El segundo adulto fallecido es Vladímir Urbaj, tío de Vaniushev.
Komarov, está ya a disposición judicial y, según la investigación, pegó fuego a la casa para «castigar» a un joven llamado Ruslán, residente del edificio siniestrado y que, al parecer, le robo 70 rublos (un euro) al hijo del incendiario. El propio Komarov declaró que actuó bajo el efecto del alcohol y que desconocía quién vivía exactamente en la casa.
Komarov relató a la Policía cómo utilizó un mechero para quemar una silla abandonada que colocó a la entrada de la edificación de madera al filo de las cuatro de la mañana. La llamas se propagaron con gran rapidez mientras las gente dormía. El asesino explicó que su hijo se quejó de la desaparición de 70 rublos del bolsillo de la chaqueta que dejó en el vestuario.
El adolescente afirmó que el dinero se lo quitó su compañero de clase, Ruslán. A Komarov le pareció aquello una injusticia indignante y decidió actuar contra el ladrón quemando su vivienda. Se da la circunstancia de que Ruslán, que ha negado el robo de los 70 rublos, no se cuenta entre las víctimas del siniestro, un acontecimiento que ha conmocionado, no sólo a los habitantes de Rostov el Grande, sino a todo el país. Los vecinos de la casas circundantes aseguran que escucharon gritos desgarradores de los niños antes de morir quemados o asfixiados por el humo. El pirómano podría enfrentarse ahora a una pena de cadena perpetua.
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