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íñigo gurruchaga
Corresponsal. Londres
Martes, 29 de octubre 2019
Reino Unido elegirá un nuevo Parlamento el 12 diciembre, cuando la noche cae a las 15.30 en la circunscripción de Caithness, la comarca más septentrional de Escocia, y en la región de Cumbria, en el noroeste de Inglaterra, azota invariablemente un viento fuerte ... y frío. La escena descrita por los diputados elegidos por esas regiones parece épica y el primer ministro, Boris Johnson, quiere que sea el telón de fondo para lograr la mayoría que le permitiese consumar su Brexit.
Desde el primer día en el que fue elegido por miembros del Partido Conservador para sustituir a la primera ministra, Theresa May, las palabras de Johnson han tenido un doble eje. Por un lado, perseguía un Acuerdo de Retirada de la Unión Europea cambiando el pactado por May y bajo la amenaza de marcharse sin más. Por otro quería librarse de un Parlamento en el que los 'tories' no tienen mayoría.
Lo logró este martes, porque el Partido Nacional de Escocés(SNP) ha empujado desde hace semanas para la celebración de elecciones, en las que espera ganar casi todos los 59 escaños en la región. Porque los Liberal-Demócratas, a quienes los sondeos prometen un ascenso, se sumaron a la petición el fin de semana. Iban a presentar ambos partidos una ley para provocar los comicios. Johnson anunció en la noche del lunes que él presentaría la suya. Una mayoría simple bastaba.
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Pero este es un Gobierno de locos, el Gobierno con una mayoría de 30 escaños para tramitar el Acuerdo de Retirada que lo metió en un cajón porque le negaron su aprobación en 48 horas y por eso también su prometido 'brexit' el día 31. El lunes publicó su ley electoral pero dejó en la mesa de mociones, pasadas las diez de la noche, un solo ejemplar de la que estipulaba el calendario. La ley se iba a tramitar este miércoles sin aceptar enmiendas.
Una diputada laborista, Stella Creasy, recordó que no era la primera vez en la que el Gobierno actúa así y añadió que «dejar que esta moción pase sin cumplir todas las reglas es como dejar que Lance Armstrong conservase sus medallas». Con los conservadores, los independentistas y los 'lib-dems' dispuestos a votar en favor de unas elecciones inmediatas, qué podían hacer los encogidos laboristas de Jeremy Corbyn sino sumarse a la causa. Montaron eso sí un teatrillo de resistencia.
Creasy convenció a una mayoría de diputados de votar para que la ley se sometiera a las reglas de un Parlamento democrático. Ganó la votación, 312 contra 295, y la noria comenzó de nuevo a girar. El Gobierno había fracaso en su intento de evitar que la oposición presentase enmiendas a la ley para incluir a votantes de 16 y 17 años o a residentes de la UE.
Las enmiendas llegaron a la mesa del vicepresidente de los Comunes. Allí estaban: voto a los 16, voto de los residentes UE y elecciones el 9 en vez del 12. Se extendieron rumores de que el Gobierno estaba dispuesto a retirar la ley. El Rasputín de la Britannia del Brexit, Dominic Cummings, asesor de Johnnson, lo confirmó a un periodista en la calle: «Aprobarán el voto de residentes europeos y retiraremos la ley».
El vicepresidente del Parlamento, Lindsay Hoyle, tenía que decidir qué enmiendas iban a someterse a votación. En la época de Tony Blair se distinguía entre nuevos laboristas y viejos laboristas. Hoyle es 'Old Labour'. Circunscripción en comarca industrial del norte, su padre era también diputado y es ahora lord, padre e hijo han sido baluartes de sucesivos gobiernos de Gibraltar en el laborismo.
Hoyle es uno de los candidatos a sustituir esta semana al presidente cesante de la Cámara, John Bercow. No es razonable reducir sin debate previo la edad del voto o dar a los residentes europeos un derecho de votar en elecciones generales que no tienen los británicos residentes en la UE, pero rechazar esas enmiendas le vino muy bien a Hoyle en su campaña electoral para ganarse las simpatías conservadoras.
Desprovisto el Gobierno de más excusas para acuchillarse a sí mismo, la Cámara de los Comunes aprobó la ley sin necesidad de votación y se aburrió después discutiendo sobre si las elecciones serían el 9 o el 12. El resto de la tramitación culminará en los próximos días y los diputados partirán hacia una campaña definida por la división del Brexit y que se celebra, la última vez fue en 1923, en diciembre.
Ya es oficial. La UE otorgó este martes carácter formal a la tercera prórroga del 'brexit', que aplaza tres meses más el divorcio; hasta el 31 de enero (con salida efectiva el 1 de febrero). Tras el acuerdo alcanzado el lunes por los embajadores permanentes de los Veintisiete en Bruselas y después de que Londres aceptase la propuesta, la extensión del Artículo 50 ya es vinculante para las partes. Tendrá carácter flexible (la escisión sería posible antes, y se materializa el primer día del mes siguiente a que se complete toda la tramitación legal del acuerdo). Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, emplazó al Gobierno y Parlamento británicos a hacer «el mejor uso posible» de la prórroga porque «podría ser la última». También se despidió: «mi misión está llegando a su fin. Mantendré los dedos cruzados por vosotros».
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