El último rastro de CryptoQueen, la gran estafadora
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La fundadora de OneCoin, en la lista de los diez más buscados del FBI y la Interpol por defraudar más de 4.000 millones de euros, reaparece en DubáiSecciones
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La fundadora de OneCoin, en la lista de los diez más buscados del FBI y la Interpol por defraudar más de 4.000 millones de euros, reaparece en DubáiDesapareció una noche que viajaba de Sofía, capital de Bulgaria, a Atenas, hace siete años. El FBI y la Europol la tienen en sus listas de los diez más buscados, pero ni siquiera así se ha logrado volver a ver a Ruja Ignatova. Se hacía ... llamar CryptoQueen y estafó a más de tres millones de personas alrededor del planeta tras la fachada de una criptomoneda que competiría con el Bitcoin, el más famoso del dinero virtual. Las autoridades norteamericanas estiman que el desfalco asciende a los 4.000 millones de euros, mientras que las alemanas triplican esta cifra.
Hay dos hipótesis principales que intentan resolver la incógnita de su paradero. Una, que fue asesinada y desmembrada en Grecia, último país que registró su entrada, por una mafia a la que no devolvió el capital. La segunda, que se esconde en un país que no colabora con las autoridades occidentales. Su cabeza tiene precio. El FBI ofrece 230.000 euros por cualquier información que conduzca a su captura.
Ahora, un reciente hallazgo expone el último rastro dejado por la fundadora de OneCoin, que desmiente la primera teoría y reafirma la idea de que sigue viva y mantiene un alto nivel de vida. La reina de la criptomoneda habría vendido una de sus lujosas propiedades, un ático en Dubái, según una filtración de los registros de Emiratos Árabes Unidos al Proyecto de Denuncia del Crimen Organizado y la Corrupción (Organized Crime and Corruption Reporting Project, OCCRP). «Los activos de los presuntos estafadores se vendieron por millones, privando potencialmente a las víctimas de la oportunidad de recuperar parte de sus pérdidas, que en algunos casos eran ahorros familiares», señala la investigación publicada a mediados de este mes.
30 países
sirvieron para lavar el dinero defraudado, según una investigación conjunta de cinco unidades policiales españolas: Liechtenstein, Alemania, España, Suiza, Sudáfrica, Dinamarca, Francia, Portugal, Hong Kong, Hungría, Polonia, Reino Unido, Turquía, República Checa, Eslovaquia, Rumanía, Lituania, Letonia, Israel, Islas Mauricio, India, Chipre, Bélgica, Bulgaria, Georgia, Islas Marshall, San Vicente y Granadinas, Islas Seychelles, Kazajistán, Malasia, Mali, Nueva Zelanda y Perú.
Vendido en 2019, el ático de 500 metros cuadrados de Ignatova se valora en alrededor de dos millones de euros. Ubicado en Palm Jumeirah, el archipélago de islas artificiales con forma de palmera, CrytoQueen lo compró en 2015, cuando su estafa estaba en pleno apogeo, captando fondos de inversores y familias en Europa, las dos Américas y África. Lo vendió cuando ya enfrentaba acusaciones penales y su sistema de estafa piramidal se había derrumbado. En el momento del traspaso era una fugitiva y no se reporta impedimento alguno para cerrar la venta.
«Los registros de propiedad de Dubái filtrados muestran que los inmuebles se vendieron después de que (Ignatova y un socio) fueran acusados de delitos penales tras el colapso de OneCoin, lo que plantea dudas sobre la aplicación de las normas contra el lavado de dinero», acusa OCCRP. Emiratos Árabes respondió, a través de un comunicado de sus embajadas, que «trabaja para interrumpir y disuadir todas las formas de financiación ilícita».
Los pisos, revela la investigación, estaban a nombre de sociedades fantasma, creadas para desviar el dinero de los incautos que compraban paquetes de 'tokens'. A diferencia de las criptomonedas legales, OneCoin no tenía respaldo de lo que se conoce como 'blockchain', un sistema basado en la «minería de datos», que sirve como 'banco central' al sustentarse en un interés real y público sobre una moneda virtual para el intercambio comercial. Pero OneCoin era un invento sustentado en el esquema Ponzi, en el que los que están en la cima se enriquecen por las comisiones que reciben por cada nueva captación. Sus actos llenaban estadios, incluido el de Wembley, en Londres, con grandes escenografías.
Cuando se hizo la venta del ático árabe, que sale a la luz por una filtración de documentos similar al 'Panama Papers', la teoría de la muerte violenta de Ignatova, alemana de origen búlgaro, se imponía con más fuerza que la de la reconstrucción facial y física con cirugía plástica. «Un exjefe de policía fue asesinado en Sofía y los documentos encontrados en su casa indican que la fugitiva Ruja Ignatova fue asesinada en un yate en Grecia en noviembre de 2018 y su cuerpo desmembrado y arrojado al mar Jónico», aseguraba la Oficina de Informes y Datos de Investigación (Bureau for Investigative Reporting and Data, Bird). El FBI, sin embargo, niega que existan pruebas que confirmen su asesinato.
Su alias se lo puso ella misma, cuando trabajaba en la consultora McKinsey, hace quince años. Nacida en 1980, había estudiado en Reino Unido y Alemania y fundó OneCoin en 2014. Para cautivar a los ambiciosos, ofrecía multiplicar por 50 la inversión inicial, que era de un mínimo de 5.000 euros.
CrytoQueen comenzó pronto a comprar inmuebles, desde villas hasta casas; negocios, como restaurantes y hoteles, y objetos de lujo, de joyas a barcos. Movía el dinero de un país a otro y de una tapadera a otra, en pequeñas sumas y miles de transacciones. Duró dos años hasta que las autoridades reaccionaron en Alemania y Estados Unidos, que prohibieron OneCoin poco antes de que Ignatova desapareciera. Se preparaban varias causas por fraude, y se le vinculaba también con el blanqueo de capitales de una narcomafia.
2 millones de euros
pagaron por el ático que Ruja Ignatova vendió en 2019, ya prófuga, y que queda en un archipiélago de islas artificiales en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
Aunque Ignatova esté ilocalizable, los procesos en contra de los directivos de OneCoin prosiguen. Su hermano, Konstantin Ignatov, a quien dejó a cargo de la compañía tras su fuga, estuvo encarcelado tres años y fue liberado hace un par de meses, gracias a su colaboración con la justicia. En Londres se anunció este año una demanda colectiva de personas que, en algunos casos, lo perdieron todo.
No hay señalamientos públicos de CryptoQueen en España. Sin embargo, sí hay un rastro de sus posibles delitos: la Audiencia Nacional investiga los casos de fraude cometidos contra españoles, por «una banda o grupo organizado que opera desde la república de Bulgaria, si bien camuflan tanto sus identidades como las direcciones de correo y teléfonos utilizados para simular que lo hacen desde otros territorios», según una sentencia del Supremo que determinó la competencia de este tribunal para juzgar una trama que afecta a más de 400 personas por una cifra cercana a los 20 millones de euros.
Las denuncias de los afectados y la investigación policial datan de la época del estallido de OneCoin y el proceso judicial empezó en 2020. «Su operativa supuestamente delictiva consiste en captar clientes a los que ofrecen una suculenta rentabilidad, mediante anuncios en prensa de tirada nacional, así como en sedes digitales y utilizando a veces, de forma fraudulenta, imágenes de personas de relevancia social».
La «desmesurada rentabilidad ofrecida mediante una pequeña aportación de capital» convencía al incauto de ingresar más dinero, que luego no podía recuperar, explica la sentencia, que cita dos instrucciones en juzgados de Zaragoza y Cataluña. Cada euro era «lavado entre multitud de cuentas bancarias y empresas». Las pesquisas nacionales descubrieron 237 firmas pantalla en 30 países distintos, incluido España, donde los criminales operaban a través de 99 cuentas bancarias (de un total de 235). La prófuga, que una vez reinó con malas artes en el universo de las criptomonedas, sigue desaparecida. Las nuevas pistas apuntan a otro reino, Dubái, como guarida, o al fondo del mar, mientras las causas en su contra se acumulan.
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