rafael m. mañueco
Corresponsal. Moscú
Viernes, 14 de agosto 2020, 23:03
Los Veintisiete acordaron este viernes iniciar el proceso para adoptar nuevas sanciones contra el Gobierno de Alexánder Lukashenko en Bielorrusia, país que este viernes vivió una nueva convulsión interna con la excarcelación de un millar de detenidos durante las protestas de esta semana que narraron ... episodios de tortura y malos tratos. Al tiempo, nuevos sectores se han sumado a las protestas contra el Ejecutivo y el resultado de las elecciones presidenciales del pasado domingo, que califican de «fraude».
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Los ministros de Exteriores de la Unión Europea, en un consejo celebrado por videoconferencia, declararon que «la UE no acepta el resultado electoral. Comienzan los trabajos para sancionar a los responsables de la violencia y del fraude», según aseguró el Alto Representante de Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell. Las sancioneds abarcarían desde la congelación de activos a la prohibición de viajar a territorio comunitario de quienes se considere responsables del «fraude» y de los episodios de represión.
Mientras a nivel internacional se suceden los reproches al presidente bielorruso, dentro del país trabajadores de numerosas fábricas, médicos y algunos colectivos del mundo del arte y de la cultura se unieron este viernes a la demanda de que Alexánder Lukashenko cese la violencia contra los manifestantes y entregue el poder. Hasta la Iglesia Ortodoxa ha pedido al déspota que pare la represión. Aunque la sociedad bielorrusa está dividida, cada vez son más los que creen que hay que buscar una salida negociada a la actual crisis porque entienden que los resultados de los comicios del domingo fueron efectivamente manipulados.
Las calles de las principales ciudades del país, por sexto día consecutivo, se llenaron otra vez de ciudadanos pacíficos condenando la actuación de los antidisturbios y exigiendo unas nuevas elecciones. En este contexto continuó la liberación de detenidos que comenzó el jueves por la noche. A los mil primeros que salieron de los calabozos se unieron este viernes otros mil, muchos de los cuales han denunciado torturas, vejaciones y condiciones insufribles en unos centros de detención abarrotados e insalubres.
Las autoridades reconocen que se practicaron casi 7.000 arrestos desde el domingo, con lo que son todavía muchos los que permanecen en las mazmorras. Activistas bielorrusos residentes en Cataluña aseguraron que entre los confinados en el centro de detención de Okréstina, en la parte suroeste de Minsk, había una pareja española, extremo que el Consulado español está comprobando.
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La organización Amnistía Internacional sostiene que ha habido abusos con las mujeres y a muchos hombres les desnudaron y les obligados a andar a cuatro patas mientras eran apaleados brutalmente con porras.
El ministro del Interior bielorruso,Yuri Karáev, negó abiertamente que se haya torturado a nadie aunque reconoció que «pagaron justos por pecadores». «Hubo gente pacífica que fue detenida sin motivo», admitió, e incluso pidió perdón por ello. La organización de defensa de los derechos humanos bielorrusa, Viasna, exigió que se acelere la puesta en libertad de los que siguen detenidos, a lo que Karáev respondió que entre los manifestantes había activistas agresivos que hirieron a más de medio centenar de policías.
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Este viernes se supo que el joven muerto el lunes durante las protestas se llamaba Alexánder Taraikovski, de 34 años y era residente en Minsk. Según Interior, falleció a causa de las heridas que le produjo un artefacto que supuestamente se disponía a lanzar contra los agentes. Sin embargo, este viernes se público el vídeo de una cámara de seguridad en donde se ve que lo que acabó con su vida fue un disparo de una granada aturdidora que le alcanzo el pecho.
Lukashenko reapareció este viernes tras varios días atrincherado para presidir una reunión gubernamental. «Estoy vivo todavía y no me he ido al extranjero», soltó nada más comenzar el encuentro. Y advirtió que no permitirá las huelgas en las principales compañías del país.
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Cientos de personas, pertenecientes a los casi 7.000 arrestados en Bielorrusia durante los disturbios, narraron este viernes la vejaciones y malos tratos sufridos en la cárcel. «Pensábamos que íbamos a ser enterrados aquí», aseguraba Yana Bobrovskaya, de 27 años, al salir de una prisión de Minsk. «Pueden hacer todo lo que quieran, y nosotros no tenemos ningún derecho», declaraba esta profesora, que pasó cuatro jornadas encerrada en una celda de cuatro plazas junto con cincuenta detenidos.
Los excarcelados aseguraron que fueron privados de comida y agua, no les dejaron dormir y sufrieron golpes y torturas con electricidad. De hecho, varias personas tuvieron que ser trasladadas al hospital tras su salida de la cárcel. Entre ellos, figuraba Maxim Dovyenko, de 25 años, que afirma que ni siquiera participó en las protestas, sino que simplemente se encontró en el lugar en el momento de la represión policial. «Me pegaron muy fuerte en la cabeza, mi espalda está llena de moratones tras los golpes con porras, y luego me quemaron las manos con cigarros», cuenta.
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