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M. P.
Lunes, 30 de agosto 2021
Estados Unidos supervisó de modo especialmente exhaustivo el último día de la retirada de sus tropas de Afganistán. El Pentágono reconoció este lunes que este momento histórico después de veinte años de invasión era «particularmente peligroso», por lo que los militares permanecieron en alerta máxima ... ante la eventualidad de que el Estado Islámico pudiera organizar otro atentado de gran envergadura en las horas finales de ocupación. La alarma vino reforzada por el ataque perpetrado este lunes contra el aeropuerto Hamid Karzei con el lanzamiento de seis cohetes –cuatro de ellos cayeron cerca del aeródromo y los otros dos fueron interceptados–, que sigue a otros intentos de provocar una masacre como la del jueves pasado, con más de doscientas víctimas mortales, o el coche-bomba destruido con un dron cuando intentaba acercarse al complejo aéreo.
«Las fuerzas militares de EE UU emplearon de forma exitosa medidas de protección de fuerza para abortar ese ataque», indicó el subdirector de Logística del Estado Mayor, el general Hank Taylor, en referencia a esta última agresión, que repelieron las baterías antimisiles instaladas en el aeropuerto. Dos de los cohetes fueron alcanzados en el aire, según confirmaron varios testigos de la caída de metralla, y los restantes impactaron contra edificios cercanos.
El ataque ocurrió sobre las tres de la madrugada (hora local), no causó víctimas y su autoría fue reivindicada horas más tarde por el Estado Islámico del Khorasan (EI-K). «Los soldados del califato atacaron el aeropuerto internacional de Kabul con seis cohetes», señaló el grupo en un comunicado. Los terroristas utilizaron un coche aparcado en un barrio al norte de la ciudad como plataforma de lanzamiento, que quedó completamente calcinado.
El portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, apuntó desde Washington que los militares desplegados en la terminal aérea operaron bajo el convencimientos de que se enfrentaban a «amenazas potenciales» durante las escasas horas que les quedaban en el país antes de embarcar en los últimos aviones dispuestos para la evacuación. La salida era uno de los momentos más complejos, ya que la retirada de los soldados del perímetro del aeródromo y de las baterías antiaéreas les dejaba más expuestos que nunca. El presidente, Joe Biden, subrayó que la «prioridad» en esta jornada es «proteger a nuestras fuerzas».
Por razones de seguridad, fueron pocos los detalles que han trascendido sobre su último día en Kabul, pero, al parecer, la intención de Estados Unidos era transferir el mando de las instalaciones a un tercer país, posiblemente Turquía, para que se hiciera cargo de la torre de control. Los talibanes quieren que la terminal reanude cuanto antes los vuelos comerciales, que implican también la llegada de mercancías y suministros esenciales para la vida diaria en el país.
El portavoz de Defensa no ahorró en calificativos sobre el grado de amenaza que soportan las tropas frente al yihadismo. «Real», «concreto», «activo» y «específico», enfatizó Kirby. «Nos lo tomamos muy en serio. Ahora estamos en un momento particularmente peligroso», añadió.
El ritmo de los traslados se ha ralentizado tras el acelerón aplicado por todos los gobiernos a raíz de la matanza realizada el jueves por un yihadista armado con un chaleco explosivo. Así, Estados Unidos evacuó este lunes a 1.200 personas, entre ellas miembros del personal diplomático que quedaban en Afganistán.
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