Putin y el mundo de ayer
Su objetivo es cuestionar el orden internacional basado en reglas. Tirar todas las piezas del tablero para volver a empezar la partida con unas normas de otro siglo
arancha gonzález laya
Lunes, 28 de febrero 2022, 00:24
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arancha gonzález laya
Lunes, 28 de febrero 2022, 00:24
Ese disparo que, en un segundo, hizo saltar en mil pedazos, como un jarrón de terracota vacío, el mundo de seguridad y razón creadora en el que nos habían educado, en el que habíamos crecido y en el que nos sentíamos en casa...». Esta frase ... inolvidable de «El mundo de ayer: memorias de un europeo», de Stefan Zweig cobra un nuevo sentido al ver el ataque de Putin contra Ucrania. Un asalto brutal contra el pueblo de Ucrania, sin provocación, sin justificación, sin necesidad, encogiéndonos el corazón.
Treinta años después del final de la guerra fría, una gran potencia nuclear ha atacado a un país vecino y amenaza con represalias contra cualquier otro estado que pueda acudir en su rescate: nos encontramos ante un ataque directo a los principios fundamentales del orden multilateral.
En Kiev, Donbas o Dnipro están en juego la estabilidad de Europa y del sistema de Naciones Unidas, el derecho internacional, los derechos universales y nuestro orden de paz. Un mundo basado en las lecciones aprendidas que nos dejaron dos guerras mundiales en nuestro continente, o la vuelta al 28 de junio de 1914 en Sarajevo que describía Zweig.
La invasión de Ucrania ordenada por Putin cruza una línea en la historia de Europa forjada durante generaciones. Nuestros abuelos y abuelas acabaron con la Segunda Guerra Mundial. Nuestros padres y madres construyeron las instituciones que nos han permitido vivir en paz, libertad y prosperidad en las últimas décadas.
Desde la UE hemos hecho grandes esfuerzos para evitar esta situación. Se multiplicaron las llamadas a Putin al diálogo. El Canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, viajaron a Moscú buscando evitar lo peor. Alemania y Francia, los dos países en el corazón de Europa enfrentados en dos guerras mundiales, saben mejor que nadie que hoy nadie gana una guerra. Por eso su mano tendida no era debilidad, era responsabilidad, evitar el sufrimiento humano.
Nada de ello ha servido a Putin. Su objetivo último no es solo negar Ucrania, es poner en cuestión la estabilidad de Europa, es cuestionar el orden internacional basado en reglas. Tirar todas las piezas del tablero para volver a empezar la partida con unas reglas de otro siglo.
Por eso, en el mismo momento en que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunía para defender la soberanía de Ucrania y evitar la invasión, Putin declaró su guerra.
Las relaciones internacionales conllevan un elemento esencial de negociación por el poder político, geoestratégico. Es innegable que todo actor puede negociar, exigir garantías de seguridad, instalarse en su posición e incluso enrocarse como estrategia para escorar el acuerdo a su favor. Todo estadista puede hallar en su argumentario un motivo de agravio, sea presente o histórico. Pero bajo ningún concepto se puede aceptar que un país ataque a otro sin mediar agresión por parte del atacado.
Erasmo de Rotterdam decía «Hay quienes suscitan la guerra por la única razón de poder ejercer más fácilmente por esa vía la tiranía sobre sus súbditos». Y sin duda ese es uno de los factores por lo que Putin ha respondido con desprecio y se ha lanzado a la guerra. No estamos solamente ante la añoranza de un pasado imperial, nos encontramos ante la necesidad de afianzar su presente en una Rusia sin futuro que no logra salir del círculo vicioso de bajo crecimiento, poca inversión y mayor pobreza. Un régimen que castiga ferozmente también a quien en Rusia se atreve a pedir el cese de la agresión.
Por eso no nos queda otro camino que la unidad dentro de la UE, trabajando con el mayor número posible de aliados. No nos queda otro camino que las sanciones más severas sobre Putin y sus intereses, sabiendo que estas sanciones también nos repercutirán a nosotros. Es el momento de más solidaridad europea, ayudando a quien más va a sufrir el impacto de estas medidas en la Unión Europea, pero también en países terceros. Apoyando de manera urgente a Ucrania y su pueblo, con generosidad hacia quienes se verán obligados a huir de su país. Sabiendo que el coste será elevado pero que lo que está en juego es la esencia misma de nuestras sociedades: la libertad, la democracia y el respeto a la legalidad internacional.
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