Uno de los principales opositores bielorrusos, condenado a 14 años de cárcel

Antes de su detención, que se produjo el 18 de junio del año pasado, Babariko, que siempre ha negado los cargos que se le imputan, estaba considerado el principal adversario del presidente Alexánder Lukashenko. Según sus partidarios, la causa penal abierta contra él no perseguía otra cosa que apartarle de la lucha por ocupar la Presidencia del país. De hecho, la Comisión Electoral Central se negó a registrar su candidatura a los comicios. Y eso pese a que entonces Lukashenko, antes de que las encuestas se disparasen a favor de su oponente, aseguró que deseaba enfrentarse a él en las urnas.

Ayer, sin embargo, el dictador bielorruso dijo que «Babariko ha sido enjuiciado y sentenciado merecidamente», opinión que no comparte en absoluto la Unión Europea. En un comunicado de la oficina de prensa del jefe de la Diplomacia europea, Josep Borrell se insta a las autoridades bielorrusas a poner inmediatamente en libertad al dirigente opositor bajo pena de nuevas sanciones. Según la nota, la única razón en la que se basa su procesamiento «es haber intentado ejercer su derecho político como candidato».

Antes de su arresto, Babariko aseguró que la sociedad bielorrusa está «harta» de Lukashenko, al que reprochó, entre otras muchas cosas, su «pésima» gestión de la pandemia. Una de las propuestas del programa electoral del exbanquero era celebrar un referéndum para recuperar la Constitución de 1994, que limitaba el número de mandatos presidenciales, clausula que Lukashenko eliminó para perpetuarse en el poder.

El pasado mes de octubre, Lukashenko visitó en la cárcel a Babariko y a otros opositores tratando de escenificar un supuesto intento de «diálogo» que parase las protestas. Pero no funcionó porque lo primero que exigieron al autócrata fue que pusiese en libertad a todos los presos políticos. Lukashenko no aceptó la propuesta.

Tras la detención de Babariko en 2020, su asistente, María Kolésnikova, actualmente en la cárcel y a la espera de juicio, unió sus fuerzas con otras dos mujeres, Svetlana Tijanóvskaya y Verónica Tsepkalo. La designada para sustituir a Babariko como candidata fue Tijanóvskaya, cuyo marido también está hoy en prisión y tampoco pudo concurrir a los comicios. Ella, según todos los indicios, fue la que ganó las elecciones, pero Lukashenko manipuló los resultados y se proclamó vencedor. Tijanóvskaya y Tsepkalo viven ahora en el exilio.

Kolésnikova, sin embargo, fue imputada en septiembre por «atentar contra la seguridad nacional». Según su abogada, Liudmila Kazak, a Kolésnikova se la acusa de «hacer llamamientos públicos a tomar el poder de forma violenta», delito que podría costarle cinco años de cárcel, aunque todo lo que hizo fue participar en las manifestaciones de protesta contra el fraude en las elecciones y pedir al poder que dialogue con la oposición.

Kolésnikova fue secuestrada en Minsk por hombres enmascarados el 7 de septiembre de 2020 y al día siguiente intentaron deportarla del país, como hicieron con Tijanóvskaya. Pero, ya en el puesto de control en la frontera con Ucrania, la activista rasgó su pasaporte y terminó siendo detenida

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