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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Jueves, 19 de noviembre 2020, 21:29
Mike Pompeo se convirtió este jueves en el primer jefe de la diplomacia de EE UU que visita los territorios ocupados. Viajó a la bodega de Psagot, cerca de Ramala, y a los Altos del Golán, zona tomada a Siria en la guerra de 1967 ... y anexada en 1981. El que parece ser su último viaje a Israel antes del relevo en la Casa Blanca le sirvió para demostrar, una vez más, que el compromiso estadounidense con el Estado judío está por encima de las resoluciones de Naciones Unidas y la política de su país en las últimas décadas.
Desde hace un año, la Administración republicana dejó de considerar los asentamientos como ilegales. Este jueves, Pompeo anunció que EE UU etiquetará las exportaciones de las colonias con la mención «Fabricado en Israel». Y reforzó esta decisión declarando como «antisemita» al movimiento internacional Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), que apela a tomar represalias contra Israel por sus acciones contra los palestinos en los territorios ocupados.
«El antisionismo es antisemitismo. Por ello, Estados Unidos está comprometido a hacer frente a la campaña global BDS como una manifestación del antisemitismo», declaró el secretario de Estado, en una línea similar a la defendida por Emmanuel Macron en 2017 a la hora de equiparar el antisemitismo con el antisionismo, una asimilación de sinónimos confusa porque hay judíos que no son ni sionistas ni israelíes.
Pese a que la legislación internacional considera todos los asentamientos ilegales, la ocupación israelí avanza y cerca de 700.000 colonos viven en Cisjordania y Jerusalén Este. La UE exige desde 2015 que todos los productos procedentes de los territorios ocupados expliquen que son originarios de una colonia, medida calificada de «perniciosa» por Pompeo. Una gran parte de la bodega de Psagot se levanta sobre tierra privada palestina, pero esto no pareció importarle, ya que se sumó al discurso ultranacionalista y reafirmó el «derecho histórico y religioso del pueblo judío a esta tierra».
Pompeo visitó también Qaser el Yehud, lugar del bautismo de Jesús en el río Jordán, en Jericó, y voló en helicóptero a los Altos del Golán. «Imaginen el riesgo que representaría para Occidente e Israel si este territorio estuviera bajo control de Asad», apuntó. Y se acordó de Trump, que el año pasado rompió de nuevo con el consenso internacional para reconocer la soberanía de Israel sobre esta tierra ocupada de Siria.
El portavoz de la Presidencia palestina, Nabil Abu Rudeina, tachó la visita de «reto flagrante a toda la legitimidad internacional». Pidió al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que «asuma sus responsabilidades e implemente sus decisiones, especialmente la resolución 2334, que se tomó con la aprobación de la anterior Administración estadounidense». Esta resolución condenó los asentamientos judíos en territorio ocupado, pero, como se ha visto en los últimos cuatro años, ha quedado en algo simbólico.
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