G. Elorriaga
Sábado, 27 de enero 2024, 19:10
En Ecuador hay que pagar la vacuna, el nombre que se adjudica a la extorsión. «El ejército de desheredados salió de la cárcel con armas y encontró ahí una vía de negocio más segura que la droga», explica el sacerdote Juan Mari Bautista. En su ... calle, un antiguo electricista de la parroquia ejerce de recolector durante la tarde dominical. «Yo le digo enojado que si también exige a la señora Charita, tan mayor, y él asiente y alega que así es la vida».
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El peaje se justifica por su condición de guardianes de un barrio donde la policía, corrupta, no entra. «Pagas 2 dólares mensuales por casa y la moto, 5 si tienes coche y 10 si posees un negocio, pagan los supermercados y los encargados de las obras públicas un tanto por ciento de la inversión anunciada», añade. «Al finalizar una misa, pregunté cuántos lo abonaban y eran todos».
Negarse no resulta una opción saludable. «Quién se resiste recibe dos avisos y si te empecinas, te pueden destruir la casa o ir a por ti». La ambición de las bandas no se queda ahí. Según explica, a menudo se convierten en suministradores exclusivos de las tiendas bajo su control y se apoderan de solares y viviendas abandonadas. Solamente la Iglesia escapa a la coerción. «Tal vez por un sentido religioso o, quizás, porque somos los únicos que nos hemos acercado a las prisiones e, incluso, ejercido mediación entre Fito y el gobierno».
Los ricos también sufren un delito que no se denuncia. «Si lo haces, estás muerto», advierte Isabel Matilla. La negociación suele ser habitual. «Te piden 3.000 y negocias 1.000 teniendo en cuenta que saben todo de ti», señala. «Van a por todos, incluso piden un dólar a los niños que acuden a la escuela».
Pero hay algunas voces que claman por la resistencia. La cooperante María Jesús Pérez aboga por la oposición ante el abuso. «Hay que tomar medidas como quitar letreros, intercambiar matrículas de los coches para despistar o no viajar de madrugada», relata. «También es necesario avisar a la policía para que efectúe redadas». En su opinión, se precisa un rearme ético. «No es posible que haya jueces que liberen a los presos y que drones introduzcan sofisticado armamento en las cárceles si no existe la complicidad de sus directores».
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