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Johana Gil
Sábado, 22 de abril 2023
La resistencia contra la ley del hiyab en Irán es cada vez más limitada. El cerco de las autoridades a las mujeres, que se oponen a cubrir su pelo con un velo como una forma de protesta, se ha extendido a la vídeovigilancia. Cientos de ... cámaras de seguridad han sido instaladas en los espacios públicos de las grandes ciudades del país para controlar el cumplimiento de la norma islámica durante las 24 horas. Los artefactos electrónicos además de filmar a las «infractoras» también identificarán a las personas y emitirán una alerta para que éstas reciban un «mensajes de texto de advertencia sobre las consecuencias», ha indicado la Policía.
Teherán se ha actualizado en su forma de represión y ahora cuenta con dispositivos de avanzada tecnología, que se suman a las patrullas de la Policía y los informantes, para perseguir a los reacios del «código sagrado«. Las nuevas cámaras utilizan el reconocimiento facial y lo equiparan con los datos biométricos que tiene el país para reconocer a las mujeres disidentes. El sistema automático aprovecha la base de datos de identidad nacional, que entró en funcionamiento en 2015, para detectar sus objetivos.
El hiyab se ha convertido en la línea roja. Este elemento ha dividido a la sociedad entre los que defienden la ley y aquellos que desean reivindicar los derechos humanos por encima de las costumbres religiosas. Pero, las actitudes rebeldes ya le han costado la vida a más de 500 personas, incluidos 69 menores, y ha causado la detención de casi 20.000 sólo en el último año, tras las protestas contra las sanciones por no usar el velo, que se desataron en septiembre de 2022.
Desde la muerte bajo custodia de Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años arrestada por ser sorprendida con el pelo semidescubierto, varias mujeres decidieron quitarse el velo en rechazo a la brutalidad policial. Sin embargo, enfrentan un alto riesgo de ser detenidas y someterse a sentencias de 10 a 50 años o la pena de muerte, además de recibir multas o ser golpeadas con latigazos. Una persecución que ahora se intensificará con las cámaras inteligentes.
Las jóvenes han sido las protagonistas de las movilizaciones, que incluso las han llevado a las redes sociales, desafiando las estrictas normas y marcando nuevas tendencias. Los vídeos de la quema de pañuelos o velos que se llevan en la cabeza han causado revuelo entre la comunidad religiosa. Y las filmaciones de los bailes de moda en grupo o de manera individual con el pelo descubierto también han sido condenadas por los radicales.
En 2018, los iraníes ya se habían manifestado contra la Policía «moral», encargada de vigilar la vestimenta y las acciones de los ciudadanos según lo establecido en la ley religiosa. Pero la protesta que inició el anterior año -una de las más largas- ha dejado a una veintena de condenados a muerte, de los cuales cuatro ya han sido ejecutados.
Más de 40 millones de mujeres en Irán, incluidas las niñas desde los 7 años, están obligadas a cubrirse el pelo. Las que no lo hacen, son consideradas delincuentes por el Estado. Para efectuar el control, la Policía «moral» vigila a la población femenina. Los agentes conducen por toda la ciudad, y tienen facultades para dar el alto a cualquiera y examinar su vestimenta, estudiando detenidamente cuántos mechones de pelo tiene a la vista, la longitud de sus pantalones y su abrigo y la cantidad de maquillaje que lleva, según Amnistía Internacional.
A las mujeres se les exige por ley usar el hiyab desde que la Revolución Islámica instauró una interpretación estricta de la norma religiosa en 1979. Y con su incursión en el Código Penal desde 1983, las sanciones se han recrudecido. Casi medio siglo después, el velo es considerado como «uno de los cimientos de la civilización de la nación iraní», reza un comunicado de la Policía.
Según las autoridades, el objetivo de la vigilancia es «preservar los valores familiares, fortalecer la salud mental y garantizar la paz de los ciudadanos» y evitar actos que «ensucian» la espiritualidad del país. También, el presidente, Ebrahim Raisi, ha reiterado que este elemento es una «necesidad». Sin embargo, el jefe judicial de Irán, Gholamhossein Mohseni Ejei, advirtió que una represión generalizada puede no ser la mejor manera de alentar a las mujeres a seguir las reglas.
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