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El camino al sur es el camino a la muerte. La carretera número 4, que lleva directa al paso de Erez es un rosario de blindados, camiones militares, camiones de transporte de tanques, coches llenos de hombres que acuden a la llamada a filas y ... voluntarios que se apostan en los arcenes con bocadillos y bebidas para quien lo necesite. Fuera de la ruta principal, todos los caminos secundarios que llevan a las pequeñas localidades agrícolas de la zona están cerrados. Coches de la Policía bloquean el paso porque milicianos infiltrados de Hamás siguen combatiendo en al menos siete de estas localidades.
No hay forma de llegar hasta Erez. Cuatro tanques Merkava bloquean el acceso a la entrada principal a la Franja en el cruce de Yad Mordehai. Soldados por todas partes. Los aviones de combate parten un cielo nublado que ruge con las enormes explosiones. La tierra tiembla por momentos porque la distancia a puntos del norte de la Franja como Beit Hanoun o el campo de refugiados Yabalia es de apenas diez kilómetros.
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Óscar Beltrán de Otálora
Los hongos de humo cubren toda la zona y un olor intenso y caliente quema los pulmones. Esta es la última posición a la que el Ejército permite acercarse a la prensa, pero las cámaras no tardan en molestar y dos militares expulsan a los periodistas, les piden que se alejen a un lugar más seguro y recomiendan que estén cerca de un refugio.
La recomendación queda silenciada por la salida de un ramo de cohetes de Gaza con dirección Ashkelon. El escudo antimisiles responde al instante y en ese cielo plomizo se produce una intercepción con explosiones sordas y destellos de luz. Macabro espectáculo el que ofrece la guerra en la distancia.
Benjamín Netanyahu clamó «venganza» y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, ordenó imponer a Gaza un bloqueo total que incluye el no acceso de agua, medicinas y comida. Desde el interior de la Franja periodistas como
Hind Khoudary narraron al canal Al Jazeera que «la situación es extremadamente peligrosa» y explicó que miles de familias que dejaron sus casas y acudieron a las escuelas de la ONU sobreviven sin ningún tipo de alimento, agua, ni electricidad». Salvaron sus vidas porque salieron con lo puesto después de recibir un mensaje de alerta de Israel previo al bombardeo, pero ahora sus vidas son un infierno.
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En este conflicto cada lado ha ido superando líneas rojas con el paso de los años y los enfrentamientos. Hamás ha superado en esta ocasión «todas las líneas rojas que podíamos imaginar porque esto ya no tiene que ver con el conflicto, esto ha sido salir a matar a quien encontraban, sin más. Estamos en shock, no podemos verle la lógica a esta acción y no sabemos cómo salir adelante», explica el rabino conservador Uri Ayalon, que como todo el país no termina de creerse la situación. Lo que le da esperanza a Ayalon es que, pese a las grandes diferencias internas entre los israelíes, «hemos demostrado que estamos dispuestos a defender la patria». Más de 300.000 reservistas se han desplegado sobre el terreno en apenas 72 horas.
Netanyahu anuncia una guerra «larga y difícil» que «cambiará Oriente Medio». Hamás también busca un punto de inflexión para romper el statu quo de los últimos 15 años y ya ha puesto precio a la liberación de las decenas de rehenes que tiene en sus manos: la liberación de todos los presos palestinos y el levantamiento del bloqueo. Los dos enemigos quieren cambiar las reglas del juego y apuestan por una larga partida, diferente a las anteriores. Desde la guerra de 2006 contra Hezbolá hasta esta que estalló tras la ofensiva sorpresa del sábado, ninguno de los choques que ha librado Israel ha durado más de 48 días.
A las puertas de Erez el tiempo lo marcan las explosiones. Llegan tanques y más tanques, los descargan de los camiones y las orugas se hunden en la tierra. Los motores rugen y levantan una nube de polvo en su camino hacia el frente. De pronto, en medio del escenario bélico, un grupo de ultraortodoxos irrumpe con una furgoneta y dos altavoces gigantes con una música atronadora de apoyo a las tropas. «¡Israel vencerá, Israel vencerá, Israel vencerá!», es el grito de guerra de los jóvenes que bailan desatados, poseídos por la energía del momento. Los soldados apenas les miran, sus ojos solo tienen una dirección: Gaza.
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