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Mercedes Gallego
Nueva York
Domingo, 27 de octubre 2019, 17:16
Llevó meses, si no años, conocer los detalles sobre el operativo que acabó con la vida de Osama Bin Laden en 2011. Horas después de que las fuerzas especiales de EE UU acabaran con el fundador del Estado Islámico, el propio presidente Donald Trump ... compartió en conferencia de prensa televisada el relato de cómo se desarrolló. Abu Bakr Al Bagdadi «salió corriendo llorando y gimoteando todo el camino» hasta que detonó el chaleco explosivo que llevaba puesto, matando con ello a los tres niños que arrastró por el túnel en su huida. Las tropas estadounidenses se hicieron cargo de otros once niños y dos mujeres, ambas con chalecos explosivos que no llegaron a activar.
«No quedó mucho de él», contó Trump con su irreverencia habitual. Los soldados estadounidenses lograron desenterrar de entre los escombros «unos cuantos trozos» y condujeron labores de identificación in situ con pruebas de ADN. Según reveló el presidente, la inteligencia estadounidense ya conocía la existencia de esos túneles y de las trampas explosivas que encontrarían, lo que implica que tenía algún confidente en el campamento de al-Bagdadi, poco poblado. La vida de este podría estar en riesgo tras la revelación espontánea del mandatario, que dejó horrorizada a los expertos.
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Incluso los republicanos, que celebraban el cambio de giro que ha dado la conversación política con este operativo, lamentaron que el presidente no hubiera acabado su intervención tras leer las declaraciones del teleprompter «para que no revelase cosas que no tendrían que haber sido dichas», admitió el ex candidato presidencial Rick Santorum. La furia que desatará puede poner en riesgo la vida de estadounidenses en todas partes del mundo.
El Pentágono preparaba la operación desde hace cinco meses, pero la invasión turca obligó a llevarla a cabo antes de completar la retirada de tropas. La primera felicitación del presidente no fue para la directora de la CIA, como hubiera sido lo habitual, sino para Rusia, «que también hubiera querido darle caza», pero prefirió quedarse al margen y dejar la gloria a Trump, que tanto la necesita durante la investigación de 'impeachment' a la que le somete el Congreso.
Muerte. Al-Baghdadi «salió corriendo y llorando» hasta que detonó su chaleco explosivo
Quizás por eso el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja que se encarga de esas investigaciones no fue informado del operativo. Adam Schiff se enteró de los detalles por televisión, a la vez que el resto de los estadounidenses, lo que dice mucho del cisma entre el Ejecutivo y el Legislativo. Trump ha ordenado a los órganos de gobierno cortar lazos con sus enemigos, ya sean los demócratas del Congreso o el Washington Post.
Hoy, sin embargo, toca cerrar filas para celebrar el operativo que acabó en el noroeste de Siria con «un hombre enfermo y depravado» que en 2014 fundó una organización aún más descarnada que Al-Qaeda, de la que se había escindido. «Peor que Osama Bin Laden», se apresuró a comparar el presidente Trump, deseoso de sacarle puntos a su predecesor. «El líder terrorista número uno del mundo ha sido llevado ante la justicia», dijo triunfante. Al menos, ante la justicia divina, algo en lo que puede medirse por igual con Barack Obama. En lo que este último ganaría sin duda es en el testimonio gráfico, una pose de gobierno que no pasará a la historia aunque fuera «algo increíble de ver, como si estuvieras viendo una película», contó.
La presión a Ucrania y el abandono de los kurdos a merced de Turquía habían abierto grietas en el apoyo del Partido Republicano al presidente Trump, justo cuando más lo necesitaba. El 'impeachment' avanza con paso firme hacia el Senado, su cortafuegos. La muerte de Abu Baker al-Bagdadi parece haberle salvado de una rebelión.
«Ahora entiendo lo que el presidente quiere hacer en Siria, reducir nuestra presencia y nuestros costes, y tiene razón», dijo este domingo a los periodistas el senador Lindsey Graham, miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Senado y uno de los mayores críticos de la invasión turca. Hace solo dos semanas el senador de Carolina del Sur dijo en entrevista con Fox News que Trump había cometido «el mayor error de su vida» al abandonar «vergonzosamente» a los aliados kurdos y permitir la liberación de los prisioneros del Estado Islámico.
Qué distinto a lo que se le oyó decir este domingo en la Casa Blanca, poco antes de que Trump subiera al podium para anunciar el trofeo. «Estoy muy alentado por lo que estoy viendo en Siria», afirmó satisfecho el legislador. «Es una nueva estrategia, ahora tiene sentido». Graham necesita refrendar su asiento en las urnas el año que viene, en un Estado donde los demócratas no ganan desde 1998. Trump goza de un 88% de popularidad entre los republicanos, según Gallup, y es de esperar que el operativo del sábado dispare aún más entre el público en general. El índice de aprobación de la gestión de Barack Obama subió nueve puntos en el mes que siguió al asesinato de Osama Bin Laden, aunque con el tiempo perdió ese margen.
Ruptura de la comunicación
El de al-Bagdadi ofrece la peculiaridad de no haber sido compartido con la portavoz del Congreso Nancy Pelosi, el presidente del Comité Demócrata de la Cámara Baja Adam Schiff, ni ningún otro líder demócrata, que se enteraron por los medios de comunicación. Trump justificó esta insólita ruptura de la comunicación dentro del gobierno con la necesidad de evitar filtraciones para una operación delicada, pero la Casa Blanca ni siquiera les llamó en las horas posteriores. Tuvieron que enterarse de los detalles por televisión, como el resto de los estadounidenses, lo que indica que el cisma entre el poder Ejecutivo y Legislativo es más profundo de lo que nadie esperase.
¿Estuvo mal no llamarles? «No sé, eso hoy no me preocupa», respondió Graham cuando le preguntaron. «Este es un momento en el que hasta los peores críticos del presidente Trump deberían decir: ¡Bien hecho!».
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