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Las calles de Siria vuelven a protestar contra el régimen con una intensidad que no se vivía desde 2011. Las provincias de Daraa y Sueida, al sur del país, son los epicentros de las nuevas movilizaciones que estallaron para mostrar el enfado por la crisis ... económica y con el paso de los días ya apuntan a la cabeza del presidente Bashar al-Assad. Doce años de guerra, cientos de miles de muertos y después de que la mitad de sus 23 millones de habitantes haya tenido que buscar refugio en el extranjero, los ciudadanos desafían de nuevo a las autoridades de Damasco al grito de «¡larga vida a Siria y abajo con Assad!».
La activista Wafa Ali Mustafa sigue las protestas minuto a minuto desde Berlín, ciudad en la que vive desde que tuvo que escapar de Siria. El corazón le dio un vuelco cuando entre las pancartas de los manifestantes vio una en la que aparecía el nombre de su padre, figura de la oposición política detenido en 2013 y del que no tienen noticias desde entonces. En la pancarta se podía leer 'Libertad para Ali Mustafa, desaparecido a la fuerza a manos del régimen de Assad desde 2013'.
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La joven mira una y otra vez esta foto. «Me quedé sin palabras, que la gente se siga acordando de los detenidos cuando tiene en frente a uno de los regímenes más brutales del planeta dice mucho de la calidad humana de este movimiento», afirma Wafa, para quien, «si en 2011 demostramos coraje a la hora de salir a la calle, después de haber visto los ataques químicos, bombardeos, desapariciones, cercos… es aún mucho más valiente movilizarse».
La situación económica no tiene precedentes y se calcula que el 90% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Los ciudadanos de a pie son quienes más duro sufren el bloqueo y las sanciones impuestas al régimen, la libra siria está en caída libre y los precios se han disparado a causa de la hiperinflación. El Gobierno anunció hace unos días un aumento del 100% del sueldo de los funcionarios y al mismo tiempo comunicó el final de los subsidios al combustible, que fue la chispa que movió a la gente a las calles.
«Con la subida aprobada, el sueldo medio de un funcionario llega a unas 200.000 libras, lo que equivale a unos 13 euros. Con este dinero se puede vivir dos días con los precios actuales, no más. Los salarios no alcanzan, apenas se pueden comprar alimentos para escapar del hambre y lo peor de todo es la desesperanza, no vemos luz a la salida de un túnel que es cada vez más largo. Esa impotencia es lo que ha empujado a la gente de Sueida a levantarse contra el Gobierno», opina un empleado público consultado en Damasco que pide mantener el anonimato.
El Ejecutivo mantiene por ahora el subsidio al pan, que continúa a 200 libras la bolsa de un kilogramo (0,01 euros al cambio), pero para poder subsistir la gente recurre al pluriempleo.
Sueida es el bastión de la minoría drusa, secta monoteísta derivada del Islam con unos 600.000 seguidores en el país, y durante la guerra adoptó una política de neutralidad por la que ni se levantó contra Assad, ni apoyó la sublevación. Cada tarde se ven ahora banderas drusas en las plazas y gritos a favor de la liberación de los detenidos en las cárceles del régimen y la implementación de la resolución 2254 de la ONU, que prevé la transición política como solución.
«Son peticiones que van más allá de la mejora de la economía», explica Wafa Ali Mustafa. En su opinión, «si el régimen no ha empleado hasta ahora la violencia aquí es para no romper con su discurso sobre la protección de las minorías, pero en Alepo, Idlib o Daraa es diferente y allí sí atacan a los manifestantes».
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