Combatientes sirios celebran la victoria de los rebeldes encabezados por Al Golani cerca de la Torre del Reloj en la ciudad de Homs. AFP

Al Golani pide no disparar al aire en las celebraciones sirias y los kurdos prohíben usar armas en su territorio

El Gobierno y sus aliados intentan controlar las tensiones en el país tras un tiroteo indiscriminado contra civiles durante el izado de una bandera rebelde que deja un muerto y 43 heridos

Jueves, 12 de diciembre 2024

El MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

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El Gobierno sirio ha pedido a la población y los insurgentes que no celebren la caída del régimen de Bashar Al Assad con disparos al aire después de que se hayan producido disturbios por este motivo y varias personas hayan ... resultado heridas en Raqqa, una ciudad al note del país. Las autoridades autónomas kurdas del noreste se han sumado a este llamamiento, pero con un rigor superior: han prohibido el uso de armas en lugares público y privados, así como las «reuniones no autorizadas» y manifestaciones.

Los incidentes son un ejemplo del tenue control que los nuevos dirigentes mantienen todavía sobre el conjunto de Siria. En Raqqa, «algunas personas» dispararon de manera indiscriminada durante el izado de la nueva bandera de la independencia que simboliza el respaldo de los kurdos a los insurgentes que se han instalado en el Gobierno. El tiroteo ha desembocado en un fallecido y 43 heridos.

Las autoridades de la región afirman que, antes de hacer ondear la bandera, se produjo un intento por parte de «algunos» sectores de «atizar los enfrentamientos» y desatar «el caos». Además de «actos de provocación» a las fuerzas de seguridad, un grupo de desconocidos disparó contra la multitud congregada en la ceremonia. Este hecho habría generado a su vez enfrentamientos entre los civiles y los pistoleros.

Los kurdos han anunciado que tomarán severas «medidas legales» sobre los alborotadores y justifican la retirada de armas en la necesidad de «proteger a los ciudadanos de cualquier posible peligro, especialmente el peligro de células o partidos secretos que intentan socavar la seguridad de la sociedad».

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Por su parte, Al Golani, sin llegar a una decisión tan estricta como la de los kurdos, ha querido este viernes «felicitar al gran pueblo sirio por la victoria de la bendita revolución», pero al mismo tiempo le ha instado a «mostrar su alegría sin realizar disparos y asustar a la gente». «Tras ello, construyamos el país», ha manifestado.

Como en Idlib

El hombre fuerte de Siria trata de poner en marcha un Gobierno a imitación de la autoridad que ha mandado durante años en Idlib, el bastión de sus rebeldes, que ha funcionado como una especie de mini-Estado dentro de la nación siria. Es el único ejemplo práctico al que puede remitirse este descendiente de los Altos del Golán que ha pasado su vida repartida entre la lucha y una proyección política huidiza de modelos de reconstrucción trágicamente fracasados como Líbia y Afganistán. Sin embargo, pocas similitudes hay entre Idlib y el conjunto de la Siria actual.

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La estabilidad está lejos de alcanzarse por mucho que el nuevo Ejecutivo interino se esfuerza en hacer un llamamiento a la unidad de todos los grupos. Los recelos existen. En el plano religioso y social, las minorías no terminan de creerse las promesas de inclusividad de un gabinete de raíz islamista cuyo liderazgo, la organización Hayat Tahrir al Sham (HTS), estuvo entroncado con Al Qaeda.

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El «respeto a la diversidad cultural y religiosa» prometido por el nuevo primer ministro, Mohammed al Bashir, posee ahora mismo un significado universal. Quizá represente igualdad en todo, incluso en la política, o puede equivaler a transigencia; la tolerancia hacia alauíes, drusos, cristianos o chiíes duodecimanos sin que eso suponga ofrecerles la posibilidad de participar en la configuración del nuevo país. Así lo apreciaban este jueves algunos expertos, que ven un factor indiciario en el hecho de que la designación del primer ministro se arreglase entre él mismo, su predecesor en el régimen de Al Assad y Al Golani, sin la convocatoria de otros sectores.

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En el plano territorial, al denominado Gobierno de Salvación le quedan por resolver dos cuestiones: los enfrentamientos entre las distintas facciones que pueblan Siria -en contraposición a la otrora homogeneidad de Idlib- y la necesidad de evitar que grupos de descontrolados salden venganzas por su cuenta después de que el Ejecutivo haya garantizado la clemencia para quienes no cometieron crímenes de guerra y torturas. y la aplicación de la ley con el resto. Algunos medios afirman que numerosos exmilitares han cruzado las fronteras por miedo a represalias mientras se reproducen los rumores de que ha habido asesinatos en las aldeas. Es el tipo de noticia que acelera el miedo.

Aparte de la destrucción el miércoles del mausoleo donde se encuentra enterrado el padre de Bashar al Assad, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, un organismo de confianza con sede en Londres, informó este jueves de revanchas contra civiles y saqueos en zonas como Latakia, afines al presidente derrocado, aunque se desconocía su autoría, así como de planes para perseguir a excomandantes del ejército. En el lado positivo, el Gobierno recibió la buena noticia de que los kurdos habían decidido sustituir su enseña por la bandera rebelde -símbolo de la insurrección- en sus dominios del noreste para «afirmar la unidad y la identidad nacional de Siria».

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Dudas

Algunos sectores piden ya «elecciones» y dudan de un trato de igual a igual con las minorías

Estados Unidos

«No podemos esperar a que todos sean como la Madre Teresa para hablar con ellos»

Poco a poco salen a la luz los nuevos dirigentes del gabinete. Al Golani y los suyos intentan conseguir un combinado de directores y técnicos de la Administración de Idlib con cargos del recién derrocado Ejecutivo. El equipo dirigirá la transición hasta el 1 de marzo de 2025, como primer horizonte. El jefe rebelde busca aparentemente un perfil técnico, que desarrolle a nivel nacional un sistema de gestión hasta ahora de miniatura, provincial, en Idlib. De momento, parece que le proporciona frutos: los servicios esenciales, desde Alepo hasta Damasco, se recuperan con singular efectividad para un territorio que ha vivido una revolución. Sucursales bancarias y comercios reabren sus puertas.

Un porcentaje amplio de la población deposita en este organigrama sus esperanzas de alcanzar una nación mejor, pacífica, más próspera y con las familias encontrándose con sus parientes asilados después de la larga noche de la opresión de los Assad. Pero existe otra parte que duda, desconoce quiénes son sus nuevos líderes y su reputación anterior o si los policías que empiezan a patrullar con el escudo del Gobierno de Salvación están hechos de otra madera respecto a los anteriores. En Damasco se escuchan voces que ya piden «elecciones». Una vez más, el complejo mosaico sirio.

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Un portavoz oficial, Obaida Arnaut, declaró que el Gobierno pretende instaurar un «Estado de Derecho» y que, entre las primeras medidas, «congelará la Constitución y el Parlamento» durante tres meses para enmendar la herencia del autoritarismo. «Se formará un comité jurídico y de derechos humanos para examinar la Constitución e introducir enmiendas», indicó.

«Hay grandes desafíos, pero nuestra gestión previa de la provincia de Idlib nos ha brindado una amplia experiencia, que ha contribuido a perfeccionar los recursos materiales y humanos que poseemos», dijo el primer ministro, Mohammed al Bashir, también este jueves, al dirigirse a su nuevo equipo. El Ejecutivo ha querido lanzar un guiño a la comunidad internacional en general, reafirmándose en su «respeto» y deseo de paz, y a Estados Unidos en particular, al que ha brindado su colaboración para localizar a los norteamericanos desaparecidos en Siria.

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Israel y Turquía

Dos enviados especiales de Washington, el secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, se esfuerzan estos días por evitar una crisis global mediante una serie de encuentros con líderes de Oriente Medio, y con mayor intencionalidad, Turquía e Israel. La comunidad internacional quiere sellar la crisis siria y es consciente de las dificultades de ordenar el tablero en medio de los bombardeos hebreos contra las instalaciones militares de Al Assad, y el apoyo de Ankara a los rebeldes que luchan contra los kurdos en el norte y el noreste dentro de una estrategia de «medidas preventivas y destructivas» contra «grupos terroristas».

El G7 se sumó anoche a las exigencias sobre Al Golani de que promueva un nuevo mandato inclusivo en esta situación que pilla a las potencias a contrapié. La principal asesora antiterrorista del Departamento de Estado, Elizabeth Richard, que fue embajadora en Líbano, lo ejemplifica a la perfección. Reconoce que la caída vertiginosa del régimen de Al Assad ha descolocado a la Casa Blanca y le enfrenta a la necesidad de buscar nuevas fórmulas para relacionarse con su Gobierno y un grupo, el HTS, que aún figura en su lista de organizaciones terroristas. «No podemos esperar a que todos sean como la Madre Teresa para hablar con ellos», dice Richard.

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La UE se muestra a favor de «incentivar» la vuelta de refugiados

El comisario europeo del Interior y Migración, Magnus Brunner, medió este jueves en el debate abierto en la comunidad internacional sobre el final de las normas extraordinarias de asilo para los refugiados sirios vigentes durante el régimen de Al Assad. Brunner consideró que la situación después del alzamiento insurgente es todavía demasiado incierta e inestable para tomar medidas y consideró que los gobiernos deberían centrarse en los «retornos voluntarios».

Aunque volver al territorio de sus ancestros «quizá sea atractivo para muchos sirios», el comisario dejó claro que «no es posible forzar los retornos». Sin embargo, precisó que la UE sí puede optar por «apoyar» e «incentivar» a quienes deseen hacerlo incluso con apoyo económico, como ya se plantea Alemania.

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