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En la plaza Ataturk de Antioquía no hay espacio para carteles electorales. Las únicas fotos que se encuentran al pie de la estatua ecuestre del fundador de la Turquía moderna son las de personas desaparecidas, como el pequeño Ahmed Bereked, de quien su familia no ... tiene noticias desde el 6 de febrero. Ese día la tierra tembló con una intensidad de 7,2 grados de la escala de Richter y se llevó la vida de más de 56.000 personas en suelo turco y sirio. Las elecciones más trascendentales de Turquía en una generación se producen después del peor desastre del país en un siglo y la figura de Recep Tayyip Erdogan parece más vulnerable que nunca.
«No perdemos la esperanza. Hemos pegado 150 carteles porque son los que hemos podido pagar, recorrido los hospitales y realizado las pruebas de ADN, todo por encontrar a Ahmed», cuenta Yahya Bereked, tío del pequeño, que vive ahora en una tienda de campaña cerca de la plaza Ataturk. Las familias de los desaparecidos visitan cada pocos días el nuevo cementerio situado a las afueras de la ciudad en el que se entierran todos los restos humanos encontrados bajo los escombros. Se les realiza pruebas genéticas y se les asigna un número en una tabla de madera. La lista de cuerpos sin identificar supera los mil, pero entre ellos no está Ahmed.
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Mikel Ayestaran
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Al recorrer las fantasmagóricas calles de la parte nueva de Antioquía, con cientos y cientos de edificios vacíos pendientes de derribo, sorprende encontrar los carteles radiantes con las fotografías de Recep Tayyip Erdogan, el líder opositor, Kemal Kilicdaroglu, o las banderas de colores del Partido Verde la Izquierda kurdo. Parece una broma macabra pedir el voto en esta necrópolis.
Antioquía, la zona cero del temblor, es un bastión tradicional de la oposición y los pocos vecinos que quedan se sienten olvidados. «Lo único que han levantado los políticos en estos tres meses han sido los carteles para pedir el voto, nada más», se queja Husein Bereketoglu, vendedor de cemento que ha decidido reabrir su comercio, aunque el edificio no está en las mejores condiciones. Frente a la tienda se han abierto varios contenedores que ofrecen los servicios bancarios de las principales entidades del país, dos puestos ambulantes de venta de kebab y uno de fruta. Todo es ahora móvil en la ciudad porque «no sabemos los planes de futuro, si lo derribarán todo para hacer zona verde cerca del río o no. No sabemos nada y por eso yo no pienso votar el domingo, me abstengo. Prometen y prometen, pero aquí no llega nada», denuncia Bereketoglu.
El seísmo unió en el dolor a Antioquía con Kahramanmaras, pero son dos mundos diferentes separados por el apoyo a Erdogan. En esta provincia el Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) supera el 70% de apoyo y volveremos a votar a Erdogan. «Tengo 73 años y nunca he visto un Gobierno mejor que éste. Si tengo que votar otras diez veces, votaré diez veces por él. Puedes venir y cortarme una mano, que le votaré con la otra. No hay nadie mejor», opina Ahmed Kalay, jubilado de Kahramanmaras que perdió la casa y ahora vive en el parque de los Mártires del 15 de julio, convertido en un gran cámping. Entre los seguidores del líder islamista todo es voluntad de Alá. No hay espacio para la crítica por la calidad de los edificios, las amnistías a los constructores o el lento despliegue del Ejército en las zonas afectadas.
Desde el desastre, el presidente ha visitado la ciudad en una ocasión y aprovechó su discurso para prometer la reconstrucción en el plazo de un año, pero la realidad dista mucho de esas palabras. Eso no parece importar a los inquilinos de este parque donde sí quieren matizar que «el nuestro es un apoyo a la persona, a Erdogan, no tanto al partido porque el alcalde nos ha demostrado que es un incompetente. Somos fieles a Tayyip y si funda otro partido allí estaremos de su mano, es nuestro líder», afirma emocionado Haci Ahmed, conductor del servicio público de autobuses de esta ciudad que antes del terremoto tenía un millón de habitantes.
Alejados de las tiendas de campaña, cuatro jóvenes repasan unos apuntes sentados en la hierba. Yeliz Tejirli acaba de cumplir 18 años, votará por primera vez y lo hará por la oposición porque «se necesita un cambio. Además de ala grave crisis de la economía ya hemos visto cómo ha respondido el Gobierno al terremoto», afirma.
La entrevista apenas dura una pregunta. Alguien ha llamado a la Policía que vela por la seguridad en el parque para denunciar que «los jóvenes están hablando mal del presidente a un extranjero». A los 'espías' no les ha hecho falta estar cerca para escuchar la respuesta de Yeliz porque saben que las nuevas generaciones ven Turquía de otra manera.
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