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La lucha por la vida sigue en medio del horror sembrado por el terremoto que asoló hace una semana el este de Turquía y el norte de Siria. Cada vez quedan menos equipos de rescate, pero en las últimas horas varias salvaciones milagrosas mitigaron el ... dolor por los miles de cuerpos que aún aparecen bajo los escombros. La provincia de Hatay y ciudades como Adyaman y Gaziantep fueron testigos de estos milagros protagonizados por personas que han aguantado con vida más de 170 horas bajo los escombros, más del doble de lo que los expertos consideran como tiempo probable para sobrevivir en estos casos. Toda una muestra de resistencia y superación que sirvió para levantar algo el ánimo de una población hundida.
El primer caso que saltó a los medios turcos fue el de Erengul Onder, una mujer de 60 años rescatada en el distrito de Beni, en la provincia kurda de Adiyaman. Poco después llegaron las imágenes de Sibel Kaya, de 40, desde Gaziantep, y las de Serap Donmez, Nuray Gurbuz, Nifize Yilmaz y un niño de 7 años en la provincia de Hatay, donde otra mujer también se sumó a la lista de buenas noticias al caer la tarde. Siete rescates exitosos en medio del luto general.
En Kahramanmaras, los equipos trabajaban al cierre de esta edición en el rescate de una madre y su hijo que, según la información aportada por las cámaras termales, estarían aún vivos. Los mineros turcos, presentes ahora en toda la zona devastada, intentaban acceder a ellos a través de dos galerías. Aunque la sensación sobre el terreno es que se ha superado la fase de rescate, y ya opera sin descanso la maquinaria pesada, más de 34.000 personas siguen dedicadas a estas labores, según la cifra ofrecida por el vicepresidente, Fuat Oktay. Las operaciones solo se mantienen en los lugares más afectados ya que en localidades con daños moderados, como Sanliurfa, Kilis, Osmaniye o Adana se han suspendido ya de manera oficial.
«Estas historias son realmente increíbles. Sabemos que las personas pueden sobrevivir durante una cantidad extraordinaria de tiempo (...), para ello necesitan un grado de suerte. Tendrían que terminar en un área, lo llamaríamos un espacio vacío de supervivencia, puede que no sea grande, pero en algún lugar donde no estén físicamente aplastados. El problema principal es la falta de agua y la deshidratación», relataba al canal Al Jazeera Malcolm Russell, miembro del International Search and Rescue Team de Reino Unido. La mayor parte de equipos internacionales ha empezado a abandonar Turquía y está en marcha una segunda fase para atender a las miles de personas que lo han perdido todo. La lista de necesidades no tiene fin.
El ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, anunció la apertura de dos pasos fronterizos con Siria en la provincia de Kilis para permitir la entrada de ayuda extranjera. El organismo internacional envió otros seis camiones y son ya 58 los que han podido cruzar en los últimos días. Lo que descartó el jefe de la diplomacia fue la apertura de los pasos «en lugares controlados por el PKK y el YPG», grupos kurdos a los que Ankara considera terroristas. El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) declaró una tregua unilateral «porque miles de personas de nuestro pueblo están bajo los escombros», pero esto no cambia la decisión de Turquía.
Pese a los milagros en los rescates de la jornada, el responsable de ayuda de la ONU, Martin Griffiths, adelantó que la fase de rescate del terremoto está «llegando a su fin», y la urgencia ahora es «proporcionar refugio, alimentos, educación y atención psicosocial». Las organizaciones no gubernamentales alertaron del riesgo de que, tras el terremoto, se reavive el brote de cólera que afecta a Siria desde hace unos meses.
Recep Tayyip Erdogan prometió reconstruir las zonas afectadas en un plazo de un año, pero de momento todo el que puede escapa de allí y no hay demasiada confianza en las palabras de un presidente cercado por las críticas. Turquía ha lanzado la búsqueda y captura de empresarios cuyas construcciones se han venido abajo y hay un centenar de detenidos. El Ministerio de Medio Ambiente detalló que 153.506 viviendas particulares de 33.143 edificios han resultado «seriamente dañadas» y deben ser «demolidas de manera urgente», una cifra que ilustra la magnitud de la catástrofe.
Los turcos encuentran ahora refugio temporal en los dormitorios de universidades -las clases están suspendidas desde el terremoto-, en hoteles de la costa mediterránea y en casas de familiares y amigos situadas lejos del lugar de la tragedia. Lo que urge también es la ayuda psicológica porque hay un terror generalizado a un nuevo seísmo que afecte a ciudades como Estambul.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió este lunes a puerta cerrada para abordar formas de impulsar la asistencia humanitaria a Siria después del terremoto, en medio de crecientes llamamientos para abrir nuevos cruces fronterizos que permitan entregar ayuda en el noroeste del país. Durante esta reunión, solicitada por Suiza y Brasil, el jefe humanitario de la agencia, Martin Griffiths, que había volado este fin de semana a Turquía y Siria, presentó un desolador balance de la situación, al tiempo que lanzaba un mensaje claro: «Hasta ahora le hemos fallado a la gente en el noroeste de Siria. Con razón se sienten abandonados» al ver que la ayuda no llega, dijo Griffiths en Twitter. «Nuestra obligación es corregir esta situación a la mayor brevedad posible», señaló.
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