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Y de repente, tras 49 días escuchando con terror cómo tronaban los bombardeos, la Franja de Gaza se quedó en calma. En precaria paz. En silencio, sólo roto por alguna esporádica ráfaga de las ametralladoras israelíes que trataban de evitar que los gazatíes volvieran a ... sus casas... o a las ruinas en que ahora se han convertido. El primer día de tregua entre Israel y Hamás también tuvo sangre. Como si fuera un coletazo del conflicto, dos palestinos acabaron muertos y once heridos cuando trataban de retornar a sus casas en el norte de Gaza. Les dispararon, según la agencia AP, por saltarse la prohibición y desplazarse en zona de guerra. La advertencia hebrea había llegado desde el cielo. Por una vez en mes y medio, los aviones soltaron octavillas y no proyectiles. «Moverse está prohibido y es peligroso», advirtió el ejército judío. «Esto sigue siendo zona de guerra». Pese a algún incidente, el inicio de la pausa dio un respiro en medio de la devastación.
Mientras se imponía el silencio, en la base aérea de Hatzerim tenían preparados auriculares para aislar del ruido de los helicópteros a los trece rehenes israelíes que iban a ser liberados. También estaba previsto proporcionarles teléfonos móviles para hablar al fin con sus familiares. En Israel hay más de 240 sillas blancas esperando a los secuestrados. El ejército preparó, además, una zona de juegos destinada a los niños.
En la Franja, la población pudo por fin salir a las calles sin miedo a las bombas. Era una calma casi olvidada. Muchos, como recoge la BBC', lo aprovecharon para ver si aún tenían casa, si la llave que apretaban en el puño todavía servía. En la zona del sur, la población ha estado apelotonada en centros de acogida de la ONU. Buscaron sus hogares caminando entre cadáveres, como se ve en vídeos difundidos en las redes sociales. Otros, procedentes del norte, intentaron trasladarse a sus lugares de origen pese a la prohibición israelí. La tregua fue también una ocasión para rezar. Hubo una oración pública en el estadio de fútbol de Jan Yunis.
Un portavoz de Unicef, James Elder, describió cómo algunos palestinos buscaban entre los escombros a sus familiares muertos. La pausa les había dado una oportunidad para enterrarlos. Hay muchas víctimas bajo un océano de ruinas. Después de casi dos meses de infierno, el cielo se ha abierto y hado una tregua que durará, al menos, cuatro días.
Y así, 'Puerta del Cielo', se llama la operación que ha comenzado a abastecer de ayuda humanitaria a la hasta ahora aislada Franja. Desde la frontera con Egipto entraron 200 camiones, pocos en relación a los más de 9.500 que accedían al mes antes de la guerra, pero vitales para que pueda subsistir la población, que permanece sin luz, sin medicinas, sin combustible y sin apenas agua potable. La hambruna ya ha conquistado la zona.
Con la tregua se espera que el flujo humanitario se incremente. La ayuda desembarca primero en el aeropuerto de El Arish, desde donde es cargada en los vehículos. En total, hay 700 camiones a la espera de entrar en Gaza. En una primera remesa llegarán 130.000 litros de diésel, cuatro vehículos con gasolina y cisternas de gas para alimentar las cocinas. Es el primer gesto pacífico en una guerra que desde el 7 de octubre se ha cobrado 15.000 víctimas. En los conflictos bélicos actuales, el frente se ha trasladado a la retaguardia, a la población civil. En la Franja nacen 180 bebés cada día. Los que han llegado este viernes a partir de las siete de la mañana, hora del inicio oficial de la tregua, han tenido suerte. Su llanto no lo han taponado las bombas.
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