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MIKEL AYESTARAN
Corresponsal. Estambul
Jueves, 29 de diciembre 2022, 17:30
Benyamin Netanyahu ha vuelto, aunque en realidad nunca se marchó. 563 días después de perder el asiento de primer ministro, el líder del Likud llegó este jueves sonriente en la Knesset (Parlamento) para presentar el 37 Gobierno de Israel, el más radical de la historia ... del Estado judío. Esta etiqueta se la ha ganado gracias a la entrada en escena de Sionismo Religioso, formación ultranacionalista que fue la tercera más votada en los últimos comicios y tendrá ministerios clave en la gestión de los territorios ocupados. En la nueva coalición están también los partidos ultraortodoxos.
Ante las críticas del Ejecutivo saliente, Netanyahu, de 75 años, se dirigió a la cámara para pedir «respeto al deseo de los votantes» y aseguró que «esto no es el final de la democracia o del país». El primer objetivo que se marca el político conservador es «restaurar la gobernabilidad, la tranquilidad y la seguridad personal de los ciudadanos de Israel».
Estas palabras se producen en un contexto de violencia, ya que 2022 ha sido el año más sangriento de los últimos veinte en los territorios ocupados, con 150 palestinos muertos a manos del Ejército y de los colonos, según datos de Naciones Unidas. Entre ellos está la periodista Shirin Abú Akhle, corresponsal de Al-Jazeera alcanzada por un francotirador en Yenin cuando cubría una redada de las Fuerzas Armadas. Por la parte israelí, son 29 los fallecidos.
La fórmula de Netanyahu para hacer frente a esta situación consiste en dar el control de los territorios ocupados a los colonos de Sionismo Religioso. El líder del Likud, el primer ministro con más tiempo en el cargo, legitimiza de esta manera el discurso racista y violento de este grupo, aliado clave del nuevo Ejecutivo. Bezalel Smotrich asumirá el Ministerio de Finanzas y tendrá a su cargo la política de colonización en Cisjordania. Itamar Ben Gvir será ministro de la Seguridad Nacional y controlará la Policía de Fronteras. Un sueño para estos dos colonos radicales con carreras marcadas por sus comentarios antiárabes y con antecedentes penales por racismo.
Netanyahu también se refirió al contexto regional, donde le preocupa «frustrar los esfuerzos de Irán por dotarse de un arsenal nuclear» y «ampliar el círculo de la paz» con los países árabes, una estrategia que se puso en marcha durante la era de Donald Trump con los Acuerdos Abraham que al Estado judío le gustaría extender a Arabia Saudí.
El mayor éxito de Netanyahu en los últimos dieciocho meses ha sido liderar la amenaza permanente al débil gobierno de unidad dirigido por Naftali Bennet y Yair Lapid y, sobre todo, mantener la unidad firme dentro de su bloque, donde solo había sitio para aquellos diputados que estaban seguros de que, tarde o temprano, volvería a llegar su momento. No importaba el proceso por corrupción abierto a 'Bibi' (apodo del líder conservador), todos estaban unidos en la carrera para recuperar el asiento de gobierno.
Ese día ha llegado muy a pesar de los cientos de personas que se concentraron a las puertas del parlamento en señal de protesta por el perfil de la nueva coalición que lidera un político que ha logrado dividir a Israel.
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