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La escalada de tensión en Oriente Medio parece no tener freno. La región se encuentra en alerta máxima ante la posible represalia de Irán contra Israel tras el asesinato a finales de julio de uno de los principales líderes de Hamás mientras dormía en Teherán. ... Hay miedo, más allá también de estas fronteras, a que cualquier acción o declaración profundice esa crisis. Este sábado saltó una chispa más. Ocurrió de madrugada, de nuevo en Gaza, otra vez en una escuela que servía de refugio a decenas de desplazados por la guerra y que el ejército hebreo bombardeó convencido de que la milicia palestina la utilizaba como «centro de mando». En el ataque, según las autoridades locales, murieron casi un centenar de personas –entre ellas, once niños– y otras 150 resultaron heridas, la mayoría «muy graves». La comunidad internacional se mostró «horrorizada» por la masacre.
No es la primera vez que Israel pone en su objetivo espacios abarrotados de civiles en la Franja porque sus investigaciones apuntan a que Hamás se sirve de ellos como escondite. Hospitales, campamentos de refugiados, centros educativos... Este sábado le tocó a la escuela coránica Al Tabin, situada en el centro de Ciudad de Gaza, y a la adyacente mezquita de Darj Tafá. El bombardeo impactó contra ellas durante la oración del alba. Cayeron, al menos, tres misiles y se desató un fuego que complicó el rescate de posibles supervivientes y la retirada de cadáveres entre los escombros. Tampoco resultará sencilla su identificación. «Todos los que estaban dentro del templo murieron. Incluso el piso de arriba, donde dormían mujeres y niños, fue completamente incendiado», describía Abu Wasim, un vecino que llegó al lugar al amanecer. Se encontró con charcos de sangre, hombres que trasladaban cuerpos en mantas y móviles que apuntaban con sus luces a las ruinas en busca de un rastro de vida.
Las Fuerzas de Defensa de Israel asumieron la autoría y defendieron que «se tomaron muchas medidas para reducir las posibilidades de dañar a civiles». Entre ellas, «el uso de armamento de precisión» e «información de Inteligencia». De hecho, sugirieron que la cifra real de víctimas sería menor a la aportada por las autoridades gazatíes, aunque no dieron otros números. En el interior de la escuela, según fuentes del ejército judío, había una veintena de miembros de Hamás y de la Yihad islámica, incluidos varios altos cargos, que desde este escondite «planearon y promocionaron operaciones terroristas» contra territorio hebreo. Daba un techo a los desplazados pero, insistieron, funcionaba también como «cuartel militar» de la milicia palestina, a la que volvieron a acusar de usar a la población como «escudo humano». El movimiento islamista negó presencia suya alguna en el edificio arrasado y tachó de «pretexto ridículo» el argumento de Tel Aviv, que desde los ataques del 7 de octubre –con casi 1.200 muertos y unos 250 secuestrados en el Estado judío– se ha propuesto acabar con todos los jefes de esta organización.
El bombardeo de este sábado se suma a otros veinte que, según el balance de la ONU, habría perpetrado Tel Aviv contra escuelas en la Franja –donde el 90% de la población se encuentra desplazada por la guerra– sólo desde julio. La cifra de fallecidos en estas acciones pasaría de los 270. El pasado jueves hubo 18 muertos en sendas acciones contra dos centros educativos de Ciudad de Gaza, mientras Catar, Egipto y EE UU reclamaban a Israel y Hamás que retomaran las negociaciones para un alto el fuego en el enclave tras más de diez meses de guerra. El Ejecutivo liderado por Benjamín Netanyahu accedió el viernes a sentarse a hablar, apenas unas horas antes de la matanza en Al Tabin. La organización islamista aún no ha respondido a la petición pero este sábado, como se esperaba, advirtió que los últimos hechos suponen una «peligrosa escalada» y señaló a Estados Unidos por su supuesta complicidad. El actual escenario no hace pensar precisamente en un acuerdo para una tregua y la próxima cita, prevista para el jueves que viene, ha quedado en el aire.
En el entorno de Israel tampoco se respira optimismo. La Liga Árabe y, a nivel individual, Egipto, Líbano, Jordania, Turquía y Arabia Saudí condenaron este sábado el «asesinato deliberado» de civiles en el último bombardeo, que entendieron como una muestra de la falta de «voluntad política israelí» para detener la guerra en Gaza. Catar, con un activo papel de mediador en este tiempo, reclamó una «investigación internacional urgente» de lo ocurrido en Al Tabin, España exigió un pacto para un alto el fuego «inmediato» que detenga la «catástrofe humanitaria», Argelia pidió una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas... El clamor es generalizado. «No hay justificación para estas masacres», censuró Josep Borrell, máximo responsable de la diplomacia europea, quien se mostró «consternado».
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