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El Mossad advirtió ayer que Hamás ha «fortalecido su posición» respecto a las condiciones impuestas para una tregua en lo que parece un intento de «encender la región durante el Ramadán». La evaluación se produjo un día después de que el jefe de la agencia ... de espionaje israelí, David Barnea, se runiera con su homólogo de la CIA, Bill Burns, con el fin de abordar una solución para la liberación de los rehenes. El análisis coincide con las declaraciones efectuadas ayer a 'The Wall Street Journal' por Husam Badran, miembro del bureau político de Hamás, quien advirtió que la violencia aumentará durante el mes sagrado de los musulmanes si no se produce un acuerdo entre Israel y la milicia sobre la guerra.
A falta de mayores precisiones, la situación ha girado ostensiblemente en las negociaciones del alto el fuego. La milicia islamista ha dejado en un segundo plano la cuestión de los cautivos a cambio de presos palestinos y antepuesto la retirada del ejécito israelí de Gaza, el aumento de la ayuda humanitaria y el libre regreso de los palestinos al norte de la Franja como sus principales exigencias. Es lo que el Mossad denomina el «endurecimiento» de su postura. Hamás sabe que Tel Aviv no acepará los términos y que el alargamiento de la crisis solo calentará los ánimos en la región en un mes muy sensible, con vistas a «provocar» disturbios graves en Cisjordania y Jerusalén, según los informes de Inteligencia.
Los mediadores egipcios y cataríes que permanecen en El Cairo, sede de las conversaciones de paz, harán hoy un último esfuerzo para tratar de convecer a israelíes y milicianos de que es ahora o el caos. En otras palabras, que acuerden una tregua de 'tanteo' mucho más breve de las seis semanas previstas, pero suficiente para aplacar los ánimos en el Ramadán. Los negociadores tienen escasas esperanzas de sacar adelante esta propuesta, hasta el extremo de que los cataríes habrían amenazado a los líderes políticos de Hamás, entre ellos su jefe, Ismael Haniye, con expulsarles de Doha, donde están refugiados. Husam Badram ha negado esta advertencia. A su juicio, su partido es el único que se ha movido en busca de una solución, pero choca una y otra vez con la «cerrazón» de Tel Aviv.
Israel no ha estado físicamente presente en la mesa de El Caito. La milicia sí, pero sus delegados abandonaron repentinamente el jueves la capital egipcia para realizar consultas con la cúpula del movimiento islamista. La reunión comenzó en la tarde de ayer. No augura una perspectiva optimista. Una de las razones por las que se celebra es la reaparición de Yahya Sinwar, el jefe militar de Hamás en Gaza, después de semanas de aislamiento probablemente en los subterráneos de la Franja, donde los espías israelíes le sitúan rodeado de rehenes a modo de salvaguarda personal.
Defensor de la lucha contra Israel y organizador de la masacre del 7 de octubre en los kibutz, Sinwar habría reconectado para evitar síntomas de tibieza en la dirección de Hamás y abogar por la máxima firmeza ante Tel Aviv. Suya es, al parecer, la premisa de que el Gobierno de Benjamín Netanyahu se comprometa a retirar las Fuerzas de Defensa antes de abordar otros asuntos. Fuentes cercanas habrían señalado a 'The Wall Street Journal' que esta circunstancia le habría puesto en desacuerdo con otro sector del movimiento. Sin embargo, su ascendencia sobre los dirigentes más radicales, las bases milicianas y lo que queda de su aparato militar es muy fuerte.
La decisión del consejo se conocerá probablemente mañana, cuando la delegación palestina ha anunciado que regresará a El Cairo y se lo trasladará a las delegaciones de EE UU, Egipto y Catar. La milicia juega en parte con el tiempo, ya que es consciente de que Netanyahu se expone cada vez más a la presión estadounidense, las fricciones internas en su gabinete con el ala más radical y la animadversión de una parte sustancial de la sociedad hebrea.
Como ejemplo, Tel Aviv acogió ayer la primera gran manifestación contra el Ejecutivo celebrada desde el 7 de octubre. La conmoción inicial por el salvaje asesinato de más de 1.100 israelíes está derivando hacia una crisis política de peso, que este sábado tuvo también su reflejo en otras movilizaciones frente a las residencias de Netanyahu y del presidente del país, Isaac Herzog. Los concentrados se contaban por miles y colapsaron además el centro de la ciudad y arterias tan importantes como la avenida Begin. Les acompañaron decenas de académicos e intelectuales. La multitud exigió elecciones legislativas y el regreso de los rehenes.
Sentados dentro de jaulas, los familiares de los israelíes secuestrados cortaron este viernes la principal carretera entre Jerusalén y Tel Aviv y ayer organizaron una gran concentración cerca de la casa del primer ministró. Los allegados de las diecinueve mujeres que permanecen en manos de Hamás se repartieron asimismo por otras tantas manifestaciones convocadas con motivo del Día Internacional de la Mujer en todo el país.
En la antesala del Ramadán y en medio del avance de las operaciones militares desde el centro de Gaza hacia el sur, el colectivo sospecha que si Israel y la milicia no firman una tregua de modo inmediato, es muy posible que se haga tarde para salvar a los rehenes. A unos hijos, padres, hermanas o parejas que están exhaustos, al límite de sus fuerzas por la falta de comida y que han sido objeto de maltratos y abusos durante estos cinco meses de cautiverio.
En las últimas veinticuatro horas, su nerviosismo se ha vuelto además más acuciante. Las protestas se han reavivado después de que un medio de comunicación, el Canal 12, informara de que varias decenas de familias han recibido pruebas de vida recientes de sus parientes cautivos. Aunque no se ha desvelado cómo les llegaron ni en que consitían, el colectivo ha renovado la presión sobre el primer ministro, al que ayer exigieron «traer a casa a las personas que ustedes descuidaron y que han estado en el infierno durante 154 días». Las familias atribuyeron a Netanyahu la incapacidad de desbloquear las negociaciones y le retaron: «Si no puedes llegar a un acuerdo ahora, hazte a un lado y deja a alguien que sí pueda».
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