Óscar B. de Otálora
Martes, 31 de octubre 2023, 22:33
as negociaciones para liberar a los más de 200 rehenes que Hamás secuestró el pasado 7 de octubre han dado los primeros pasos en Catar. El jefe del Mossad, David Barnea, se trasladó el fin de semana a Doha para reunirse con altos oficiales del ... emirato y tratar el futuro de los cautivos, uno de los mayores retos del Gobierno de Netanyahu. En especial cuando los familiares de los secuestrados están presionando políticamente para que se den pasos para salvarlos en medio de la invasión de Gaza.
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La figura de Catar es determinante en cualquier negociación que afecte a Hamás. El régimen se ha convertido en el principal patrocinador de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza, una institución dominada por Hamás. Los jeques envían millones de dólares en ayuda a la Franja y son el principal sustento de la economía de la zona. En el pasado, el emirato ya fue vital para mediar en otros casos de secuestro. En 2006 el país árabe sirvió para pactar la liberación del cabo Gilad Shalit, intercambiado por mil prisioneros de Hamás. Otro de los actores claves en cualquier intermediación es Egipto, país que también ha participado en la resolución de otras crisis.
En este caso la presencia en Catar del máximo responsable de los servicios secretos para el extranjero de Israel, el mítico Mossad, muestra el alto nivel de diplomacia con el que está actuando el Ejecutivo de Netanyahu. David Barnea se ha encargado en el último año de alguna de las negociaciones más sensibles para Israel. En julio, por ejemplo, se reunió en secreto en Washington con los principales asesores del presidente Joe Biden para cuestiones de seguridad y de energía con el objetivo de analizar de manera conjunta el diálogo con el que Tel Aviv esperaba ser reconocido por Arabia Saudí. Estos contactos quedaron suspendidos tras la mortal incursión de Hamás en territorio hebreo.
Dentro de la crisis de seguridad que se ha abierto en Israel a consecuencia del fracaso de sus servicios de seguridad a la hora de prever el ataque, el Mossad también ha sido salpicado por las críticas. Sin embargo, las virulencia ha sido menor hacia esta rama en comparación con otros servicios como el Shin Bet, que se encarga de la seguridad interior, o la inteligencia militar. Los líderes de ambos servicios ya han comparecido en público para pedir disculpas por su incapacidad para evitar el ataque.
El nombre del director del Mossad ha sido durante décadas uno de los secretos oficiales del Gobierno israelí, pero en los últimos años este aura de oscurantismo ha desaparecido y sus máximos responsables son figuras conocidas por la opinión pública. La fotografía de Barnea, por ejemplo, ha aparecido en reuniones del Gabinete de Netanyahu, así como en actos públicos.
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David Barnea procede de una familia alemana que consiguió escapar del Holocausto y llegar a Israel. Fue miembro de la principal unidad de élite de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la Sayeret Matkal, el grupo de agentes especialmente entrenados y que ha participado en misiones históricas como la persecución en Beirut de los terroristas de Septiembre Negro que asesinaron a deportistas judíos en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Cuatro años después esta unidad se encargó del rescate de los ciudadanos israelíes secuestrados por el Frente Popular para la Liberación de Palestina en Entebbe, Uganda. En esa misión murió su jefe, Yoni Netanyahu, hermano del actual presidente.
Barnea, tras su paso por el Ejército, estudió en Estados Unidos y trabajó en empresas privadas. Ingresó en el Mossad en los 90 y en 2021 fue nombrado director de los servicios secretos.
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