La vuelta al proceso de negociación para lograr un alto el fuego en Gaza llega marcada por las líneas rojas presentadas por Benjamín Netanyahu y la amenaza de abandonar el Gobierno por parte de los ultranacionalistas en caso de acuerdo. Una parte importante de Israel ... exige un pacto que permita el regreso a casa de los cautivos, pero la guerra sigue con toda su violencia y en las últimas horas el ejército ha vuelto a la Ciudad de Gaza, donde ha ordenado la evacuación forzosa de la parte vieja y otras zonas próximas.
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Cuando la delegación israelí se disponía a partir hacia El Cairo, el primer ministro filtró a la prensa un documento en el que señalaba que «cualquier acuerdo permitirá a Israel volver a luchar hasta que logre sus objetivos», «no será posible el contrabando de armas a Hamás desde la frontera con Egipto» o «no será posible el regreso de miles de terroristas armados al norte de Gaza». Esta filtración sobre los puntos innegociables de Netanyahu sentó mal entre los negociadores que, según medios locales, indicaron que el proceso debe realizarse en secreto y acusaron al líder hebreo de buscar desbaratar un posible acuerdo.
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La simple mención de un alto el fuego supone motivo de enfado para los aliados ultranacionalistas de Netanyahu en el Ejecutivo. El titular de Economía, Bezalel Smotrich, advirtió que «no seremos parte de un acuerdo para rendirnos a Hamás. Este pacto es una derrota y una humillación para Israel y una victoria para Yahya Sinwar», líder de Hamás y cerebro de los ataques del 7 de octubre.
El primer ministro hebreo sabe que sin el apoyo de los ultranacionalistas su gobierno está acabado. La oposición también es consciente de ello y por eso Yair Lapid le lanzó un salvavidas a cambio de su compromiso a alcanzar un pacto que sirva para liberar a los cautivos. «Hay un acuerdo sobre rehenes en la mesa. No es cierto que Netanyahu tenga que elegir entre el acuerdo y su continuidad como jefe del Ejecutivo. Le prometí una red de seguridad y cumpliré esa promesa», escribió el líder de la oposición en un mensaje en su cuenta de X.
Netanyahu, que en dos semanas viajará a Estados Unidos para hablar ante el Congreso, tiene la fuerte presión de las familias de los cautivos, que el domingo volvieron a movilizar a miles de personas en Israel. También Washington presiona al mandatario hebreo para que acepte un pacto que abra la puerta al final de una guerra en la que Tel Aviv sigue ocultando su estrategia para el día después. El conflicto bélico y el apoyo firme al Estado judío están desgastando a Joe Biden en su carrera hacia la reelección.
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La falta de flexibilidad del primer ministro israelí y sus líneas rojas atenúan las posibilidades de éxito de un proceso en el que esta vez Hamás había decidido ceder en su petición de exigir el alto el fuego definitivo como condición previa al intercambio de cautivos por presos palestinos.
El diálogo indirecto entre Hamás e Israel llega cuando la guerra entra en su décimo mes. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) elevó a 196 el número de sus trabajadores muertos por fuego israelí en este tiempo. El responsable de la agencia Philippe Lazzarini dijo que más del 50% de sus instalaciones han sido destruidas y más de 500 personas han muerto tratando de buscar refugio en sus escuelas, las últimas dieciséis el sábado en un nuevo bombardeo.
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