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Tras casi 50 días de bombas mortales, los cohetes fueron de celebración junto al alambre de espino que corona los muros de la cárcel de Ofer, en Betunia, en la Cisjordania ocupada.
Gaza celebró a lo grande la liberación de 39 palestinos presos en centros ... de reclusión de Israel. Era el primer plazo del acuerdo de intercambio alcanzado entre Hamás y el Estado hebreo a cambio de la liberación de rehenes judíos. Una multitud de ciudadanos gazatíes escoltó los vehículos blindados que salían del campo militar de Ofer con los presos que iban a ser soltados. Sonó un grito casi unánime: «¡Hamás, Hamás, Hamás!». Los palestinos agradecen a la organización armada que 39 de los suyos ya no lleven grilletes.
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Una de las liberadas era Marah Bakir, de 24 años, que entre abrazos y alegría no olvidó a los 15.000 muertos que suma esta guerra: «Estoy feliz, pero mi libertad es a costa de la sangre de los mártires. Les digo que se mantengan firmes, Dios no os va a olvidar y está con vosotros».
Los aledaños de la cárcel de Ofer se convirtieron en escenario de un abrazo coral palestino. Fuegos artificiales, banderas, llanto por el reencuentro... Los liberados salían de un «cementerio viviente». En declaraciones a la agencia AFP, Bakir repasó su biografía, tan parecida a la de muchos con los que comparte generación: «He pasado el final de mi infancia y mi adolescencia en prisión, lejos de mis padres y de sus besos». Ingresó en prisión con 16 años por un delito que niega: el intento de apuñalamiento de un policía israelí.
En medio de un bullicido que rebosaba emoción, prefería mirar hacia delante: «Lo primero que voy a hacer es pasar muchísimo tiempo con mi familia, luego quiero entrar en la universidad para estudiar Derecho», declaró en directo a la cadena catarí Al Yazira. Aún no ha visto cómo ha quedado Gaza, tan devastada. Ya lo verá. De momento, sus ojos se entrecerraban con cada achuchón. «Ahora al fin veo feliz a mi familia. Sí, están llorando, pero son lágrimas de alegría».
Otro excarcelado, Hanan Al-Barghouti, de 58 años, se inclinaba también ante Hamás. «Que Dios les recompense bien en nuestro nombre», agradeció. Y tampoco se olvidó de los muertos. «Si no fuera por el pueblo de Gaza, no habríamos visto la libertad». En su relato de estos dos meses de reclusión, cargó contra las fuerzas armadas de Israel. «Estábamos dentro de la prisión, comiendo amargura. Eran sádicos. Nos insultaron y humillaron. Pero nuestro orgullo es alto y nuestra dignidad elevada gracias a la resistencia», replicó.
De Ofer salieron 33 reclusos. Los otros 6 fueron liberados en Jerusalén. En Betunia hubo incidentes. Soldados israelíes lanzaron botes de humo y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Según Media Luna Roja, las fuerzas de seguridad hebreas dispararon e hirieron a tres personas. «La policía israelí está en nuestra casa e impide que la gente venga a vernos», denunció Fátina Salman, madre de Marah Bakir. La condena de su hija terminaba en 2025, pero ha sido incluida en este canje por rehenes judíos. «Mi hija está débil, no ha comido desde ayer», repetía anudándola con sus brazos.
La mayoría de las familias no sabía nada de sus allegados presos. Khalil Barahma ha sufrido esa incertidumbre. Un castigo añadido. Ahora acaba de recuperar a Jamal, su hijo de 17 años. «Mi felicidad es indescriptible». Lloraba. De fondo, sonaba el grito unánime: «¡Hamás, Hamás, Hamás!».
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