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Ciudadanos sirios celebran la caída del dictador. Efe

¿Por qué ha perdido Assad tan rápido?

Juanjo Sánchez Arreseigor

Domingo, 8 de diciembre 2024

En 2011-2019, el régimen dinástico de los Assad aguantó una lucha desesperada contra una sublevación nacional masiva que les tuvo contra las cuerdas, pero resistieron hasta que la intervención iraní, y en menor medida, rusa, les rescató. Incluso superadas en número, las fuerzas del ... régimen pelearon en todo momento con determinación y ferocidad. Solían rugirles a sus enemigos: «O Bashar, o quemamos el país».

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Ahora en 2024, tras varios años para recomponerse, rearmarse y reorganizarse, contando con aliados exteriores y enfrentados a un enemigo mucho menos numeroso que las masas rebeldes de años anteriores, las tropas del régimen se han desmoronado como castillos de arena y apenas han sido capaces de oponer resistencia efectiva. ¡Once días han bastado para conseguir lo que no se logró en once años!

Una posible explicación es que, a la hora de la verdad, la dinastía Assad se apoyaba sobre todo en una minoría étnica, los alawíes, que suponen el 11% de la población. Al reclutarse gran parte del cuerpo de oficiales y de las tropas más fiables entre esta minoría, es muy posible que los once años de sangrienta guerra civil entre 2011 y 2021 hayan diezmado las filas de sus hombres en edad militar, hasta el punto de no ser posible reponer las bajas. También contaría la perdida de muchos oficiales con experiencia, y la resistencia a promocionar a gentes que no fuesen alawíes. Eso habría obligado al régimen a sostenerse cada vez más en otros grupos étnicos de lealtad vacilante o forzada, mal instruidos y encuadrados, armados someramente, porque nunca se confió del todo en ellos, y muy mal pagados, que han desertado en masa al olfatear que había llegado el ansiado momento.

Otro factor en el rápido colapso de la dinastía es la deserción de otras minorías étnicas, que habían simpatizado con la revolución de 2011 pero luego habían ido cambiando de bando por temor a una pesadillesca tiranía de musulmanes sunitas yihaidistas. El nuevo líder rebelde, Al Julani, ha sabido desactivar esta alianza circunstancial prometiendo una política de tolerancia y moderación, que ya veremos cuánto dura tras la victoria, pero de momento el truco ha funcionado. En este aspecto, el evidente padrinazgo turco puede haber beneficiado a los rebeldes, pues está claro que Erdogan no es yihaidistas ni fanático.

La guerra no ha terminado. ¿Qué va a pasar con los kurdos? ¿Los diferentes grupos rebeldes se someterán a al Julani? ¿Erdogan o Netanyahu buscarían anexionarse trozos de Siria? Pero sobre todo, tenemos a los alawíes, que se concentran en las montañas paralelas a la costa. Por muchas garantías que Al Julani les dé a las minorías, los alawíes tiene sólidos motivos para temer los rencores acumulados durante medio siglo de dictadura sectaria.

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Siria podría quedar repartida entre kurdos, alawíes, israelíes, turcos, y el resto del territorio sería para los rebeldes, si se ponen de acuerdo.

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