Manuel de Almeida/EFE

Ucrania e Israel, dos puntos ciegos

En ambos lados del Atlántico se necesitan dirigentes que entiendan que la libertad requiere prevenir conflictos, por muy lejanos que parezcan

José M. de Areilza

Cátedra Jean Monnet-ESADE

Sábado, 14 de octubre 2023, 23:09

La invasión rusa de Ucrania y los ataques terroristas desde Gaza han cogido desprevenidos a los líderes políticos occidentales. Algunos servicios de Inteligencia habían advertido de lo que podía pasar, pero en Estados Unidos, Europa, y en el propio Israel, muchos dirigentes preferían mirar hacia ... otro lado.

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Una hipótesis para explicar estos dos puntos ciegos en el mundo de Washington es que todo lo que no sea la rivalidad con China no interesa. Además, la doctrina de repliegue, acelerada por Donald Trump y sintetizada en el eslogan 'América primero', lleva a adoptar una mentalidad equivocada: la creencia de que se puede ser superpotencia hegemónica sin tener responsabilidades globales. No está claro si esta cuadratura del círculo es posible y las dudas se acrecientan al leer historia. Joe Biden es el presidente con más experiencia en política internacional desde George Bush padre y ha reaccionado de modo acertado tanto ante la crisis de Ucrania como la de Israel. Pero su país no quiere pagar el coste en vidas y en dinero de ser el policía del mundo. Se aferra a una única mirada del exterior, el ascenso de China y la necesidad de frenarlo antes de ser desbancados como primera potencia. Rusia e Israel no han sido asuntos prioritarios en la diplomacia de EE UU desde los mandatos de Bill Clinton. Los norteamericanos han reducido su presencia y atención en ambas geografías.

Por nuestra parte, los europeos habíamos apostado por la interdependencia económica y energética como la manera de convivir en paz con Rusia y sus países limítrofes. No hemos dado importancia suficiente al revanchismo y al imperialismo que propugnaba un líder nacionalista como Vladímir Putin. Tampoco hemos sabido desarrollar capacidades militares propias, aunque nuestro gasto en defensa, descoordinado y fragmentado, equivale al 40% del gasto de EE UU.

En Oriente Medio, la UE se ha volcado en la interlocución con Irán sobre no proliferación nuclear. Pero esta potencia emergente en la región ha escalado su enfrentamiento con Israel, justo al revés que muchos vecinos árabes, y lo ha hecho apoyando a grupos terroristas como Hezbolá o Hamás. La UE ha condenado estas acciones, pero se ha visto impotente ante un conflicto que puede desestabilizar el mundo. Además, los europeos no tienen hoy apenas capacidad de influencia en un aliado como Israel, cuyo primer ministro abandera un giro anti-liberal que debilita a la única democracia de Oriente Medio. En ambos lados del Atlántico se necesitan dirigentes que entiendan que la libertad y el bienestar de sus sociedades requiere prevenir conflictos y pacificar guerras, por muy lejanos que les parezcan.

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