Israel se queda cara a cara con Hamás

Netanyahu arenga a sus tropas para pasar a la «siguiente fase» de la guerra tras el visto bueno de EE UU y la UE y dar por sentado el éxodo de los palestinos

Mikel Ayestaran

Enviado especial. Netivot

Sábado, 14 de octubre 2023

Israel y Hamás están listos para la siguiente fase del conflicto. Cumplida una semana de la operación sorpresa de los yihadistas, Benjamín Netanyahu visitó este sábado por primera vez a las tropas y recorrió algunos de los kibutz atacados, como Be'eri y Kfar Azza, ... escenarios de algunas de las principales masacres islamistas. «¿Estáis listos para la siguiente fase?», preguntó el primer ministro a su infantería y poco después compartió una foto con sus hombres con un texto que rezaba: «Con nuestros combatientes en Gaza, en la línea del frente. Todos estamos preparados».

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La zona que rodea Gaza, una amplia franja de terreno seco, ha sido marcada como área militar y el paso está restringido. Los uniformados han establecido posiciones de artillería a lo largo de los 42 kilómetros de la verja de separación y los aviones de guerra trabajan sin descanso. La llegada masiva de tropas de los últimos días ha culminado en un auténtico muro humano israelí que blinda Gaza para consumar la «venganza» que reclama Netanyahu contra Hamás.

El viernes por la noche se lanzaron las primeras incursiones terrestres para rescatar cuerpos de rehenes que se sabían muertos al otro lado de la Franja e inutilizar lanzaderas de cohetes. Dejar el camino lo más expedito posible de amenazas a las tropas es un importante paso previo a la operación terrestre.

Un final trágico

Unidades de asalto pasaron al otro lado de la Franja para recuperar los cuerpos de varios rehenes

Los islamistas tienen en sus manos a decenas de israelíes y extranjeros, militares y civiles, pero esto no ha frenado la ofensiva. Las Brigadas Qassam, brazo militar de Hamás, informaron de la muerte de otros nueve rehenes en recientes bombardeos, con lo que ya son veintidós los que habrían fallecido bajo las bombas, según los islamistas.

Después de tres días de reuniones con dirigentes de Estados Unidos y Europa, Netanyahu cambió el traje por el chaleco antibalas y se trasladó al frente. Antony Blinken y Austin Lloyd -por parte de EE UU- y Ursula von der Leyen y Roberta Metsola -representantes de la UE- dieron a Israel la luz verde para dar un paso más en la Franja. Tras la marcha de los líderes internacionales y el cumplimiento del ultimátum a los palestinos para dejar Gaza, una ciudad atenazada por el drama humanitario, los israelíes consideran que se quedan cara a cara con Hamás.

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Un gazatí corre con una niña y un bebé tras un bombardeo israelí. M. Saber/EFE

La visita de Bibi -como se conoce al primer ministro- al frente se produjo en una jornada en la que el ejército volvió a dar un ultimátum a los gazatíes para abandonar el norte de la Franja y buscar refugio más allá del río. En esta ocasión los militares concretaron un tiempo, de diez de la mañana a cuatro de la tarde, y ofrecieron dos vías seguras que se comprometieron a respetar. Estas carreteras se llenaron de coches cargados hasta los topes y de caminantes que tomaron el rumbo sur con la esperanza de ponerse a salvo.

Naciones Unidas dijo que «cientos de miles» siguieron las indicaciones de Israel y evacuaron en doce horas, aunque un gran número optó por quedarse en una zona donde la población estimada hasta esta semana ascendía a 1,1 millones de habitantes. La tensión se disparó en la región cumplido el plazo horario, aunque las tropas no dieron visos de movilizarse y seguían acumulando material bélico. Aún así, Netanyahu dejó claro durante su visita que la maquinaria bélica estaba «preparada» para intervenir en cualquier momento.

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Desde el norte

Las dos vías que el ejército hebreo dio para escaparse llenaron de vehículos y de refugiados a pie

Hamás insistió un día más en que la llamada al desalojo es «propaganda» del enemigo y pidió a la gente que no se desplazara. El líder político del movimiento en el extranjero, Ismael Haniye, envió un mensaje a lo suyos desde su cuartel general en Doha en el que dejó claro que «los palestinos no vamos a emigrar a Egipto. Nos quedamos en nuestra tierra, nunca la abandonaremos». Haniye acusó a Tel Aviv de cometer un «genocidio» con el apoyo de «Estados Unidos y algunos países europeos» y aplaudió «a los vecinos de Gaza que se enfrentan a la máquina de la barbarie del sionismo».

El mensaje de Haniye recibió el apoyo del ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, quien declaró que «rechazamos la política de expulsar a los palestinos de sus hogares en Gaza y exiliarlos a Egipto. Estamos totalmente en contra». La mayoría de habitantes de la Franja son refugiados expulsados por Israel de sus tierras en 1948 y 1967 y ahora se enfrentan a una nueva huida masiva. Algunos llevan 75 años esperando volver a sus tierras y ahora corren el riesgo de sufrir un segundo desplazamiento.

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Drama humanitario

Los calificativos se agotan con el paso de los días. La situación es dramática en la Franja, pero nadie en el exterior parece escuchar los mensajes de alarma de las organizaciones humanitarias. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, dijo que sus instalaciones «ya no son seguras». Según fuentes oficiales, los enfrentamientos han causado ya 3.621 víctimas mortales, 2.200 de ellas en la zona gazatí y el resto en el lado israelí. Miles de personas continúan además atrapadas, enfermas, heridas o sin lugar al que escapar, lo que dispara el temor y la incertidumbre sobre su suerte durante la anunciada ofensiva «por tierra, mar y aire».

Con todos los pasos de acceso a Israel cerrados y bajo un bloqueo total ordenado por el Estado judío en respuesta a la masacre de Hamás, que mató a más de un millar de civiles y militares en su brutal ofensiva de hace ocho días, la única salida posible de Gaza es el paso de Rafah, que lleva a Egipto. Durante todo el día de este sábado reinó la confusión sobre la posible marcha de extranjeros por esta vía, sobre todo tras la petición de Estados Unidos a sus nacionales para que viajaran allí, pero fuentes de la seguridad egipcias declararon a Reuters que falta el acuerdo final con Israel. Su Gobierno pide a Tel Aviv que devuelva el abastecimiento de agua y energía a la Franja.

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Un grupo d ehombre sporta un cuerpo sin vida cerca de la ciudad de Ramala. Mohammed Torokman/Reuters

Este es también el único camino posible para la entrada de ayuda. Turquía, Jordania o Catar han enviado aviones con material humanitario y ahora decenas de camiones esperan en el lado egipcio de la verja con esa carga que tanto necesitan los gazatíes. Aquí tampoco hay acuerdo y en este caso el problema para el acceso son las discrepancias sobre la manera de realizar los registros de seguridad a cada camión antes de su entrada.

La diplomacia está en marcha y tiene mil frentes abiertos, pero como ocurre en estas ocasiones va a un ritmo más pausado que la guerra. Estados Unidos es el único actor con capacidad real de influir sobre el terreno y fuentes diplomáticas que siguen el viaje de Blinken por la región -con paradas en Israel, Jordania, Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos- indicaron que el secretario de Estado defiende la idea de crear «zonas seguras» para los civiles que, en teoría, estarían a salvo de los bombardeos. Hasta que esto se logre no hay lugar seguro en Gaza.

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En su contexto

3.261 víctimas

mortales han dejado los enfrentamientos entre Israel y Hamás desde la ofensiva terrorista lanzada hace ocho días. La mayoría, 2.215, ha perdido la vida en territorio gazatí.

6.000 bombas

calcula la Fuerza Aérea israelí que ha lanzado sobre la franja de Gaza desde el ataque del sábado 7 perpetrado por Hamás, que utilizó entonces unos 2.200 cohetes (5.000, según los milicianos palestinos).

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