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El alto en fuego entre Líbano e Israel ha entrado en la madrugada del miércoles (a las 3.00 hora española) en vigor con una duración inicial de sesenta días, pero cargado de condiciones, sobre todo por parte del Estado hebreo. En las primeras horas ... de tregua tanto las autoridades libanesas como el ejército judío han pedido a los desplazados que no regresen a sus casas, al menos, por ahora.
Mientras las columnas de humo levantadas por los bombardeos «a gran escala» de Israel sobre Beirut seguían suspendidas en el aire, se desarrolló el martes por la tarde la reunión del gabinete de Seguridad de Israel que al fin dio el visto bueno a la propuesta de EEUU de iniciar hoy un alto el fuego en Líbano. Hay un principio de acuerdo, según anunció el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, sin dar más detalles, aunque sí dijo que la duración de la tregua dependerá «de lo que haga Hezbolá». Si se cumplen los puntos el preacuerdo diseñado por Washington, habrá al menos 60 días de paz en una zona donde desde octubre han fallecido más de 3.800 personas. Israel, que ha demolido barrios enteros, se compromete a replegar sus tropas y Hezbolá, descabezada y muy débil, se retirará al norte del río Litani, a 30 kilómetros de la frontera. El pacto contempla el despliegue de 5.000 soldados del ejército libanés para garantizar el cumplimiento del alto el fuego, el primero desde el inicio de la ofensiva hace casi dos meses.
Una comisión internacional supervisará el proceso. Estados Unidos quiere que la tregua se convierta en permanente y que sirva de ejemplo de negociación para pacificar Gaza. «Desactivar las tensiones en Líbano puede ayudarnos a poner fin al conflicto en la Franja», deseó el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken. Frente a esa puerta que parece abrirse, Netanyahu quiso dejar claro ayer que «Hamás se ha quedado solo en el combate y eso ayudará a nuestra misión sagrada de devolver los rehenes de Gaza a casa». Además, considera que con sus ofensivas militares Israel le está «cambiando el rostro a Oriente Medio» y que ahora que llega la calma a Líbano podrá centrarse en la «amenaza de Irán».
La de ayer fue una jornada muy intensa en la región. Durante todo el día las bombas de Israel acribillaron ciudades como Beirut y Tiro. Como si supieran que era la traca final. Por la tarde estaba prevista la reunión del gabinete de Seguridad hebreo. Netanyahu era partidario de firmar el documento de tregua propuesto por Washington, pero algunos miembros de su Gobierno estaban en contra, como el ministro de Seguridad Nacional. Itamar Ben Gvir cree que la paz es un paso atrás ahora que Hezbolá «está derrotada». Al cierre de esta edición, el Ejecutivo aún no había certificado el acuerdo, pero se daba por hecho.
Acuerdos Alto el fuego de una duración de 60 días, repliegue de las tropas de Israel y retirada de la milicia de Hezbolá hasta más allá de la orilla norte del río Litani
Pacificación Ejército libanés: 5.000 soldados ocuparán la zona. EE UU: tropas norteamericanas vigilarán el cumplimiento de la tregua. ONU: los cascos azules participarán en las labores de pacificación de esta región.
Supervisión Un organismo internacional encabezado por EE UU hará un seguimiento de todo el proceso de tregua.
La negociación llevaba días prácticamente atada, según la prensa estadounidense. La presión internacional para certificar el pacto indirecto entre Israel y Hezbolá -oficialmente no mantienen contactos y Washington ha actuado como mediador- ha ido en aumento. Además de la Casa Blanca, la ONU ha pedido con insistencia una tregua tanto en Líbano como en Gaza. Y ayer en su última reunión el G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos ) expresó su apoyo a la negociación que buscaba una solución pacífica en Líbano. Por su parte, Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, dijo que Israel «ya no tiene excusas» para seguir con su ofensiva.
Según adelantó la web estadounidense Axios, si Hezbolá no cumple su parte del pacto, Washington apoyará la reacción militar de Tel Aviv. La mediación de EEUU se basa en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobada en 2006 y que estipula que sólo el ejército libanés y las fuerzas de paz de la ONU pueden desplegarse en la frontera sur de Líbano.
El alto el fuego acordado es frágil. Israel deja de atacar y retira sus tropas, pero ya ha dicho que retomará de inmediato las armas si detecta cualquier tipo de amenaza. No se fía de Naciones Unidas y teme que el cese de las hostilidades permita a Hezbolá rearmarse. Esta milicia, que se reserva su «derecho de autodefensa», seguirá en activo para ayudar a los desplazados a regresar a sus aldeas y reconstruirlas, según Hasan Fadlallah, algo cargo del grupo libanés.
Israel inició el pasado 1 de octubre la invasión de Líbano tras varias semanas de intensos bombardeos. Era su respuesta a los continuos ataques que desde el país vecino realizaba la milicia de Hezbolá en apoyo de la población de Gaza y de la organización palestina Hamás. El conflicto en la Franja se extendió así a Líbano, donde muchas aldeas y ciudades, sobre todo Beirut, han sido desde entonces objetivo diario del ejército hebreo.
De hecho, apenas unas horas antes de la reunión del gabinete de Seguridad que ha alumbrado la tregua, los bombardeos oscurecieron el cielo de la capital libanesa. Tras emitir órdenes de evacuación, el ejército hebreo atacó durante la mañana y la tarde «veinte objetivos terroristas en Beirut», según difundieron las tropas armadas judías. En esta operación «a gran escala» participaron ocho aviones. «Un anillo de fuego envuelve los suburbios al sur de la ciudad», describieron los medios locales. Hubo al menos diez muertos. Un diputado de Hezbolá, Amin Cherri, acusó a Israel de querer «vengarse de los libaneses» en medio de las negociaciones para el alto el fuego.
En contra de lo que piensa Netanyahu, EE UU pretende que esta paz provisional en Líbano sirva como modelo a seguir en Gaza. El enviado de Washington para Oriente Medio, Brett McGurk, ha viajado a Arabia Saudí para reactivar las negociaciones sobre la Franja, donde ya hay más de 42.000 víctimas y la población malvive entre frío y hambruna.
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