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Israel y Hezbolá dieron este miércoles un paso más en el pulso que mantienen desde hace un año y la invasión terrestre parece inminente, aunque Estados Unidos y Francia trabajan de manera intensa para intentar lograr rebajar la tensión. La milicia chií lanzó a primera ... hora de la mañana su primer ataque contra Tel Aviv, aunque la defensa aérea derribó el misil tierra-tierra que tenía como objetivo el cuartel general del Mossad. Israel recibió el mensaje y el jefe del Ejército, general Herzi Halevi, aseguró que preparan «la maniobra terrestre». Para ello se han movilizado dos brigadas adicionales de reservistas en la frontera norte, además de golpear durante todo el día desde el aire en una jornada en la que mató a otras 51 personas, según el Ministerio de Salud. La cifra de libaneses muertos supera ya los 600. Los ataques se extendieron a nuevas zonas, alejadas de los feudos del Partido de Dios.
La entrada hebrea por tierra llegaría después de los duros golpes que ha recibido Hezbolá tras las explosiones de los 'buscas' y los walkie-talkies, y los bombardeos en el sur de Beirut que, en tres operaciones diferentes en apenas 72 horas, han acabado con su cúpula militar. A esto hay que sumar los miles de ataques de los últimos tres días y el éxodo forzoso de decenas de miles de personas. La frontera sur está vacía de civiles, lo que allana el camino a la entrada de las tropas israelíes. Los últimos datos de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) elevaron a más de 200.000 los desplazados internos del país, 90.000 de ellos en los últimos tres días.
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«Continuaremos. No nos detendremos. Seguiremos atacando y seguiremos golpeándolos en todas partes. El objetivo es muy claro: devolver a los residentes del norte sanos y salvos», dijo el general Halevi durante la visita a sus soldados en el norte, donde desveló la inminencia de la entrada por tierra. Más de 60.000 israelíes se han visto obligados a dejar sus casas en la zona fronteriza por el hostigamiento diario de la milicia proiraní.
Desde Teherán, el Líder Supremo, Alí Jamenéi, alabó al Partido de Dios y dijo que el daño sufrido hasta ahora por la milicia «no es el tipo de daño que puede ponerle de rodillas (…) Su autoridad, capacidades y fuerza son mucho más que eso». El ministro de Exteriores, Alí Bagheri Kani, fue en la misma línea y alertó a todos de que «no se puede subestimar la habilidad de Hezbolá para defender Líbano». Irán rehúye el choque directo a gran escala con Israel porque les parece que es «una trampa» que quiere tenderles Benjamín Netanyahu, reveló el anterior responsable de Exteriores, Javas Zarif, figura muy cercana al nuevo presidente, Masoud Pezeshkian.
Tras unos días de atascos eternos, las carreteras se vaciaron en los accesos a Beirut e Israel metió el miedo en el cuerpo a los libaneses con ataques contra lugares situados en la misma autopista. En Saadiyat, veinte kilómetros al sur de la capital, Abú Ali daba gracias a Dios porque nadie había resultado herido en el bombardeo nocturno que convirtió su taller mecánico en un enorme cráter. «Ahora la obligación es levantarlo de nuevo y seguir trabajando, justo lo que ellos quieren que no hagamos», dijo al grupo de empleados, tan asustados por el ataque como por la perspectiva de quedarse sin empleo en un Líbano sumido en una grave crisis económica desde hace años.
«Ésta es una población mixta cristiana y musulmana y no hay presencia de Hezbolá. Nada de nada. Israel busca asustarnos, dividirnos y que nos levantemos contra la milicia, pero en estos momentos es cuando más unidos hay que estar. Este sitio era un simple garaje, no una posición militar o un almacén de armas», señalaba Sami al-Masri, vecino cuya casa tembló en mitad de la noche con la explosión. Todos los coches que llegan o salen de Beirut pasan delante del enorme cráter dejado por la aviación enemiga en esta zona alejada de los feudos del Partido de Dios, lo que permitió a la prensa trabajar con libertad y hacer entrevistas con los vecinos, algo imposible de hacer cuando el ataque es un bastión de la milicia chií.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, calificó la situación de «grave» y reveló que «trabajamos incansablemente con nuestros socios para evitar una guerra en toda regla y avanzar hacia un proceso diplomático que permita a israelíes y libaneses regresar a sus hogares».
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Antes de poner rumbo a Nueva York para tomar parte en la Asamblea General de la ONU, Netanyahu dio luz verde a los contactos con Estados Unidos, reveló el diario 'Yediot Ahronot'. La condición del primer ministro fue que «las negociaciones solo se producirán bajo el fuego, continuaremos golpeando a Hezbolá con todas nuestras fuerzas». Una estrategia similar a la defendida en Gaza.
Medios libaneses como LBCI señalaron que la iniciativa estadounidense había logrado «progresos significativos» y que se podrían ver «resultados prácticos» en menos de 24 horas. La mediación la lidera Washington y cuenta con el respaldo de Francia, que también se ha metido de lleno en el esfuerzo diplomático para rebajar la tensión. En cualquier caso, la última palabra en el lado de Hezbolá la tendrá Irán, país que controla a la milicia.
Las palabras de Blinken se recibieron con cautela ya que desde hace casi un año trata de lograr un acuerdo de alto el fuego en Gaza y ha sido incapaz de hacerlo. Ante la complicada salida dialogada a la crisis, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud libanés se preparan para un conflicto con víctimas masivas en el Líbano.
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