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Tres personas murieron y otras seis resultaron heridas este jueves en un atentado cometido por dos miembros de Hamás en Jerusalén tan solo unos minutos después de que se reanudara el alto el fuego establecido entre Israel y la milicia yihadista. Los dos individuos, hermanos ... y con antecedentes por terrorismo, dispararon indiscriminadamente contra los viajeros que aguardaban en una parada de autobús en una concurrida avenida de la ciudad. Luego, fueron abatidos por dos militares fuera de servicio y un civil armado. La organización islamista los declaró posteriormente «mártires de la yihad» y explicó que habían actuado en respuesta a la muerte de dos niños en Cisjordania y varios jefes militares del propio Hamás en Gaza.
El atentado causó una profunda conmoción en Israel, todavía muy afectada por el zarpazo yihadista a los kibutz del pasado 7 de octubre, y cuando nadie esperaba un nuevo ataque de la organización terrorista en pleno alto el fuego. El seísmo llegó al Gobierno de Benjamín Netanyahu, donde el sector más radical de la coalición introdujo presión para olvidarse de treguas y volver al concepto de guerra sin cuartel.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, manifestó que la milicia rompió el alto el fuego en el momento en que asumió los asesinatos. «Con una mano Hamás firma un alto el fuego, con la otra envía terroristas a asesinar judíos en Jerusalén», dijo el líder del partido de extrema derecha Otzma Yehudit, para quien «este tipo de incidentes demuestra una vez más hasta qué punto no podemos mostrar debilidad». Israel debe «hablar con Hamás solo a través de la guerra», apostilló Ben Gvir, que insistió en dotar de armas a los civiles tras saber que un testigo había ayudado a abatir a los pistoleros con un fusil.
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Su compañero en la cartera de Finanzas, Bezalel Smotrich, también coincidió en que el atentado indica que Tel Aviv está «en guerra en todos los frentes» y que su objetivo debe consistir en exclusiva en «destruir al enemigo en todas partes». Los socios políticos más radicales advirtieron a Netanyahu que están dispuestos a disolver la coalición de Gobierno si cede a las peticiones de la comunidad internacional de convertir la actual pausa en un alto el fuego duradero.
Las investigaciones sobre el atentado continuaban anoche sin descanso. En su comunicado, Hamás hacía un llamamiento a sus simpatizantes para provocar una «escalada de resistencia» y destacaba que el ametrallamiento en Jerusalén demostraba cómo «los héroes de nuestro pueblo se están movilizando para vengar la sangre de los mártires». Antes de esta declaración, las fuerzas de seguridad manejaron varias hipótesis, además de la de una orden directa de la milicia, como la posibilidad de que los dos hermanos hubieran actuado por su cuenta o creyeran que la tregua había finalizado poco antes, dado que la prórroga se alcanzó de noche 'in extremis'. Lo que sí evidencia el ataque es la existencia de 'células durmientes' en territorio israelí y que Hamás se siente a gusto probando sus límites.
Los atacantes portaban un fusil de asalto M-16 y una pistola. Un vídeo de una cámara de seguridad cercana permite observar cómo su coche se detiene unos metros más adelante de la parada, en el carril derecho de la avenida, y ambos descienden por los costados. A continuación, abren fuego contra los civiles que se encuentran de espaldas a ellos mientras observan la llegada del autobús. Los ciudadanos corren despavoridos. Los pistoleros les persiguen sin dejar de apretar el gatillo. Luego, intentan huir en su coche, pero un hombre con un fusil les obliga a desistir y parapetarse detrás del vehículo. Las últimas imágenes recogen a los dos soldados fuera de servicio bajándose de su propio automóvil. Disparan contra los milicianos hasta que caen acribillados.
La agencia de seguridad Shin Bet identificó a los terroristas como Murad Namr, de 38 años, e Ibrahim Namr, de 30, ambos residentes en el barrio de Sur Baher, en Jerusalén Este. El primero de ellos salió en 2020 de prisión tras cumplir una condena de diez años por atentar en la Franja. Su hermano ingresó también en la cárcel en 2014 por «actividades terroristas». Las fuerzas de seguridad registraron sus casas y se llevaron detenidos a seis familiares.
Como consecuencia de los disparos, una joven de 24 años, Livia Dickman, murió en el acto. Otras dos personas fallecieron en el hospital: Hannah Ifergan, de 60, y Elimelech Wasserman, de 73 y juez del tribunal de rabinos de Ashdod. En su última imagen en las redes sociales aparece sonriente con su nieto de corta edad. De los heridos, al menos dos ingresaron en situación crítica.
Varios estudiantes de una yeshivá cercana, un centro de estudios de la Torá, colaboraron en la búsqueda de restos de las víctimas, que según la ley israelí deben ser enterrados por completo. Tan atroz resultó el acribillamiento que uno de ellos rescataba con unas pinzas los vestigios humanos incrustados en un árbol.
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