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La llegada del Ejecutivo más radical de la historia de Israel, formado por la alianza entre ultranacionalistas y ultraortodoxos, ha cambiado las cosas dentro y fuera del Estado judío. Después de un año apartado del poder, Benjamin Netanyahu recuperó la jefatura de Gobierno en diciembre ... y desde entonces «se ha duplicado el número de ataques contra objetivos de Irán en Siria», en palabras del ministro de Defensa, Yoav Gallant. Tanto la república islámica como Rusia han sido aliados clave del presidente Bashar al-Assad durante la guerra y ambos países parece que llegaron a Siria para quedarse.
Los rusos están al Norte y cuentan con una base marítima permanente en Tartús. Los iraníes «tratan de hacerse fuertes a pocos kilómetros de la frontera de Israel», según Gallant, quien aseguró que los ataques de los últimos meses han causado «daños importantes» al enemigo.
2006
fue el año en que tuvo lugar el último conflicto en la frontera norte de Israel y el choque con Hezbolá se alargó 33 días.
Los aeropuertos de Alepo y Damasco, el centro de investigación en Masyaf, en el centro del país, o distintas bases aéreas de la provincia de Homs han sido objetivo de numerosos ataques en los últimos años. Israel ni confirma, ni desmiente estas operaciones de manera oficial, pero Damasco denuncia de forma sistemática las agresiones en su territorio. El aumento de las operaciones israelíes indicaría, según los expertos, una creciente actividad de los iraníes y un mayor número de intentos de transportar armamento estratégico hasta la zona.
El Estado judío considera que la Guardia Revolucionaria planea establecer posiciones próximas a la frontera para formar un gran frente común entre Siria, Líbano, con la milicia chií de Hezbolá, y Gaza, con Hamás, en una próxima gran guerra regional. El último conflicto en la frontera norte fue en 2006 y el choque con Hezbolá duró 33 días.
Gallant, que durante varios días fue borrado como ministro por sus críticas a la reforma de la Justicia de su Gobierno, acusó también a Irán de convertir barcos civiles en «barcos militares armados con drones y misiles», a los que llamó «bases de terror flotantes». El plan final sería «amenazar las rutas comerciales y de vuelo, tanto militares como civiles, y crear una amenaza permanente en el ámbito marítimo».
Esta guerra oculta entre iraníes e israelíes se desarrolla en mitad de los importantes cambios que se viven en la región. Irán y Arabia Saudí han retomado las relaciones diplomáticas, rotas desde 2016, y el régimen sirio ha recuperado su asiento en la Liga Árabe, organismo del que fue expulsado en 2011. Estos son movimientos que Israel no ve con buenos ojos, sobre todo porque aspiraba a extender los Acuerdos Abraham a Riad y normalizar relaciones con la monarquía saudí, pero no han alterado su agenda de ataques en Siria.
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