Israel ya bombardea Rafah, refugio de más de un millón de personas

Pasados cuatro meses de guerra Israel no ha logrado liberar a los 136 rehenes que aún permanecen en manos de Hamás ni cazar a los líderes de la organización terrorista que lanzaron los ataques del 7 de octubre. Rafah es el último bastión por conquistar para el ejército hebreo y la última esperanza para completar el doble objetivo de su Gobierno. El problema es la fuerte presencia de desplazados llegados de todos los puntos ya bombardeados en la Franja.

La ofensiva militar sobre la zona se produce cuando Hamás tiene sobre la mesa una propuesta para un nuevo alto el fuego que sirva para reactivar los intercambios de cautivos israelíes por prisioneros palestinos. Pero los islamistas no han respondido de momento a esa iniciativa y, de manera oficial, siguen defendiendo que solo soltarán a los secuestrados si llega el final de la guerra, no una tregua temporal.

Los frentes del conflicto se extienden y se multiplican desde el pasado 7 de octubre, y Estados Unidos dio en la noche del viernes al sábado el primer paso en su operación para vengar la muerte de tres soldados en una base de Jordania tras el ataque de un dron. El ejército estadounidense bombardeó 85 objetivos en Siria e Irak, todos relacionados con la Guardia Revolucionaria de Irán y las milicias chiíes leales a Teherán. Washington respondió, pero sin actuar sobre suelo iraní. La cifra de muertos por las acciones norteamericanas ascendió a 45, según fuentes de ambos países: 29 en Siria y 16 en Irak.

Las autoridades de Bagdad decretaron tres días de luto por los fallecidos en los bombardeos y acusaron a Estados Unidos de poner a la nación y a toda la región «al borde del abismo». Irán realizó una valoración similar y señaló a su enemigo americano como la «principal causa de desestabilidad» en la zona. En Siria, el ministro de Cultura del país dijo que el suceso «violó todas las normas y cartas internacionales que exigen la protección y el respeto de los bienes culturales», porque uno de los proyectiles causó graves daños en la histórica fortaleza de Al-Rahba.

Irán, siempre en segundo plano aunque sea el gran señalado, a través de su portavoz de Exteriores censuró la «violación de la soberanía y la integridad territorial» de sus aliados. Este tipo de operaciones son delicadas porque en Siria hay también presencia de tropas regulares rusas y desde Moscú pidieron una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por este bombardeo que supone «una amenaza a la paz y seguridad».

Estados Unidos mantiene una docena de bases en Siria e Irak y los hostigamientos de grupos proiraníes se han disparado desde que empezó la guerra en Gaza. El más grave se produjo la semana pasada cuando un dron mató a tres soldados en suelo jordano. El presidente Joe Biden clamó venganza y el primer paso de la misma ha sido muy medido y sin poner en el punto de mira a grandes líderes de las milicias. Los estadounidenses cuentan con 3.000 soldados en Jordania, 2.500 en Irak -bajo invitación del Gobierno local con el objetivo de combatir al grupo yihadista Estado Islámico- y unos 900 en el norte de Siria, donde luchan junto a las milicias kurdas.

Los bombardeos llegaron en las horas previas a una nueva visita del secretario de Estado norteamericano a la zona. Antony Blinken realizará su quinta gira regional desde el 7 de octubre y visitará Arabia Saudí, Egipto, Catar, Israel y los territorios palestinos. Una vez más la liberación de los cautivos y la entrada de más ayuda humanitaria a la Franja serán las prioridades de su agenda. En las últimas visitas los mensajes de Blinken no calaron en la estrategia hebrea, que avanza con sus planes en Gaza pese a la presión exterior y al alto número de bajas civiles.