Para Israel no hay líneas rojas en la venganza que lanzó tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, que ahora se extiende desde Gaza a Líbano. Benjamín Netanyahu insiste en que su objetivo es Hezbolá, pero en las últimas horas sus tropas han « ... atacado repetidamente» el cuartel general de los cascos azules de la ONU en Naqoura y sus posiciones cercanas a la frontera. El suceso más reciente, este viernes, se ha saldado con dos militares ceilandeses heridos después de que un proyectil de artillería impactara contra la entrada principal de la base y de que un carro de combate atacara una torre de observación. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, tachó lo ocurrido de «intolerable». «Las fuerzas de paz deben ser protegidas por todas las partes del conflicto y lo que ha ocurrido es, obviamente, condenable», denunció.
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Las palabras de Guterres, sin embargo, no parece que vayan a ser atendidas por Israel en vista de los últimos hechos. El ataque del viernes se produjo sólo unas horas después de que, el jueves, un disparo desde un tanque hebreo hiriera a otros dos efectivos indonesios al derribar una torre de observación. El organismo internacional acusó entonces a los soldados de abrir fuego «deliberadamente» contra las cámaras de seguridad para evitar que los actos quedaran registrados. Consultado por la denuncia de las fuerzas de FINUL, el ejército dijo que «revisaba los informes». Posteriormente aseguró que antes de atacar estas posiciones recomendó a las fuerzas internacionales que se resguardasen en zonas protegidas.
El actual jefe de la misión internacional es el general español Lázaro Sáenz, y cuenta con un contingente de 10.000 hombres, 669 de ellos españoles. El portavoz, Andrea Tenenti, informó hace unos días de que los israelíes les habían pedido dejar algunas de sus bases, a lo que los cascos azules se negaron. Tenenti reveló que las tropas judías establecieron una posición de ataque detrás de una de las instalaciones de los enviados por Naciones Unidas para atacar desde allí a Hezbolá.
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Además de la torre de observación en Naqoura, Israel atacó la base de Labbouneh, donde están las tropas italianas. «Golpearon en la entrada del búnker donde se refugiaban las fuerzas de paz, y dañó vehículos y un sistema de comunicaciones. Se observó un dron de las FDI volando dentro de la posición de la ONU hasta la entrada del búnker», detalló el comunicado difundido por el organismo internacional.
No es el primer ataque directo de Israel a los cascos azules. En enero de 2015 mató al cabo Francisco Javier Soria Toledo, de 36 años, en un bombardeo contra la torre de vigilancia en la que se encontraba en unos días en los que había intercambio de golpes con Hezbolá. En un hecho sin precedentes, el ejército tomó medidas disciplinarias y un año después la esposa del cabo recibió una indemnización de unos 185.000 euros. Israel habló entonces de «varios errores» en los disparos, pero la versión fue muy discutida porque el ejército judío tiene las coordenadas de todas las posiciones de FINUL y cuenta con armamento de precisión.
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Josep Borrell
Jefe de la diplomacia europea
La misión de paz se remonta a 1978, pero España no llegó hasta 2006, tras la guerra de 33 días entre Hezbolá e Israel. El conflicto finalizó con la resolución 1701 de la ONU, que reforzó la presencia de los cascos azules, estableció un alto el fuego y pedía la retirada de las fuerzas hebreas para ser reemplazadas por fuerzas libanesas y de la ONU en el sur del País del Cedro, y el desarme de grupos armados, entre ellos Hezbolá. Desde ese 2006, España cuenta con la Base Miguel de Cervantes en Marjayoun y ha sufrido dieciséis bajas. El golpe más sangriento lo sufrieron en 2007 con la muerte de seis hombres en un «atentado terrorista premeditado» causado por la explosión de un artefacto explosivo al paso de su vehículo.
Dieciocho años después de la resolución 1701 se repite la guerra entre vecinos e Israel ha vuelto a invadir Líbano tras doce meses de hostigamiento diario de cohetes por parte de la milicia proiraní, que el 8 de octubre lanzó sus operaciones en solidaridad con el ataque de Hamás desde Gaza del día anterior.
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La Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano fue creada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 19 de marzo de 1978, cinco días después de que el Ejército israelí ocupara el sur del Líbano. La resolución 425 le encomendó garantizar la retirada hebrea y ayudar al Gobierno del Beirut a restituir su autoridad en la zona.
Más de 5.000 cascos azules se han mantenido desde entonces en el territorio, aunque su presencia no pudo impedir nuevas invasiones hebreas. Las acciones de Hezbulá también han estaddo fuera de su alcance. Sus labores han quedado limitadas a asuntos humanitarios.
Desde mayo de 2000, cuando Israel se retiró tras veintidós años de ocupación, FINUL se desplegó a lo largo de la frontera , la llamada 'línea azul', con la misión de ayudar al Líbano a prevenir enfrentamientos.
En los 46 años de la misión casi tres centenares de miembros de FINUL han perdido la vida en ataques, atentados o accidentes. Dieciséis de los soldados fallecidos pertenecían al contingente desplegado por el Ejército español.
Los hebreos extienden a FINUL las quejas que también plantean sobre UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, y le acusan de no hacer bien su trabajo. Las autoridades de Tel Aviv censuran que en estos años los cascos azules han sido incapaces de prevenir el rearme de Hezbolá, la creación de infraestructura militar en la frontera y el lanzamiento de cohetes.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, alertó de que «otra línea se ha cruzado peligrosamente en Líbano: el bombardeo israelí contra las fuerzas de paz de la ONU cuyas posiciones se conocen. Condenamos este acto inadmisible, para el cual no hay justificación».
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El primer ataque directo de Israel contra los cascos azules se produjo menos de veinticuatro horas después de la conversación telefónica entre Joe Biden y Benjamín Netanyahu en la que el presidente estadounidense volvió a mostrar su apoyo firme al derecho de Israel a la «autodefensa».
Desde que Netanyahu lanzó su venganza contra Hamás, sus militares han matado a 230 empleados de la ONU, 226 de ellos de UNRWA, y atacado 200 instalaciones del organismo internacional, en la mayoría de casos escuelas reconvertidas en refugios para desplazados. Los israelíes argumentan después de cada ataque que Hamás se esconde en estos lugares y usa a los civiles como escudos humanos, una justificación que ya ha causado más de 42.000 muertos en la Franja, la mayoría mujeres y niños.
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El ataque a los cascos azules indonesios se produjo en una jornada en la que el gabinete israelí votó para aprobar la respuesta a Irán por el lanzamiento de 181 misiles y representantes persas intensificaron su labor diplomática con viajes a Arabia Saudí y Qatar en las últimas 48 horas.
Los países del Golfo presionan a Washington para que impida que Israel ataque los enclaves petroleros persas porque les preocupa que sus propias instalaciones puedan ser bombardeadas por Teherán si el conflicto se intensifica. Como parte de sus intentos de evitar quedar atrapados en el fuego cruzado, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar también se niegan a permitir que Israel atraviese su espacio aéreo para cualquier ataque contra suelo iraní.
Las medidas de los estados del Golfo se producen después de un esfuerzo diplomático por parte del Irán chií no árabe para persuadir a sus vecinos sunís del Golfo a que usen su influencia con Joe Biden.
Alí Shihabi, un analista de Riad cercano a la corte real, dijo este jueves que «los iraníes han declarado que si los estados del Golfo abren su espacio aéreo a Israel sería un acto de guerra». El diplomático añadió que Teherán había enviado un mensaje claro a su país de que sus aliados en Irak o Yemen podrían responder si hubiera algún apoyo regional a Tel Aviv contra la república islámica.
Un posible ataque israelí fue asimismo el foco de las conversaciones el miércoles entre el gobernante de facto saudí, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, y el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, quien se encontraba en una gira por el Golfo para conseguir apoyo.
La única forma de acabar con esta ruleta macabra de ataques y respuestas es con un alto el fuego y en las últimas horas, según medios israelíes como el portal Walla, el jefe del Mossad, David Barnea, puso sobre la mesa la opción de una tregua en Líbano y Gaza a cambio de que Teherán presione a Hamás para que devuelva a los rehenes.
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