Israel volvió a atacar este viernes a los cascos azules desplegados en el sur del Líbano y otros dos soldados -en este caso de Sri Lanka- resultaron heridos. Durante la mañana la misión de FINUL informó de las víctimas «tras dos explosiones junto a una ... torre de observación» y después alertó de que «varios muros en nuestra posición 1-31, cerca de la Línea Azul en Labbouneh, cayeron cuando una excavadora de las FDI golpeó el perímetro y los tanques se movieron en las proximidades». El ejército hebreo admitió que un disparo suyo causó los heridos «en el transcurso de una respuesta a una amenaza». El jueves otro blindado alcanzó a dos militares indonesios mediante un «disparo intencionado», según denunciaron desde la misión de Naciones Unidas.
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El Ministerio de Exteriores de España, que cuenta con una presencia en el contingente internacional de más de seiscientos militares, convocó al encargado de negocios del Gobierno de Benjamín Netanyahu en Madrid, una protesta diplomática que también llevaron a cabo Francia e Italia. Además, el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó estos ataques de «intolerables» y dijo que «no se podían repetir». Las Fuerzas de Defensa (FDI) hebreas pidieron hace varios días a los cascos azules que se retiraran de varias de sus posiciones y la respuesta fue negativa. Tras las operaciones de esa semana, FINUL ha decidido trasladar de posición a trescientos de sus hombres para agruparlos en bases más seguras.
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Tel Aviv insiste en que su objetivo es Hezbolá, pero además de los cascos azules, también atacó una posición próxima a un puesto de control del ejército libanés y dos de sus militares perdieron la vida. La invasión por tierra, que cuenta ya con cuatro divisiones, avanza, aunque de momento no logra frenar la lluvia diaria de cohetes que lanzan los milicianos, que dejó un muerto al norte de Israel.
Por tercera vez desde el inicio de la guerra, los misiles enemigos cayeron en barrios del centro de Beirut y sembraron el corazón de la capital libanesa de muerte y destrucción. Israel atacó los barrios de Ras al-Nabaa y Basta. En esta última zona derribó tres edificios enteros. Al menos veintidós personas murieron y más de cien resultaron heridas en un área densamente poblada en la que se habían concentrado muchos desplazados llegados del sur. El objetivo del ataque, según el ejército, fue Wafiq Safa, alto cargo del Partido de Dios que ejerce de conexión con las agencias de seguridad libanesas. Medios como 'Al-Manar' aseguraron que Safa sobrevivió.
«Esto ya es como el sur de Beirut, ¿cuál será el próximo objetivo? Es una zona popular, humilde y llena de desplazados. Aquí no hay armas, no hay milicianos. Somos civiles», lamentó con rabia Yousef Ayoub, cuyo edificio se ha salvado de milagro. Los servicios de rescate trabajaron durante todo el día porque había tres vecinos desaparecidos.
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9.500 cascos azules
están atrapados en el fuego cruzado entre Israel y Hezbolá. La FINUL está desplegada entre el río Litani y la frontera libano-israelí, y su cuartel general está en Ras al-Naqura, cerca de la frontera con Israel.
2.200 es el balance
de víctimas mortales por la ofensiva israelí sobre Líbano. Los ataques de las últimas veinticuatro horas dejan 60 muertos y casi 170 heridos.
Tras los duros golpes asestados a Hezbolá, Israel aspira a desarmar a la milicia y Estados Unidos a apartarla de la vida política del país. Según 'Wall Street Journal', Washington, en cooperación con diferentes gobiernos árabes, ve una oportunidad para cambiar la situación política en un país que lleva dos años estancado, sin acuerdo para poder elegir un presidente. En la esfera política libanesa se percibe la debilidad del Partido de Dios, hasta ahora actor principal, pero desde la milicia chií recomendaron al resto de fuerzas políticas que no se apresuraran «para no quemaros los dedos». «No creáis que podéis conseguir ganancias políticas. Es demasiado pronto. Israel sólo trabaja por su propio interés, no por el vuestro».
El paradero del general Esmail Qaani, máximo responsable de la Guardia Revolucionaria iraní, es una incógnita desde el bombardeo masivo de Israel en Beirut, en el que mataron a Hasehn Saffiedine, clérigo de 60 años que estaba llamado a suceder a Hasán Nasrala al frente de Hezbolá. En un primer momento se especuló con que Qaani se encontraba en el mismo búnker y habría muerto. Teherán negó estas informaciones. Días después, el portal Midde East Eye aseguró que se encontraba bajo arresto domiciliario en su país y estaba siendo interrogado bajo la sospecha de ser un informador al servicio de Israel.
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Desde la república islámica denunciaron estas «teorías de la conspiración» y calificaron las informaciones sobre el general de «invenciones ridículas sin ningún tipo de evidencia». En Irán piensan que el objetivo es intentar vender la imagen de que ellos han vendido a Hezbolá y a Nasrala.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, alzó su voz este viernes para reclamar a Israel que deje de disparar a las fuerzas de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en Líbano. Sin embargo, lo hizo de forma tímida, como en cada una de sus intervenciones con respecto a las guerras de Gaza y el País del Cedro. «Absolutamente», dijo cuando un periodista le preguntó en la Casa Blanca si pide a Israel que deje de abrir fuego contra los cascos azules.
Previamente, el secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, trasladó a las autoridades de Tel Aviv la importancia de garantizar la seguridad de las tropas de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL) e instó a «coordinar los esfuerzos para pasar de las operaciones militares a una vía diplomática lo antes posible», según un comunicado del Pentágono. Austin mantuvo en la víspera una conversación telefónica con el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, en la que abordaron la situación en Oriente Medio y el desarrollo de la ofensiva en Líbano y la Franja de Gaza.
Sin embargo, Austin ha trasladado a Gallant su «férreo apoyo al derecho de Israel de defenderse» y reiteró el compromiso de la Administración Biden con un acuerdo que facilite el retorno seguro de los civiles -tanto libaneses como israelíes- a sus hogares a ambos lados de la frontera.
Ambos responsables de Defensa analizaron «la grave situación humanitaria» en la Franja de Gaza cuando se cumple más de un año desde el inicio de la ofensiva israelí, que deja ya más de 42.100 muertos y que fue desatada tras los ataques previos de Hamás, a causa de los que murieron casi 1.200 personas y otras 240 fueron secuestradas. «El secretario dejó en claro que Estados Unidos está bien posicionado para defender a su personal, socios y aliados contra ataques de Irán y socios y agentes respaldados por Teherán», remacharon desde el Departamento de Defensa. (Por Ramona Asla)
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