La presión obliga a Biden a pedir un alto el fuego en Gaza

Biden, que reiteró su inmutable apoyo al derecho de Israel a defenderse contra los ataques indiscriminados con cohetes, alentó a Netanyahu a hacer todo lo posible para garantizar la protección de civiles inocentes. Sin embargo, Biden no llegó a pedir el cese inmediato de los ataques israelíes y bombardeos de Hamás que durante más de una semana han matado ya a más de 200 personas, en su mayoría palestinos.

El líder demócrata viajó este martes a Míchigan para promover su plan de inversión en la infraestructura nacional en medio de la creciente presión de todo el espectro ideológico dentro de su propia formación para que su administración adopte una postura más firme hacia uno de sus aliados más cercanos.

Netanyahu, impasible, comunicó el lunes a los funcionarios de seguridad la intención de su Ejército de continuar las operaciones como mínimo durante uno o dos días más. Nada influyeron en él que Emmanuel Macron llamara al presidente de Egipto, Abdel Fatah al-Sisi, para que intermediara o que el rey de Jordania, Abdalá II, y la canciller alemana, Angela Merkel, también pidieran un «rápido» alto el fuego.

De cualquier manera, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, de viaje por el norte de Europa para evitar verse directamente envuelto en la crisis de Gaza, continuó este martes las conversaciones con líderes árabes, palestinos y regionales en un esfuerzo de 'diplomacia silenciosa' para construir una coalición internacional.

En rueda de prensa, aclaró el objetivo de la Administración Biden es una declaración a prueba de riesgos para poner fin al ciclo actual de violencia, y tras eso, regresar a un proceso que posibilite forjar una paz duradera.

Blinken insistió en que Estados Unidos ayudará en caso de que Israel y Hamás se avengan a poner fin a las hostilidades, pero no les exige que lo hagan. «En última instancia, depende de las partes lograr un alto el fuego», dijo. «Es un mundo grande y tenemos responsabilidades», añadió el secretario de Defensa antes de defender también la decisión de su país de bloquear por tercera vez en una semana la adopción de una declaración unánime del Consejo de Seguridad de la ONU para pedir el cese de la violencia israelo-palestina.

En el ámbito doméstico, Biden redobló los esfuerzos de clarificación de sus objetivos para reparar la percepción pública tras las críticas por su inacción y lentitud ante la crisis. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, y el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, señalaron que el enfoque del Gobierno está concentrado en una «diplomacia silenciosa e intensiva».

Pero el intento de la Administración de resolver la óptica sin pasar a la acción no parece reconocer otro significativo giro, también silencioso y concertado, entre los demócratas más convencionales, que, con creciente intensidad, se revela ya con potenciales consecuencias para el presidente. Docenas de legisladores moderados como el propio líder del Senado, Chuck Schumer, no creen que una declaración de intenciones sea suficiente y reclaman al presidente una postura más firme con Israel y un alto el fuego por ambas partes.