Cuando el mundo miraba a Rafah por la primera evacuación de la guerra, la cuarta semana del conflicto sigue acogiendo intensos combates y duros bombardeos. Israel avanza más rápido de lo previsto y el general Itzik Cohen, comandante de la División 162, aseguró que estaban « ... a las puertas de la Ciudad de Gaza». El mando de las tropas que han entrado por tierra detalló que en los últimos días habían «destrozado gran parte de las capacidades de Hamás, atacado posiciones estratégicas y alcanzado sus túneles». De momento la lucha se registra en zonas rurales o semirurales.
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Carros de combate y soldados expanden sus operaciones, pero el ejército ya ha sufrido dieciséis bajas y el combate urbano no ha empezado. Los milicianos de Hamás han sorprendido con éxito a los blindados enemigos en zonas rurales y la cosa apunta a ser bastante más complicada cuando comience la guerra calle a calle. En una sola emboscada el disparo de un antitanque mató a nueve soldados e hirió a otros cuatro del Batallón 77. Los militares viajaban en el interior de un vehículo blindado de transporte de tropas cuando fueron sorprendidos por el fuego enemigo.
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Las tropas israelíes trabajan sobre el terreno con fuerzas especiales enviadas por Estados Unidos para ayudar en la localización de los cientos de cautivos en manos de Hamás, según confirmaron fuentes del Pentágono al diario 'The New York Times'. La misión de estos hombres de refuerzo es «identificar rehenes, incluidos los norteamericanos», detalló el diario.
Nada más conocer la noticia de las primeras bajas, Benjamín Netanyahu recordó que era «una guerra difícil, que será larga. Hemos logrado importantes avances, pero también sufrido dolorosas pérdidas». El cuestionado primer ministro, a quien una parte importante de la sociedad ve como el máximo responsable del colosal error de seguridad que permitió el ataque de Hamás, señaló que «los soldados han caído en una guerra justa, una guerra por nuestra casa. Prometo que continuaremos hasta completar la misión, hasta la victoria».
El ministro de Defensa, Yoav Gallant, se desplazó a la frontera de Gaza y se mostró «impresionado por el trabajo de las tropas». Gallant destacó la «buena coordinación entre la aviación y las fuerzas de tierra» y en referencia a las bajas sufridas dijo que «como en cualquier batalla, es un precio que hay que pagar». Asimismo, explicó que Israel nunca había penetrado tan lejos en la Franja desde que la abandonaron en 2005.
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El avance por tierra está acompañado de intensos bombardeos aéreos. Los aviones castigaron por segundo día consecutivo el campo de refugiados de Yabalia, donde el martes mataron al menos a cincuenta personas. El ejército considera que bajo el mayor de los ocho que hay en la Franja se esconde una importante red de túneles de Hamás. El portavoz militar informó de la muerte de un cabecilla islamista llamado Ibrahim Biari en Yabalia, pero la milicia negó que se encontrara en la zona en el momento del ataque de la aviación.
En medio de la guerra, de los cohetes que a diario lanzan las milicias palestinas, del nuevo frente abierto en el Mar Rojo con los misiles lanzados por los hutíes, y la amenaza al norte de Hezbolá, cada día se alzan voces que piden la dimisión de Netanyahu. Moshe Radman, activista que lideró los nueve meses de protestas contra la reforma de la Justicia, recurrió a X para explicar que «decir que no se puede cambiar un primer ministro en tiempos de guerra es un error que repiten periodistas y ciudadanos. En realidad, la verdad es la contraria. Debemos cambiar de primer ministro porque Netanyahu es ahora mismo la única cosa que está entre nosotros y la victoria, la unidad de la gente».
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Tel Aviv no aparta la mirada de la frontera libanesa donde un día más se produjeron choques. El jefe de Gobierno interino libanés, Najib Mikati, aseguró que «el tiempo es esencial» para impedir que la guerra en Gaza se extienda a todo Oriente Próximo. El riesgo crece día a día por lo que Mikati pidió «un alto el fuego humanitario de cinco días, donde puedan haber conversaciones internacionales activas para asegurar el intercambio de prisioneros y alcanzar una tregua permanente para llegar a un acuerdo sobre las condiciones para la paz regional». Netanyahu piensa todo lo contrario y dice que «es tiempo para la guerra», el problema es que es un líder en horas bajas en el que gran parte de Israel ya no confía.
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