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«El espacio para la negociación y la diplomacia no está aumentando, está disminuyendo», lanzó Rafael Grossi este jueves a modo de advertencia tras sus primeras reuniones en Irán. El director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) regresó a la república islámica en ... un momento complicado por los frentes abiertos en Oriente Medio, los choques directos con Israel, el regreso al poder de Donald Trump y las llamadas de los sectores ultraconservadores del país a hacerse con la bomba nuclear como medida de disuasión frente a los hebreos.
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Mercedes Gallego
Grossi llegó con un doble mensaje: uno sobre el informe condenatorio contra las actividades nucleares de Irán que preparan Francia, Reino Unido y Alemania y otro sobre el riesgo de ataque de Israel contra sus instalaciones atómicas. Teherán cuenta ahora un Gobierno liderado por el reformista Masoud Pezeshkian, que teme un endurecimiento de los castigos, un ataque directo a las centrales y apela a la negociación, nada que ver con su antecesor, el clérigo ultraconservador Ebrahim Raisi.
El presidente persa comunicó a Grossi su «disposición a cooperar para resolver las supuestas ambigüedades y dudas sobre la actividad nuclear pacífica de nuestro país». El ministro de Exteriores, Abbas Araghchi, mantuvo esta misma línea e insistió en que la república islámica está preparada para negociaciones y cooperación nuclear en el marco de los acuerdos previos con la AIEA, pidió «seriedad» a las otras partes involucradas y dejó claro que no aceptan un diálogo «bajo presión y acoso».
El Estado judío piensa que su enemigo busca la bomba, lo considera una amenaza existencial y el ministro de Defensa, Israel Katz, considera que «Irán es más vulnerable que nunca a un ataque contra sus instalaciones nucleares». Los persas saben cómo se las gasta Trump, que en 2018 se retiró de manera unilateral del acuerdo que Barack Obama firmó en 2015 por el que se comprometieron a limitar el enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de sanciones. Todos los informes de la AIEA corroboraban que Teherán cumplía lo pactado, pero el entonces presidente de EE UU, guiado por el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, volvió a imponer unas sanciones que Joe Biden nunca levantó y han hundido la economía de la república islámica.
Israel Katz
Ministro israelí de Defensa
La respuesta de Teherán fue distanciarse del acuerdo y aumentar el grado de enriquecimiento de uranio de un 3,67% hasta un 60%, según el último informe de la AIEA, cada vez más cerca del 90% necesario para fabricar armamento. Las últimas medidas han sido la desconexión de cámaras de vigilancia en las centrales y el veto a varios inspectores, lo que hizo aumentar las dudas sobre el cambio de un programa civil a uno militar. Grossi tiene previsto visitar las plantas de Natanz y Fordow, situadas al norte del país.
Reino Unido, Francia y Alemania, los países europeos que formaban parte del acuerdo nuclear de 2015, podrían condenar los movimientos de Irán la próxima semana, durante la reunión del órgano ejecutivo de la AIEA. Ante esta posibilidad, el jefe de la Agencia de la Energía Atómica de Irán, Mohamed Eslami, apuntó que «cualquier resolución intervencionista recibirá una respuesta decisiva e inmediata». No ofreció detalles, pero podría consistir en purificar uranio a una mayor graduación o instalar nuevas centrifugadoras en las centrales. Todo ello con la incertidumbre de un posible ataque de Israel.
El tono conciliador del actual Gobierno iraní, que cuenta con el asesoramiento de Javad Zarif, responsable de Exteriores cuando se firmó el acuerdo en 2015, contrasta con las soflamas belicistas de los líderes de la Guardia Revolucionaria. El general Hossein Salami dirigió un mensaje a Israel para recordar que «estamos cara a cara, lucharemos hasta el final y no les permitiremos dominar el destino de los musulmanes (…) Nos vengaremos y recibirán golpes dolorosos». Irán ha atacado al Estado hebreo en dos ocasiones con el lanzamiento de cientos de drones y misiles y Tel Aviv respondió con una operación dirigida a dañar las defensas antiaéreas y los centros de producción de misiles, una iniciativa que habría causado importantes daños en la república islámica.
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