M. Pérez
Jueves, 17 de octubre 2024, 22:09
El servicio de Inteligencia israelí Shin Bet disponía hasta ahora de dos salas de guerra. Una de ellas estaba dedicada a la localización y eliminación de comandantes de Hamás, jefes militares como Mohammed Deif o Saleh al-Arouri y otros dirigentes, entre ellos Ismael Haniye, ... máximo rector de la oficina política. La segunda solo tenía la misión de encontrar y organizar el asesinato de Yahya Sinwar. Agentes de espionaje -traídos incluso del Mossad y el ejército-, sistemas de escucha telefónicas, equipos para monitorizar en secreto ordenadores y redes sociales e incluso un radar suministrado por EE UU para rastrear el subsuelo estaban puestos al servicio de la búsqueda del «maestro de asesinos», como se denominaba en el Gobierno de Tel Aviv al cerebro de los atentados del 7 de octubre de 2023.
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Esta división del Shin Bet explica por sí sola la obsesión del gabinete de Benjamín Netanyahu y del ejército por Sinwar, el 'enemigo número uno' del Estado hebreo. Una obsesión que creció a medida que los militares conseguían dar caza a dirigentes de primera línea de la milicia palestina y de Hezbolá, mientras el más perseguido de todos siempre se escapaba. Algunos le apodaban 'el fantasma'. Durante el último año, el Shin Bet reunió información bastante exacta de sus ubicaciones en la red de túneles de la milicia en al menos cinco ocasiones, pero Sinwar eludió todos los cercos. En una de esas veces, el 31 de enero, se supone que logró huir por cuestión de minutos de su refugio en Jan Younis, seguido tan de cerca por los soldados que debió dejar atrás pertenencias y cientos de miles de dólares.
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La supervivencia de Sinwar durante un año y diez días en el laberinto subterráneo es todo un enigma. El mismo día de la masacre en los kibutz pasó a esconderse. Se desplazaba por Gaza a través de esta red, sin salir a la superficie. Y cuando lo hacía pasaba desapercibido vestido de mujer.
Con la ayuda de la CIA, el espionaje hebreo utilizó el mismo sistema que Estados Unidos había empleado para localizar a Bin Laden: identificar, seguir o incluso matar a todas las personas que tuvieran contacto con él para estrechar el cerco y aproximarse a su persona. Sin embargo, Sinwar se reveló cuidadoso en extremo. No usaba móviles ni ordenadores. Daba las órdenes en persona o por escrito a una red de mensajeros e intermediarios. Redactaba con lápiz y papel, y se cubría las manos con guantes con el fin de que nadie pudiera identificarle si las notas eran interceptadas. Al menos en dos ocasiones rompió el contacto con los militantes y permaneció desaparecido durante días y semanas. Se supone que presentía los pasos del ejército.
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