Varios ciudadanos hacen cola para llenar botellas y garrafas con agua. AFP

Guerra entre Hamás e Israel

La crisis del agua en Gaza: «O la bebes o te duchas»

Los residentes apenas tienen acceso a este bien de primera necesidad, algunos mezclan dulce con salada para no acabar con sus reservas y muchos llevan días sin poder asearse

T. Nieva

Lunes, 16 de octubre 2023, 11:30

El bloqueo de todo tipo de suministro a Gaza acrecenta la crisis humanitaria en la zona. Israel respondió al ataque sorpresivo de Hamás del 7 de octubre cortando el agua, la luz y el combustible a la Franja, un problema para los residentes. Su ultimátum ... de evacuar la capital y concentrar a los refugiados en el sur ha agravado la crisis.

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Aunque ayer el gobierno de Netanyahu se comprometió a llevar agua a la zona de campamentos, lo cierto es que el agua sigue siendo un bien escaso de primera necesidad. Las plantas de desalinización y potabilización del país no funcionan, así que muchos ciudadanos no tienen acceso a él con facilidad y deben racionarlo de manera muy estricta.

En el sur, Assem lo explica a la agencia AFP de manera muy clara: «O te bañas con ella o la bebes». Decenas de personas hacen fila en los baños para conseguir una garrafa y llevan días sin poder asearse. «Es un problema», subraya Assem, que tiene en su casa de Jan Yunes a varios «invitados» que huyeron del norte.

Cada día intentan conseguir botellas como sea y miden cada gota que sale de ellas. Otros se han lanzado a extraerla de pozos agrícolas, con el riesgo sanitario que eso conlleva. Mazen Abu Hamisa es uno de ellos, cuenta el diario palestino 'Felesteen': «Pedí una desalinizadora, pero ha sido imposible». Su vecino Jamal Abu Saada mezcla agua dulce y salada para estirar las reservas.

El agua se suministra en camiones y gasolineras. AFP

El corte del suministro eléctrico en Gaza a mediados de la semana pasada provocó el cierre de cuatro de las cinco depuradoras del país y 53 de las 65 estaciones de bombeo de aguas residuales no funcionan, informa la prensa local. Ahmed Hamid lleva días refugiada en Rafah, la última ciudad de Gaza antes de llegar a Egipto. «Me siento humillada y avergonzada. No tenemos mucha ropa, la mayoría está sucia y no hay agua para lavarla. Siento que estoy perdiendo mi humanidad», admite.

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«No renunciaré a un grano de nuestra tierra»

También Sabah Mousbeh, de 50 años, se siente así: «No tener agua es muy peligroso», ahonda ante los periodistas de AFP. La comida es también un bien escaso: «Lo único que encontramos son conservas, atún y queso». Son los dramas urbanos de un conflicto con una larga historia que se ha adherido a la piel de ambos bandos.

Samira Hassab ha perdido su casa de Rafah por los bombardeos, duerme en la calle, pero no piensa en una rendición. «Mi hija tiene cáncer, no la puedo llevar al hospital. Yo tengo diabetes. Pero no me iré pase lo que pase. Pediremos pan a los vecinos pero no renunciaremos ni a un grano de nuestra tierra», recalca ante la prensa.

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