Paula Gil | Presidenta de Médicos sin Fronteras en España
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Paula Gil | Presidenta de Médicos sin Fronteras en España
«Gaza será pronto una crisis olvidada»Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras en España, acudió el pasado jueves a la capital alavesa para recibir la Medalla Francisco de Vitoria, distinción que el Consistorio otorga cada dos años y que, en este caso, ha querido distinguir el compromiso de la ONG ... con la ayuda humanitaria sin discriminar por razón de etnia, religión o adscripción política. Ese rol lo ha asumido durante más de medio siglo de existencia, a pesar de las crecientes dificultades para llevar a cabo su misión.
¿Estamos ante un momento excepcionalmente malo por las dimensiones y acumulación de crisis olvidadas y recientes?
Sí, nunca había habido en la historia un número tan elevado de personas desplazadas por la fuerza, 117 millones. Además, ahora, las crisis son mucho más complicadas porque los factores se acumulan. En el Sahel tenemos un conflicto generado por los grupos islamistas y, a la vez, crisis climáticas que afectan terriblemente. Por su parte, los gobiernos implementan leyes antiterroristas que criminalizan a poblaciones y organizaciones, y que hacen infinitamente más complicado proveer de ayuda humanitaria. La distancia entre las necesidades y la capacidad para trabajar es enorme y no hay perspectivas de que vaya a mejor, sino todo lo contrario.
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¿La opinión pública ya no es receptiva al dolor?
La gente sigue por la labor de la solidaridad cuando hay una crisis muy mediática. Lo hemos visto en Gaza. El problema es la atención que le damos. Nos encontramos con Sudán, una de las peores de la historia, pero no se habla de ella y no conseguimos movilizar de la misma manera. Es difícil cuando se trata de algunas de las consideradas lejanas, un error si ves las nacionalidades de quienes se tiran al mar para llegar a Europa. Generalmente, provienen de lugares en una situación terrorífica.
Parece existir una disociación extrema entre los líderes de países en guerra y la situación de sus ciudadanos.
El ejemplo de Sudán es clarísimo. El territorio se halla dividido entre las zonas controladas por el Gobierno y las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido. La única posibilidad de enviar ayuda es a través de la ciudad portuaria de Port Sudan, pero ese suministro no pasa a las otras zonas. Se firmó un acuerdo en mayo de 2023 y no se cumple. Nos encontramos ante una falta de respeto absoluta hacia el derecho internacional comunitario. También el ejército israelí actúa en Gaza con total impunidad y no se consigue introducir ayuda humanitaria. La Franja es un espejo porque los políticos se dicen que si allí no pasa nada, en mi país, tampoco.
¿No sufren cierta fatiga ante esta situación?
Hay fatiga y miedo. En Gaza todos los días comunicamos a las Fuerzas Armadas israelíes nuestros movimientos y, aún así, hemos sufrido ataques. Hemos evacuado catorce centros de salud dejando atrás a pacientes que no podíamos llevarnos.
¿Sudán constituye el mayor drama actual por el número de afectados?
Son casi 47 millones de habitantes y 25 requieren ayuda humanitaria. Además, 10 millones se han desplazado y en la frontera con Chad se acumula medio millón en condiciones durísimas. Acabo de llegar de aquel país, de la ciudad de Adré, donde hay un campo de tránsito y he visto a miles viviendo bajo lonas sin agua ni saneamientos. El nivel de violencia resulta desgarrador. Hablamos de una guerra abierta con bombardeos, tanques y armamento pesado. El diálogo es complicado porque dentro de las milicias proliferan los grupos autónomos y no es fácil hallar interlocutores.
¿Qué ocurre con las crisis olvidadas?
Gaza será dentro de poco una crisis olvidada. Ocurrirá como en Siria o Congo, con un resurgimiento de grupos armados, o Mali, Níger o Burkina Faso. Tampoco nos preguntamos por qué 500.000 personas cruzaron el año pasado la selva de Darién para llegar a Estados Unidos. Las organizaciones hacemos lo que podemos, pero la respuesta real la tiene que dar la comunidad internacional y no está a la altura de las circunstancias.
¿Cómo influye la aparición de tantos líderes populistas con discursos mesiánicos?
Evidentemente, hay responsables directos y cómplices. En el caso gazatí, el más flagrante, está el Gobierno de EE UU y el Reino Unido, que siguen proporcionando armamento. Nosotros no podemos analizar las causas, ponemos el foco en lo que sufre la población y la falta de respeto a las vidas humanas porque las leyes que nos autoimpusimos para contener la barbarie ya no sirven.
¿Existe el riesgo de desbordamiento ante la multiplicación de las demandas?
Ya estamos superados. Es difícil decidir dónde vas a trabajar y qué vas a hacer porque hay tantas necesidades que tienes que afinar muy bien lo que vas a hacer y, sobre todo, descubrir si vas a poder trabajar. El acceso es cada vez más difícil y supone asumir más riesgos. El espacio humanitario se reduce cada vez más. Llegar a algunos lugares se antoja imposible. El pasado miércoles cerramos nuestra última clínica en el norte de Gaza.
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