Una de las últimas rehenes liberadas fue la francoisraelí Mía Shem AFP

La desolación cunde entre las familias de las 137 personas que siguen cautivas

La ruptura de la pausa humanitaria ha sido «un golpe muy duro» para los hogares que veían en cada lista de liberados una «oportunidad» de abrazar a los suyos

Viernes, 1 de diciembre 2023, 19:31

En las listas que Hamás entregaba a Israel con la identidad de los rehenes que iban a ser liberados cada día del alto el fuego había más que un puñado de nombres y apellidos. Entre líneas contenían las esperanzas de las decenas de familias que ... esperaban la vuelta a casa de algún secuestrado. Pero desde este viernes ni siquiera tienen ese trozo de papel al que aferrarse. El fin de la tregua ha empujado a los allegados de las personas capturadas por los islamistas a la más profunda desolación. No saben si existirá otra oportunidad para abrazar a sus seres queridos y, si la hay, cómo estarán entonces. La ruptura de la pausa humanitaria «ha sido un golpe muy duro», reconocen en estos hogares donde una o varias sillas siguen vacías.

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En las siete jornadas que se extendió el alto el fuego, con dos agónicas prórrogas incluidas, Hamás liberó a más de un centenar de personas, pero 137 siguen aún bajo su control o en manos de otras facciones militares escondidas en la Franja de Gaza. El Gobierno de Benjamín Netanyahu actualizó este viernes la cifra. Entre los cautivos hay dos menores, 20 mujeres y 115 hombres, y una decena de ellos supera los 75 años. La inmensa mayoría (126) tiene nacionalidad israelí aunque los terroristas todavía retienen a once extranjeros, casi todos (8) procedentes de Tailandia. La sensación de angustia es la misma en todas las familias y crece según pasa el tiempo, incluso con más intensidad ahora que la tregua ha quedado hecha añicos y que las milicias palestinas han comunicado en los últimos días la muerte de varios rehenes.

Ilan Zharia llora a su sobrina Eden Yerushalmi, una veinteañera que Hamás no llegó a incluir en sus listados de liberados, pese a que la prioridad era soltar a las mujeres y a los menores. Estuvo «muy cerca» de regresar a Israel. En la pausa humanitaria que se rompió este viernes pese a los esfuerzos de países como Estados Unidos, Catar y Egipto «vimos una oportunidad para que la gente saliera, se reuniera con sus parientes y retomara sus antiguas vidas», cuenta en Tel Aviv durante un evento del Foro de Familias de Rehenes. Las listas de secuestrados son, precisamente, una de las cuestiones que se convirtieron en un escollo para ampliar de nuevo un alto el fuego en el que día tras día se había cumplido la proporción acordada de excarcelar a tres presos palestinos por cada cautivo hebreo que fuera entregado. Los terroristas, aseguró el portavoz del Ejecutivo judío, Eylon Levy, no quisieron liberar a todas las mujeres, entre quienes quedan cinco militares.

Investigación en marcha

Entre los soldados que continúan cautivos está Omer Neutra, de 22 años, cuya abuela es la imagen de la desolación tras el final de la tregua. «Esperamos que el proceso se reanude pronto y podamos tomar en brazos a nuestro nieto junto con todos los demás rehenes», comparte esta mujer, Tamar Tsoar, que sufre también por las familias que jamás podrán volver a reunirse con sus allegados tras los ataques del 7 de octubre. Desde entonces varios secuestrados por Hamás han perdido la vida. El kibutz Nir Oz comunicó este viernes el fallecimiento de tres de sus miembros (Ronen Engel, de 54 años, Maya Goren, de 56, y Aryeh Zalmanovich, de 85, la persona de más edad que se llevaron los terroristas) y los propios islamistas anunciaron el miércoles que Sherry Silverman Bibas y sus dos pequeños, Ariel y Kfir, de 4 años y 10 meses, habían muerto antes del inicio del alto el fuego. Israel investiga la veracidad de estas informaciones.

Eli Shitvi califica por ello de «esencial» la entrega de los rehenes heridos. «Están sufriendo allí y no reciben atención», denunció. Su hijo tiene 28 años y fue raptado por Hamás cuando se divertía en el festival de música Supernova, uno de los iconos de la masacre. No saber cómo se encuentra le consume, una agonía que comparte cada familia que tiene parte de su destino en manos de Hamás. Sus esperanzas están ahora puestas en una nueva tregua: «Queremos un octavo día y más».

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