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Israel intensifica sus operaciones en Gaza y pide a los palestinos que se dirijan a Al Mawasi. Esta pequeña aldea beduina, situada en la costa y en plena frontera con Egipto, se ha convertido en la zona segura marcada en los mapas que distribuye el ... ejército. Antes de la guerra, unas 1.400 personas vivían en un área de 6,5 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de la localidad vasca de Santurtzi, donde Israel espera hacinar a los 1,8 millones de gazatíes desplazados desde el 7 de octubre. Es un espacio agrícola a orillas del mar, al oeste de Rafah y Yan Yunis, que controlaban los israelíes hasta 2005, cuando tenían asentamientos en la Franja.
«Las Fuerzas de Seguridad de Israel piden a los residentes de Gaza que evacúen a la zona humanitaria de Al Mawasi, en la que se proporcionará ayuda humanitaria internacional según sea necesario», es el mensaje que repite el ejército a diario, pero en esta zona semiabandonada no hay agua, electricidad, ni servicios mínimos de ningún tipo. La gente que llega escapando de las bombas se instala en mitad de la nada.
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Yousef Hammash, responsable del Norwegian Refugee Council (NRC), trata de asistir a los recién llegados en un lugar en el que «la gente carece de suministros para construir refugios improvisadospara protegerse del invierno». James Elder, portavoz de Unicef, recordó a Israel que, «según el Derecho internacional humanitario, el lugar al que se evacúa a las personas debe tener recursos suficientes para su supervivencia: instalaciones médicas, alimentos y agua».
Las advertencias de los organismos internacionales no han servido para hacer cambiar a Israel de opinión. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el secretario general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se sumó a las críticas y aseguró que la creación de esta supuesta «zona segura» es una «receta para el desastre». El responsable de la OMS considera que «intentar hacinar a tanta gente en un área tan pequeña con tan poca infraestructura o servicios aumentará significativamente los riesgos para la salud de las personas que ya están al borde del abismo».
Israel bombardea con dureza toda la Franja y mantiene combates casa por casa en tres de los bastiones más importantes de Hamás como Yabalia y Shejaija, al norte, y Yan Yunis, al sur. Se trata de los enfrentamientos más intensos de los dos meses de guerra y el portavoz militar, Avichay Adraee, advirtió a los ciudadanos que no se acercaran a la carretera Saladino, la principal ruta que conecta Yan Yunis con el norte, porque se ha convertido en «un campo de batalla (…) extremadamente peligroso». Esta era la vía que los civiles empleaban para escapar de la zona norte, la que resultó más afectada por los ataques en la primera parte de la campaña.
La prioridad para Israel es acabar con Hamás y aplica en el sur una estrategia similar a la que usó en el norte. Los aviones lanzan panfletos cada día para pedir la evacuación de lugares como Yan Yunis, una ciudad de 150.000 habitantes que se había convertido en refugio improvisado para cientos de miles de desplazados. Ya no es lugar seguro y su hospital más importante, Nasser, se ha quedado sin espacio y sin suministros para tratar a todas las víctimas que llegan a Urgencias. «No hay palabras para describir cómo es realmente la situación, los heridos son decenas y nos resulta imposible tratar a todos», afirmó el doctor Abu Moussa en declaraciones a Al Yazira.
El ejército considera que los líderes islamistas han abandonado la Ciudad de Gaza para refugiarse en Yan Yunis, localidad natal de Yahya Sinwar y Mohamed Deif, responsables del ala política y militar del movimiento islamista en la Franja, respectivamente. Si los militares no les encuentran aquí, la siguiente parada será Rafah, que se presenta como el escenario de la batalla final en el esfuerzo por descabezar a Hamás, un grupo considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Una milicia que cada día sigue lanzando cohetes a Israel y difundiendo vídeos de las acciones de sus miembros, pero cuyo portavoz, Abu Obeida, ha desaparecido de escena, lo que ha hecho encender las alarmas entre sus partidarios de que haya podido ser alcanzado por la aviación enemiga.
Pese a que Israel insiste en que trata de cuidar la seguridad de los civiles en sus operaciones, las agencias de la ONU repiten cada día que ya ningún lugar de Gaza es seguro. Según el organismo internacional, 1,87 millones de personas, más del 80% de la población de la Franja, han abandonado sus hogares y el ejército les señala Al Mawasi como el lugar en el que encontrar refugio.
Una investigación elaborada por los profesores Robert J. Jackson Jr., de la Universidad de Nueva York, y Joshua Mitts, de la de Columbia, sugiere que había inversores al tanto de los planes de Hamás para el 7 de octubre y que, además, sacaron partido de ello en Bolsa. El estudio revela que los días previos a los ataques islamistas contra Israel que causaron 1.200 muertos se produjo un elevado número de ventas en corto de activos hebreos que dejaron unos 862 millones de dólares (unos 799,2 millones de euros) en beneficios a quienes los ejecutaron.
La venta en corto es una fórmula que suelen utilizar los inversores cuando creen que una empresa va a tener problemas y el precio de sus acciones va a sufrir una caída. Entre el 14 de septiembre y el 5 de octubre se dispararon estas operaciones con activos de empresas israelíes, muy por encima de otros momentos, incluidos la pandemia o la recesión posterior a la última crisis financiera. Las autoridades hebreas investigan ahora lo ocurrido.
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