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Sólo dos semanas después de la matanza del 7 de octubre cometida por Hamás en Israel, un 70% de los estadounidenses consideraba que la brutal reacción del Estado judío estaba «totalmente» o «en parte» justificada, según una encuesta de CNN. Al cumplirse un mes y ... con más de 10.000 muertos, la opinión pública ha dado un vuelco entre los demócratas, lo que afecta directamente a las posibilidades de reelección del presidente de EE UU, Joe Biden.
Según un sondeo de la Universidad de Maryland con Ipsos, un 71.9% de los republicanos quiere que Washington apoye a Tel Aviv, en comparación a un 57.4% de los demócratas, que prefiere que su Gobierno no se incline por ninguna de las dos partes en conflicto. Eso se traduce en un déficit de intención de voto para Biden entre el electorado menor de 30 años y la población musulmana. En Estados claves como Michigan, donde el mandatario ganó en 2020 por solo 150.000 sufragios, viven 240.000 islamistas. Una encuesta del Instituto Árabe Americano revela el mayor vuelco registrado entre esta población desde que en 1997 se empezó a analizar, lo que concuerda con otra del diario 'The New York Times' junto al Siena College, en la que el presidente perdería los comicios en una posible revancha.
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Por primera vez la mayoría de los musulmanes que residen en el país no se considera demócrata, sino que una tercera parte se identifica como republicano y un 31% como independiente. Fruto de la rabia, un 40% de los encuestados dice qué votará a Donald Trump frente a Biden, si se consolida su candidatura el año que viene. «Este tema resuena con mucha fuerza entre los árabes americanos, es demasiado importante», explicó James Zogby, profesor de Estudios Sociales e investigador de Políticas Sociales en la Universidad de Nueva York. «Pero se trata también de una tendencia generacional de carácter nacional».
Desde el principio de las hostilidades, los centros universitarios más progresistas del país vivieron en su seno un hervidero de activismo en favor de Palestina, al que se enfrentó con mano dura la élite judía en posiciones influyentes al frente del reclutamiento en las empresas. A medida que la furia de Israel se ha transformado en una masacre que ha costado en un mes más vidas que en los últimos 15 años de conflicto, la empatía de la sociedad estadounidense se ha ido transformando en practicidad.
Puesto que Washington proporciona bastantes armas, todos temen un nuevo atentado islamista. La guerra ha agudizado tanto el sentimiento antisemita como el antimusulmán. «Si le preguntamos ahora a la gente qué prefiere, que EE UU esté al lado de Israel a cualquier precio, o que pare este baño de sangre inmediatamente e impida que el enfrentamiento se expanda, ésta sería la narrativa ganadora que habría que poner por delante», añadió Jeremy Zogby, director de Estrategias de Sondeos de la empresa familiar, que opera en ochenta países desde hace cuatro décadas.
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La idea inicial de «estás conmigo o contra mí» propuesta por el Estado hebreo se ha ido demostrando falsa entre quienes asociaron emocionalmente la masacre del 7 de octubre al 11-S estadounidense. El porcentaje de quienes consideran que los atentados de Hamás eran un cheque en blanco para que Israel acabará con la organización terrorista a cualquier precio disminuye cada día a medida que aumenta el número de vidas inocentes. Cerca de un 70% de las víctimas son mujeres y niños, lo que está convirtiendo a Gaza «en un cementerio de niños», lamentó el lunes António Guterres, secretario general de la ONU.
La historia demuestra que, en cualquier caso, las guerras ajenas tienden a perder apoyo con el tiempo. Hace un año un 40% de los norteamericanos pensaba que su país no estaba haciendo lo suficiente para apoyar a Ucrania, mientras que en agosto pasado un porcentaje similar creía ya que estaba haciendo demasiado. Eso pone a Biden en el lado perdedor de la partida política en ambos frentes, Kiev y Tel Aviv. Como falta todavía un año para las elecciones, no es de esperar que su decisión de «mantener el rumbo» se vea recompensada en las urnas. «El electorado no eligió a un seguidor de Reagan para política exterior, sino a alguien que trajera paz y tranquilidad después de cuatro años de Trump, y eso no es lo que el presidente le ha dado», explica Zogby. «Considerando que este es un tema muy visceral, tendría que haber un cambio muy drástico para que recuperara el voto musulmán».
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