Soldados de Israel controlan el paso de Rafah, donde la ayuda humanitaria está retenida. AFP

Biden aumenta la presión sobre Israel al bloquear el envío de 3.500 bombas

Ratifica su apoyo a Netanyahu, pero teme el impacto de la ofensiva sobre Gaza en el proceso electoral estadounidense

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 8 de mayo 2024

Hay más de 600.000 niños en Rafah, según UNICEF. El presidente Joe Biden sabe que una nueva masacre recaerá sobre sus hombros en año electoral. Por eso ha suspendido temporalmente el envío de bombas de precisión a Israel, que podrían ser responsables de semejante ... catástrofe humana y política.

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«No podemos tener otros 30.000 palestinos muertos por ir en busca de Hamás», dijo a MSNBC en marzo, cuando rotuló la línea roja que supondría la ofensiva israelí en Rafah. Como le ocurriese a Barack Obama al trazar su línea roja con Siria en torno al uso de armas químicas, al llegar el momento al presidente le tiembla el pulso porque no está preparado para el coste político que supone. La paralización de un envío que incluye 3.500 bombas es «un mensaje» al gobierno de Benjamín Netanyahu. Le avisa así de que está dispuesto a ponerse serio cortándole la ayuda militar, según interpretó el exembajador israelí en Washington, Michael Oren, en 'The Wall Street Journal'.

Israel, sin embargo, ha restado importancia a la decisión, pese a ser la primera suspensión de un envío de armas desde el 7 de octubre. Confía en la presión que ejerce en el Congreso a través de las inversiones en las campañas de los legisladores estadounidenses que hacen los lobbies desde la guerra de Yom Kipur en 1973, cuando el American Zionist Committee for Public Affairs fue rebautizado como American Israel Public Affairs Committee (AIPAC). Durante los últimos 15 años este poderoso grupo ha respaldado sin fisuras al gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu y planea invertir decenas de millones de dólares este año en las campañas de los candidatos al Congreso, sobre todo de los demócratas, porque son el eslabón más débil y por tanto a los que necesita tener más en el bolsillo.

Eso no le hace perder de vista a los republicanos. El martes, los grupos proisraelíes se apuntaron una victoria al lograr que el congresista republicano John Hostettler perdiera las primarias de Indiana, pese a ser un aliado de Trump, como también lo es el candidato que ha ganado, Mark Mesmer, gracias al apoyo de las Plataformas de Acción Políticas asociadas a la AIPAC y a la Coalición Republicana Judía. Juntas han invertido más de 2.5 millones de dólares para impedir que Hostettler, al que acusan de antisemita por su oposición a la guerra, ganase las elecciones. Se trataba también de una demostración de fuerza y de un aviso al resto de la clase política en Washington.

Un gazatí herido es llevado en brazos a un centro sanitario. EFE

Críticas de los republicanos

Prueba de lo fino que tiene que hilar el presidente Biden en su relación con Israel durante la guerra de Gaza es la airada reacción pública de los senadores, que el martes interrogaron al secretario de Defensa, Lloyd Austin, durante su comparecencia con el subcomité de apropiaciones sobre la suspensión del envío de bombas a Israel. «No fueron los israelíes los que empezaron este conflicto. Me preocupa mucho que estemos intentando controlar la forma en la que Israel utiliza su derecho a defenderse de los grupos terroristas respaldados por Irán», le amonestó la senadora Susan Collins, la moderada del ala republicano que más cruza filas para votar con los demócratas.

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El jefe del Pentágono le aseguró que el envío no se ha cancelado, sino que se reiniciará una vez que Israel proporcione un plan viable de cómo proteger al más de un millón de civiles refugiados en Rafah. «Solo queremos asegurarnos de que hemos visto un plan para trasladar a esos civiles fuera del campo de batalla antes de que se ejecute ningún tipo de operación de combate terrestre», explicó.

Protestas estudiantiles

Austin sostiene que Israel no necesita bombas tan potentes para esa operación en una zona de alta densidad civil, en la que el uso de semejantes armas «podría causar mucho daño colateral». La noticia se había filtrado antes de que la Casa Blanca notificase al Congreso su decisión, como está obligada a hacer. Nadie descarta que haya sido una filtración interesada para seguir jugando la complicada estrategia de contentar a proisraelíes y propalestinos.

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3 días

quedan para que los hospitales del sur de la Franja de Gaza se queden sin combustibles, denunció ayer el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. Advirtió que sin gasolina todas las operaciones se detendrán. Ghebreyesus dijo también que uno de los centros sanitario de Rafah, el Al-Najjar, «ya no funciona debido a las hostilidades y a la operación militar».

Las encuestas revelan que el sentimiento a favor de los gazatíes aumenta entre los demócratas, cada vez más divididos en este tema, justo cuando Biden necesita la unidad de su partido para unas elecciones que se anticipan muy ajustadas. Según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac el mes pasado, el 48% de los demócratas simpatizan ya más con los palestinos que con los israelíes, en comparación al 38% que reflejaba un sondeo de Gallup en marzo, donde ya se registraba un incremento de once puntos con respecto al año pasado.

Las protestas estudiantiles han disparado ese cambio de actitud, que sin duda se vería agravado por una nueva masacre en Rafah. Biden está empatado en las encuestas con su rival Donald Trump y no puede permitirse perder el apoyo de los jóvenes, por mucho que sea el sector demográfico más ausente en las urnas. La idea de que la política exterior no tiene mayor influencia en los votantes estadounidenses empieza a resquebrajarse bajo la presión de un movimiento estudiantil que no se había visto desde Vietnam.

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