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Periodistas con cascos y chalecos con la palabra 'Press' (prensa) se mezclan con los vecinos de Beita que ascienden la dura que colina con dirección al parque donde se realiza una oración por Aysenur Ezgi, activista turco estadounidense de 26 años a la que un ... soldado mató de un tiro en la cabeza. «Hace una semana, cuando dispararon a Aysenur, no estabais aquí y ahora, como era extranjera, venís todos», lamenta un vecino cuya casa se sitúa en esta colina que es escenario de duras protestas semanales. En lo más alto, los militares israelíes cierran el paso a los jóvenes, que se ven obligados a realizar la oración en plena carretera. Carteles de la activista asesinada presiden un pequeño parque, acompañados de las fotos de los otros 18 vecinos de Beita que han muerto por disparos del ejército desde 2021.
Este pueblo de 9.000 habitantes era un lugar tranquilo a las puertas de Nablus hasta que hace tres años un grupo de colonos decidió establecer el puesto avanzado de Evyatar en una colina próxima, en terreno propiedad de vecinos de Beita. Entonces empezaron las movilizaciones. Todos los asentamientos son ilegales desde el punto de vista internacional y algunos puestos avanzados lo son incluso para Israel, como lo era Evyatar hasta que el gobierno más radical de la historia de Israel decidió legalizarlo en julio. Legales o ilegales, todas las colonias cuentan con el apoyo, financiación y protección del Estado judío.
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Aysenur llevaba dos días en Palestina cuando le dispararon. Se acababa de graduar en Psicología en la Universidad de Washington y llegó a los territorios ocupados como voluntaria de la mano de la organización International Solidarity Movement (ISM). A esta misma organización pertenecía la también la estadounidense Rachel Corrie, aplastada en 2003 por una excavadora militar cuando protestaba contra la demolición de casas en Rafah.
Tras una rápida investigación interna, el ejército israelí dijo que probablemente recibió un disparo «indirecta y no intencionalmente». El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y la vicepresidenta Kamala Harris calificaron el asesinato de «inaceptable», pero no han pedido una pesquisa independiente. La familia lamenta no haber recibido condolencias por parte de Joe Biden, pero lamenta sobre todo que Washington no averigüe lo ocurrido para castigar al culpable.
El rezo transcurre con calma. Al finalizar, todos los presentes se dirigen a los militares. Hay gritos contra la ocupación, consignas en solidaridad con Gaza… desde la parte baja de la colina asciende el humo negro de neumáticos quemados y se percibe el movimiento de jóvenes encapuchados que se esconden entre los olivos preparados para lanzar piedras. «Hoy no van a disparar porque hay mucha prensa», piensa Mahmoud Abdalla, uno de los testigos directos del tiro en la cabeza contra Aysenur que fue a declarar ante las autoridades palestinas.
No hay disparos, ni gas lacrimógeno, algo nada habitual, y los activistas israelíes e internacionales se dirigen al lugar donde cayó Aysenur. Allí han levantado un modesto monumento en su honor. Jonathan Pollak estaba junto a ella el pasado viernes y asegura que «el mensaje de Israel es claro, no tolerar ninguna resistencia palestina o extranjera a la ocupación, pero nosotros vamos a seguir y algún día esta gente será libre». Pollak, activista israelí con más de veinte años de lucha contra la ocupación, lamenta que «lo que han hecho no es una investigación, es un lavado de cara. Le dispararon a más de 200 metros y dijeron que era la «principal instigadora». Fue un disparo preciso para matarle».
Los periodistas locales no pueden creerse que hoy no haya violencia. Faris Odeh, del canal PalToday, reflexiona en voz alta y piensa que «las vidas de los palestinos no valen nada. Si mañana matan a 11.000 elefantes en África sería motivo de escándalo mundial. Han matado ya a 41.000 personas en Gaza y nadie hace nada, importamos menos que los animales. Hoy preocupa Beita porque ha muerto una extranjera».
La tensión se ha elevado en toda Cisjordania desde el 7 de octubre: militares y colonos han matado a más de 600 palestinos y más de 10.000 han sido detenidos. Beita despide a Aysenur y, entretanto, el ejército sigue con su operación especial en los campos de refugiados del norte, que arrancó hace dos semanas. Mientras los ojos están puestos en Gaza, Cisjordania es el gran objetivo del ultranacionalismo sionista, que habla abiertamente de la anexión de los territorios palestinos.
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